Uncharted

Precuela de los juegos de la Play Station, Fleischer nos trae una cinta palomitera, olvidable hasta que aparezca su probable secuela

Por

Fernando Gil-Delgado

11 febrero, 2022

Uncharted: En busca del tesoro

· Crítica de Uncharted | Estreno 11 de febrero de 2022.
· La película es divertida mientras no se pare uno a pensar, afortunadamente el ritmo y las carreras no dejan tiempo para tan innoble actividad.

Uncharted es la precuela de los juegos de la Play Station -que produce la película- acerca del Tesoro de Drake. Ahora descubrimos de dónde salen Nate Drake y su viejo amigo Sully. Y si no conoce el juego, da igual. Nos presentan a un joven ladrón con pretensiones culturales de arqueólogo. Hechura del juego, pensar hacer daño y hay que avanzar. El ritmo es trepidante y nos embarcamos rápidamente en busca de un tesoro. Hay un montón de guionistas acreditados y no acreditados (¿desacreditados?) que nos quieren convencer, recién terminado el Quinto centenario de la primera vuelta al mundo, de que los escasos supervivientes eran unos mafiosos sin escrúpulos (se atreven a llamarlos los infames 18, hay que j.) que consiguieron un inmenso botín que no quisieron compartir con nadie y dejaron una cadena de pistas que solo un inocente de corazón puro, el pirata Drake (manda h.), podía rescatar.

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Idioteces de guionistas obsesos con seguir abundando en la leyenda negra española aparte, Ruben Fleischer (Zombieland, Venom) ha rodado un vistoso videojuego en el que la acción -imposible e increíble- no se detiene un segundo. Es divertida mientras no se pare uno a pensar, afortunadamente el ritmo y las carreras no dejan tiempo para tan innoble actividad. Los actores tampoco, por eso los diálogos ni son frescos ni chispean, pero cumplen su cometido de “entretener” los pocos momentos en que no hay que correr o pegarse.

Tom Holland hace de sí mismo, de Peter Parker sin telarañas, salta, dice tonterías, pega y recibe. Mark Wahlberg también hace de sí mismo, de musculoso hombre de acción, medio arisco, medio buena gente. Antonio Banderas, pobrecillo, se ha dejado engatusar y es un comparsa, hispano, malvado y medio tonto. Las dos mujeres, Sophia Ali y Tati Gabrielle, son, literalmente, de armas tomar. Es decir, ninguna tiene que interpretar. La fotografía y los decorados están bien.

Palomitera, olvidable hasta que aparezca su probable secuela.