Up in the air

Up in the air: Capra-Sturges 2010

Up in the Air | Seis candidaturas a los Globos para la que considero, de lo que tenemos visto hasta la fecha, la mejor película americana del año. El director de Juno ha logrado la sátira que no le terminó de salir en la interesante Gracias por fumar. Basada en una novela de Walter Kirn, narra el día a día de Ryan Bingham, un ejecutivo que trabaja para una empresa que le hace el trabajo sucio a otras empresas que tienen que despedir gente. Divorciado, Ryan se pasa la vida en el aire, con una maleta, de hotel en hotel, ganando puntos, haciéndose con las tarjetas platino que los hoteles y las compañías aéreas otorgan a sus clientes más asiduos. Y entra a trabajar en la empresa una aguerrida jovencita que recién salida del cascarón tiene apetito para comerse dos mundos y aparece en escena otra ejecutiva de la edad de Ryan…

Inteligente, amena y desoladora

Hay dentro de esta película cine de muchísimos quilates, interpretaciones excelentes, un sentido del ritmo endiablado, secuencias de una perfección formal arrolladora (la lección de cómo se hace una maleta) y… un guión de padre y señor mío. No hay cinismo (era lo fácil), o hay mucho menos del que cabría esperar, y en cambio hay una mirada compasiva -hay eso que podríamos llamar amor por los per­sonajes-, aunque lo que se cuente sea durísimo y tremendamente coherente.

Estamos ante un retrato desolador -aunque inteligentemente divertido y ameno- de la peor cara del desmelenado capitalismo, que debiera estudiarse plano por plano en las escuelas de negocios y facultades de Empresariales. Esos sitios, donde por lo general -con excepciones esperanzadoras- los alevines de tiburones llenan sus cerebros de unos principios para depredadores bajo la etiqueta de ingeniería financiera, management y demás rollos acabados en ing/ent; para que nada más terminar sus estudios Jóvenes y Sobradamente Desgraciados se conviertan en esclavos de chaqueta y corbata (léase carne fresca de consultoría) con jornadas agotadoras y ritmos enloquecidos, para que otros (el dios Cliente, el dios Socio) ganen más en el menor tiempo posible, dejando el campo bien sembradito de cadáveres, eso sí, según la mejor tradición de la Caballería, para hacer currículum y poder llevar una vida más tranquila… cuando por desgracia han destrozado la única vida que tenían, de la que -en los mejores casos- quedan restos que habrá que recomponer como buenamente se pueda.

Todo lo hace Reitman con un estilo impecable, como un Capra–Sturges de 2010, dirigiendo magistralmente la función, con sólo 32 años y sólo 30 millones de dólares. Impresionante. Tanto como el trío protagonista, al que no sería ninguna sorpresa ver como triunfadores en los Oscar.