Vaiana 2

No hace demasiado tiempo, 8 años, Ron Clements y John Musker (los de La sirenita) inventaron una princesa Disney de las de siempre, con animación digital. Vaiana era una historia sencilla, muy clásica, pero un alarde técnico por su animación, color y paisajes en tierra, mar y aire. Vaiana tenía que salvar a su pueblo, contra la opinión de su padre, el jefe de la isla, de una maldición -y de su estrechez de miras-. La acompañan un cerdito y un gallo tonto. Le echará una mano un semidiós llamado Maui.

Esta secuela viene antes, tal vez sea un acierto, tal vez no, del anunciado remake de Vaiana con personajes reales (live action). La aventura que nos presentan es un calco de la anterior, Vaiana es exploradora y busca sacar a su pueblo del aislamiento. Descubre que éste es fruto de una maldición que se puede romper. Para ello tiene que seguir una señal del cielo y poner pie en una lejana isla perdida. Será una aventura peligrosa porque el dios que los maldijo no se lo va a poner fácil. La acompañarán, una vez más, el cerdito, el gallo tonto y volverá a contar con la ayuda de Maui. En el viaje aparecen otros tres humanos sin demasiado relieve: un agricultor viejo y gruñón, un cronista medio despistado y la bella y marchosa ingeniero que ha diseñado el catamarán en el que viajan.

La animación en Vaiana 2 es impecable, destacando además el excelente uso del color como elemento dramático. La música polinesia es excelente, la moderna, resultona pero impersonal: los cantos contemporáneos palidecen en cuanto suenan los coros polinesios. El guion es excesivamente anodino. Un buen arranque que incluye presentación y una misión deriva en una (trepidante) aventura: una montaña rusa de acción y peligro que, en definitiva, no dice nada. Un gran fuego de artificio, técnicamente impecable, y falto de ingenio.

Claramente lamentamos más lo que no es, lo que pudo ser, que lo que tenemos delante. En definitiva, se trata de una historia simpática, se ve bien y será resultona a la hora de «¿qué hacemos con los niños?». Y más aún si los niños sólo han visto la primera Vaiana en la pequeña pantalla.