Vania en la calle 42

Vania en la calle 42: Un planteamiento muy original

Podríamos decir que esta película, sin ser un clásico, huele a clásico. El tío Vania, obra teatral escrita por Anton Chéjov en 1895, fue llevada a la pantalla por el francés Louis Malle (Thumieres, 1932 – Los Ángeles, 1995). El guión adaptado es de David Mamet, con un planteamiento muy original. Malle rueda su última película como si fuese un espectador. La compañía de teatro de André Gregory se dispone a poner en escena El tío Vania en un teatro abandonado de la calle 42 de Nueva York; la compañía ha prescindido de la ambientación y del vestuario. En esos ensayos hay algunos espectadores privilegiados que pueden disfrutar del espectáculo: uno de ellos es el espectador del filme.

La cámara del francés manejada por Declan Quinn (La boda del monzón, En América) se introduce en la acción de manera casi invisible. Aunque al principio cuesta hacerse con el estilo narrativo, la calidad de los actores y la claridad expositiva de la planificación realzan la intensidad del relato. Julianne Moore está brillante, en un papel en el que demuestra una vez más que es una de las mejores actrices norteamericanas.

Vania en la calle 42 es una película exquisita, una fiesta de la interpretación, a la que hay que ir sin prisas, dejándose llevar por los vericuetos donde los actores -todos ellos sobresalientes- y la planificación espontánea y cercana te lleven.

Los extras del DVD incluyen un recorrido por la carrera de Malle, un making of, fotos, filmografías y tráiler.