Vengadores: Endgame

No me cabe la menor duda de que tanto los hermanos Russo, directores de esta película, y de la primera entrega de la misma Infinity War, como Christopher Markus y Stephen McFeely, sus guionistas, conocen a la perfección la épica de Tolkien, y les ha inspirado. Imaginen que en lugar de siete anillos hubiera seis gemas de poder, y que los defensores se están quedando sin opciones e intentan un recurso desesperado; imaginen también que la ayuda viene de los diminutos y de un ejército de muertos que dejó una batalla inconclusa…

Vengadores: Endgame no es El Señor de los Anillos, lo que sí tiene es parte de la épica auténtica que desprende la obra de Tolkien, y eso da un sabor especial a esta película. La historia comienza con los Vengadores derrotados y abatidos, y la mitad de la humanidad aniquilada. No hay esperanza, cada uno debe continuar su vida y eso hacen, mal que bien. Cada uno sufre a su manera y se esfuerza, como puede, por salir adelante, y no es poco ver a los héroes en su aspecto más frágil. Entonces surge la esperanza, Ant-Man, que propone un plan absurdo para hacerse con las gemas y derrotar a Thanos; hay que volver a reunir a los Vengadores, que ahora son más débiles y tienen mucho más que perder que antes.

La nueva entrega de los Vengadores sería un gran broche de oro para una serie. Salta con facilidad de un personaje a otro, ya sean de los Guardianes de la Galaxia a los asgardianos, y mezcla sin problemas momentos emotivos con la acción pura y la gran épica sin descuidar algún oportuno toque de humor. Además, los guionistas cierran con éxito diversos cabos sueltos en las vidas de muchos de estos héroes. Un plantel de estrellas, más que en el famoso Gran Hotel de la MGM, da solidez al conjunto y la idea central, hacer lo que hay que hacer aunque suponga un gran sacrificio merece la pena.