Verbo: Don Quijote en los suburbios
Verbo: Eduardo Chapero-Jackson se estrena en el largo con una radical propuesta de discurso humanista y estética explosiva.
No conozco mejor definición de Verbo que el comentario de un periodista a la salida del estreno de la película en el Festival de San Sebastián : “triple salto mortal imperfecto nunca visto, pero al final… cae de pie”. Lo que hace Eduardo Chapero-Jackson, hasta ahora consolidado cortometrajista, es sumamente complicado: una película dirigida a adolescentes, protagonizada por los mismos adolescentes-tipo que copan las series televisivas (es decir, desnortados, desmotivados y desheredados). La diferencia es que Chapero-Jackson, en lugar de ponerlos a ligar y tontear con las drogas (uso el eufemismo y les ahorro la descripción detallada) los pone a recitar El Quijote y hablar de los trascendentales del ser como si fueran Aristóteles. Eso sí, con una estética rompedora y a ritmo de rap. Lo dicho: triple salto mortal con un par de tirabuzones.
Cuando uno arriesga tanto puede naufragar. Es más, lo raro es que no se la pegue. Y hay momentos en que Verbo casi naufraga, en que casi se la pega, en que el riesgo chirría, en que lo artificioso del experimento parece que va a descubrir las vergüenzas de una trama pretenciosa y vacía de sentido. Y, sin embargo, Verbo cae de pie. Y cae de pie, en primer lugar, porque la historia es todo menos vacía de sentido.
Chapero-Jackson ha trabajado a fondo lo que quiere contar, que es, ni más ni menos, una historia de iniciación: el complicado paso de la adolescencia a la madurez. Y lo hace de manera radicalmente distinta a la mayoría de los productos destinados a ese público. Tuve oportunidad de entrevistar al joven realizador que me confirmó que piensa que la mayoría de los adolescentes no se sienten identificados con el retrato que hacen de ellos algunas cintas, escritas siempre desde una perspectiva bastante cínica y más propia de los adultos.
“El adolescente es idealista y radical por naturaleza -afirma el director madrileño- y con mucha frecuencia se interesa por cuestiones profundas, por el sentido de la vida, por el bien o el mal de una acción, por el enigma de la muerte”. Todo eso está en la película de Chapero-Jackson que ha encontrado en El Quijote un vehículo para transmitir el idealismo de su protagonista.
Como no podía ser de otra forma, el creador de la intrigante estética de la trilogía A contraluz ha vestido ese discurso humanista -que si no fuera porque los tiempos que corren son de un antihumanismo feroz alguien podría tachar de conservador- con un envoltorio visual sugerente, atractivo, turbio, radical y, otra vez, arriesgado.
El director juega con los espejos, las alcantarillas, los vertederos, el Madrid antiguo, los suburbios y los graffitis. Juega con la metáfora cervantina encerrada en un verso de hip hop. Convierte a Don Quijote en un rapero que recita oráculos como los griegos. Propone una alternativa al modo de enseñar las Humanidades mientras destroza el ideal clásico de la tradición y el equilibrio. Y, de paso, habla del bien, del mal, de la vida, de la muerte y sobre todo -a algunos, les parecerá incluso reaccionario- de la necesidad del esfuerzo para salir adelante. Por si fuera poco, pone a una adolescente a gritar desafiante “devolvednos la belleza”, como si fuera Dostoievski. Y después de todo, cae de pie.
Ficha Técnica
- Dirección: Eduardo Chapero-Jackson,
- Guion: Eduardo Chapero-Jackson,
- Intérpretes: Víctor Clavijo, Macarena Gómez, Verónica Echegui, Miguel Ángel Silvestre, Alba García, Adam Jezierski,
- Fotografía: Juan Carlos Gómez
- Montaje: Elena Ruiz
- Música: Pascal Gaigne
- País: España
- Año: 2010
- Duración: 90 m.
- Público adecuado: +16 años
- Distribuidora: Aurum
- Estreno: 4.11.2011