Vidas contadas: La auténtica felicidad

Vidas contadas | Desde hace tiempo, llegan desde Estados Unidos muchas películas telaraña, que ofrecen un complejo mosaico social a través de numerosos personajes cuyas historias se enredan de acuerdo con los golpes caprichosos del destino. El título original de la película (Thirteen conversations about one thing) refleja bien su estructura e intención. «Esa misma cosa» es la felicidad, ideal que buscan todos los personajes por caminos diversos, aunque todos ellos en Nueva York. Un hosco oficinista, divorciado y con un hijo drogadicto, vuelca su amargura contra un modesto subordinado que siempre está contento. El atormentado se sincera con un joven abogado, que más tarde ve cómo su triunfadora existencia se tambalea tras un accidente del que no quiere asumir ninguna responsabilidad. Por culpa de ese accidente, una encantadora chica de la limpieza deberá esperar un milagro para salir adelante. Un milagro tan grande como el que necesita el matrimonio entre una sufrida mujer madura y un tímido profesor que mantiene un romance con otra maestra de su instituto.

Como en su anterior y primer largo de 1997, Esperando la hora, Sprecher (que se graduó en literatura y arte en la Universidad de Wisconsin y luego estudio cine en Nueva York, con Robert Wise como profesor de dirección) adopta un tono agridulce y a veces descarnado, que zarandea a los personajes entre la comedia y el drama, pero sin perder nunca una profunda capacidad de introspección psicológica, muy eficaz en su búsqueda de los perfiles íntimos de la dignidad humana. A veces -así sucede en la historia del adulterio-, Sprecher se limita a constatar la perplejidad de los personajes. Otras -sobre todo en la historia de la joven limpiadora-, envuelve los conflictos en un halo de misterio, sugerente en sí, pero quizá demasiado etéreo. Y, finalmente, da a menudo en el clavo y consigue situaciones de alto valor dramático, intensas y emotivas. Así, el duelo entre el oficinista amargado y el feliz da muchas luces sobre el trabajo, la envidia, la tristeza y la alegría. Por su parte, la tragedia del abogado en crisis ahonda con valentía en la necesidad de asumir la propia culpa, pedir perdón y reparar. Y ambas -al igual que las demás historias- muestran las sorprendentes conexiones entre la libertad y el destino, así como el sentido purificador del sufrimiento, sobre todo en una sociedad materializada y escasa de valores.

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Todo esto se expone (del montaje se encarga el responsable de Traffic, Ocean»s eleven y Confesiones de una mente peligrosa) sin orden aparente y con un ritmo sincopado que a veces debilita la fluidez de la narración y su discurso, que se salvan gracias a unos diálogos jugosos e inteligentes, que permiten el lucimiento de unos actores excelentes (especialmente el veterano Alan Arkin). El autor de la fotografía de Secretos y mentiras hace un trabajo oportunamente sobrio.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Dick Pope
  • Montaje: Stephen Mirrione
  • Música: Alex Gurman 
  • Distribuidora: Vértigo
  • País: EE.UU.
  • Año: 2002
  • Estreno: 30 Abril 2003

 

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