Warfare: Tiempo de guerra

Warfare: Tiempo de guerra | Irak, noviembre 2006

· Crítica de Warfare: Tiempo de guerra | Estreno 16 de abril de 2025.
· Los 95 minutos de metraje tienen un verismo estremecedor que se logra gracias a, por ejemplo, la sobriedad de unos actores muy bien dirigidos.

Segunda Guerra del Golfo. Irak, 2006. Un pelotón de Navy Seal en Ramadi, una ciudad a 100 kilómetros al oeste de Bagdad. En una operación nocturna y sigilosa, los militares entran en una vivienda y se establecen en ella, reduciendo a los ocupantes. Vigilarán desde ahí la seguridad de las patrullas que el ejército norteamericano realiza en la ciudad, donde han ido llegando muchos insurgentes tras la sangrienta batalla de Faluya. Uno de los 18 militares del pelotón del Equipo 5 de los Navy Seals (16 estadounidenses y dos iraquíes) que vivieron el combate en Ramadi se llama Ray Mendoza. Tenía 26 años.

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Con la ayuda del talento narrativo de Garland (Londres, 1970), Mendoza (Nueva York, 1980) reconstruye lo ocurrido con extrema sobriedad, dejando que el espectador entienda mejor cómo se vive la guerra, cómo pasa el tiempo en combate, cómo se comunican los militares entre sí y con su puesto de mando, qué efecto produce tener que atender heridos graves. El resultado es tremendo. Los 95 minutos de metraje tienen un verismo estremecedor que se logra gracias a un montaje de sonido que maneja el contraste de forma muy inteligente, a la sobriedad de unos actores muy bien dirigidos y a un uso de cámara que no rompe en ningún momento la unidad de acción. Dentro de la brutalidad de lo que se cuenta, no hay lugar para explicaciones o discursos, cosa muy de agradecer. Lo que se muestra no es -ni quiere ser- un espectáculo, una película convencional.

“En esta película -dice Garland (Civil War, 2024)- no nos estábamos inventando personajes, ni reorganizando los acontecimientos. Al observar la cronología de lo que los SEAL decían que había pasado, puede apreciarse que tuvimos que conectar los acontecimientos de manera forense, hasta que llegamos al punto en el que teníamos suficiente información de múltiples fuentes para decidir cómo se iba a narrar en la pantalla”.

Sí, una película forense. Una película incómoda hecha con una inteligencia (contextual, comunicativa y argumental) que deja al espectador sacar sus conclusiones.