Whiplash

La película posee  la energía del aspirante que quiere contar algo porque en ello le va la vida. Ni un plano sobra. Y se rodó en 20 días...

Whiplash (2014)

Whiplash: Rebelde con causa

Adaptando su corto original, el novel Chazelle entrega la que quizás sea la película americana del año. Si estamos ante un talento de largo recorrido el tiempo lo dirá, ahora sólo cabe descubrirnos ante la bravura del debut. Hay en esta ópera prima una intensidad que conmueve como así lo han reconocido en Sundance. La cinta aspira a ser una de las protagonistas de la temporada de premios, ya ha sido nominada a los Spirit Awards y el actor J.K. Simmons tiene un billete seguro para ser el primer premio de la noche de los Oscar 2014.

Chazelle no ha inventado la pólvora, el relato toca un tema -el mito del perdedor- transitado por clásicos como El buscavidas (Robert Rossen, 1960) o la reciente A propósito de Llewyn Davis (Joel Coen, 2013). Se trata de Andrew, joven percusionista de jazz, enamorado del estilo del legendario Buddy Rich, y que estudia en una exclusiva escuela de Nueva York. Allí campa por sus respetos el mítico Fletcher -el mencionado J.K. Simmons– conductor de una de las big band más prestigiosas del país. Tan reverenciado por su sabiduría como temido por su crueldad con los alumnos. Ya se sabe, la letra con sangre entra.

Andrew se esfuerza por alcanzar su sueño; Fletcher le martiriza. Muchos son los llamados, pocos los escogidos. La historia en principio es poco novedosa. La pareja de maestro y el discípulo se irá conociendo y aceptando. Lo hemos visto otras veces… Pero no en Whiplash. No diremos más para no revelar la trama, el guión es un ejemplo de cómo contar la historia de siempre y que suene nueva.


Whiplash posee  la energía del aspirante que quiere contar algo porque en ello le va la vida. Ni un plano sobra. Sorprende que la película se haya rodado en apenas veinte días cuando se contemplan las set pieces sucediéndose una tras otra. Es uno de esos filmes de director entendidos en el buen sentido, cuando el realizador tiene toda la película en la cabeza y controla cada detalle de la puesta en escena. El montaje sincopado de Tom Cross dota al filme del gusto y la textura de un solo de bebop.

El trabajo actoral es soberbio. Simmons a buen seguro entrará en la antología de los otros grandes profesores de la historia del cine; el Señor Miyagi, el profesor Keating y compañeros tienen en Fletcher un contrapunto gamberro y original. Chazelle ha llevado a sus actores al límite. Sólo hay que ver a Miles Teller traspasar en algún momento la fina línea entre interpretación y vida. El calvario que sufre parece trasladarse a la pantalla, no sabemos si el director le ha tratado también con la dureza y exigencia que supura la ficción pero al menos ha conseguido transmitirnos un dolor, un sudor y una sangre verdaderos.

«La fama cuesta y aquí vais a empezar a pagar”. Aquel adagio de la televisión de los años ochenta reveló una de las grandes contradicciones de la cultura norteamericana. Un país donde la lucha por pertenecer a la élite es atroz y dónde año tras año llegan personas de todo el mundo dispuestas a triunfar. América sin embargo se ha especializado en construir fábulas nihilistas sobre el fracaso.

Whiplash supera el fatalismo y se atreve a contar otra historia, la de aquellos que aún teniendo talento quizá no llegan a explotarlo por circunstancias incontrolables o quizá simplemente porque no quieren perder su alma. Nicholas Ray lo decía en una de sus obras maestras: «las historias sobre el éxito y el fracaso nunca las escriben los perdedores». Se puede decir más alto pero no más claro. Whiplash es digna heredera de Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955).

Ficha Técnica

  • Fotografía: Sharone Meir
  • Montaje: Tom Cross
  • Música: Justin Hurwitz
  • Duración: 107 min.
  • Distribuidora: Sony
  • Público adecuado: +16 años (D)
  • Estreno en España: 16 enero 2015

USA, 2014

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