Wolfwalkers

Wolfwalkers: Cartoon Saloon vuela altísimo

· La nueva película de Tom Moore y Ross Stewart es verdaderamente prodigiosa. Cartoon Saloon se consolida como estudio de animación con cuatro obras maestras rotundas.

Esta película supone la consagración definitiva del estudio irlandés Cartoon Saloon, fundado en 1999 por Tomm Moore y Paul Young, con sede en la pequeña ciudad de Kilkenny. En él, trabajan a día de hoy 200 animadores que producen largometrajes, cortos, series, ilustraciones y diseños.

El secreto del Libro de Kells (2009) y La canción del mar (2014) se acercaron de una manera cautivadora al alma de una isla maravillosa, verde como una esmeralda. En 2017 se estrenó El pan de la guerra (The Breadwinner), un bellísimo y audaz acercamiento de la directora Nora Twomey al Afganistán de los talibanes que golpea la vida de una niña de 11 años, Parvana.

La extraordinaria calidad de los guiones de esas películas y el uso de una animación 2D con un manejo de la línea, la forma y el color verdaderamente asombrosos se ha llevado a cotas altísimas en Wolfwalkers.

Estamos en 1650. Un año antes, un grupo de parlamentarios ingleses ha ejecutado al rey Carlos I. Kilkenny es la capital de los rebeldes irlandeses, en la Guerra de los Tres Reinos. La ciudad se acaba de rendir al sanguinario Oliver Cromwell, que se convertirá poco después en Lord Protector hasta su muerte en 1658. Cromwell ordena terminar con los lobos que habitan los bosques que rodean Kilkenny. Robyn Goodfellow, una niña inglesa, hija de un cazador al servicio de Cromwell, será la protagonista de una historia apasionante que la pondrá en contacto con personajes legendarios, los wolfwalkers.

La ambición del libreto de Will Collins, guionista de La canción del mar, es muy llamativa. Collins no vuelve la espalda a la historia y, como ya ocurría en El secreto del Libro de Kells, despliega un relato de fuerza arrolladora con unos poderosos conflictos de relación protagonizados por cinco personajes delineados con pericia. Los viajes (interiores y físicos) de las amigas Robyn y Mebh son un torbellino de vida.

La música de Bruno Colais y del grupo Kíla acompaña imágenes de una belleza otoñal que dejan sin respiración. Pero si tuviésemos que afinar, es único el manejo de la línea y las geometrías en los paisajes naturales y urbanos que recorren los hombres y los lobos, de noche y de día.