Yo, también

Yo, también: Nobles intenciones, malas decisiones

Yo, también | Daniel tiene 34 años, un título universitario y síndrome de Down. Muchas puertas se abren para este joven emprendedor, que ha logrado vencer, con la perseverante ayuda de su familia, las barreras sociales y conseguir un trabajo en la Junta de Andalucía. Allí conoce a Laura, una mujer amargada de turbio pasado y una notable inmadurez emocional. Y surge la amistad y el amor.

Los galardonados en el 57 Festival de San Sebastián Pablo Pineda (Concha de Plata al mejor actor) y Lola Dueñas (Concha de Plata a la mejor actriz) son los protagonistas de la cinta dirigida por Álvaro Pastor y Antonio Naharro. Los dos debutan en el largo, con la producción de Julio Medem. El uso de la cámara al hombro, de los primeros planos muy expresivos y el grano de la cinta aportan naturalidad y realismo.

El ejemplo de Pablo Pineda es el hilo conductor que da forma a esta entrañable historia. Él es la voz cantante que defiende algo que tiende a olvidarse, la dignidad y el respeto máximo que merece cualquier persona sana o enferma, y el igual respeto y afecto que merecen sus familiares, los médicos que les ayudan. En la otra esquina está Lola Dueñas, que no es capaz de salir del agujero que es su vida, en el que se ha metido por el mal uso de su libertad. Dos perspectivas diferentes y un mismo destino.

Los directores ya trataron este tema con anterioridad en un corto llamado Uno más, uno menos. La forma de abordarlo ahora está cargada de buenas y nobles intenciones, con aciertos indudables como el buen humor y sencillez del protagonista al hablar de su manera de ser y de vivir; pero también hay otros bastante discutibles que inquietarán a los que tienen a personas con Down en sus familias. En este sentido el tratamiento de la sexualidad que hace la película es sencillamente simplón y superficial, en línea con el ambiguo final.

▲ Pablo Pineda y su desparpajo.

▼ El ambiguo final.