Asuntos de Estado

Asuntos de Estado: El ala tonta de la Casa Blanca

La agente Charleston Tucker, analista de la CIA, se ocu­pa de informar cada mañana al presidente de Estados Unidos sobre los temas más candentes de segu­ri­dad nacional. En el mundo que presenta esta fic­ción, que es muy similar al nuestro, la presidente de Estados Unidos es una mujer de raza negra, magníficamente interpretada por Alfre Woodard (12 años de esclavitud).

Terrorismo, espionaje, secuestros, operaciones especiales son ingredientes habituales de la serie producida por la propia protagonista Katherine Heigl y su madre. Sin duda para relanzar su carrera, que su­frió bastante cuando, al término de Anatomía de Grey, con la que obtuvo un Emmy, realizó una serie de fallidas comedias románticas con unos guiones bastante malos.

Asuntos de Estado, creada por Alexi Hawley (responsable de series como Castle) toma elementos de di­versas series; tiene algo de Homeland -es fácil ver que quiere aprovecharse de su tirón comercial- y otra par­te de Scandal y otra de El Ala Oeste de la Ca­sa Blan­ca, la serie de Aaron Sorkin que muchos con­sideran una de las mejores de la historia de la televisión.

Ahora bien, el guionista no ha tomado lo mejor de esas series, y quiere que el show gire única y exclusi­va­mente en torno a Katherine Heigl, a quien presenta desde el primer minuto en una situación in­sostenible: ella y su novio, cooperante en un país afri­cano, fueron atacados por un grupo terrorista islámico; ella sobrevivió pero su novio no. Por diversas razones, no ha superado el trauma y no hace caso a los consejos de su psiquiatra; al contrario, recurre con regularidad al alcohol y a encontronazos sexuales. Curiosamente nada de ello afecta a su trabajo, y ca­da mañana aparece fresca y dispuesta a desmontar conspiraciones, y a tomar decisiones impecables en tiem­po récord. El novio fallecido era el hijo de la Presi­denta…

Asuntos de Estado se queda en un divertimento muy discreto que fagocita muchos recursos ajenos del cine, las series y la telerrealidad informativa. Y lo hace con escaso acierto, rozando alguna vez y de ma­nera involuntaria lo risible. Diseñada para emitir­se en un canal en abierto, la NBC, sus estrategias po­drían ser más sutiles.