Cadáveres

Cadáveres: Batido de líneas temporales

La serie Cadáveres, basada en la novela gráfica del mismo nombre de Si Spencer, es de esas que, por su planteamiento, despiertan el interés de cualquier espectador: cuatro detectives encuentran el mismo cadáver, en cuatro épocas distintas, con más de 150 años de diferencia. Una premisa fantástica, la cual abre un abanico de posibilidades inmenso y de gran interés que, sin embargo, no logra rematar.

Podemos decir que el reparto funciona, y logra que los detectives sean, por norma general, personajes complejos, con sus luces y sus sombras, con conflictos internos ricos y valiosos, que sin embargo se pierden en el entretejido de las distintas líneas temporales. Es ahí donde a Paul Tomalin la serie se le empieza a escapar de las manos, ya que todo se enrevesa en exceso para resolver de forma poco convincente, e incluso ilógica, si tenemos en cuenta lo que sobre el antagonista de la serie se nos ha ido contando.

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A pesar de la gran promesa de Cadáveres, la serie termina yendo a territorios comunes de tantas y tantas producciones sobre viajes en el tiempo y alteraciones en la historia (algo que, en los últimos años, se está explotando hasta la saciedad), por lo que a pesar de la gran promesa, no termina de aportar nada demasiado original. Y eso que, en los primeros episodios, plantea bien los conflictos.

Cadáveres termina, poco a poco, perdiendo el interés y haciéndose más y más lenta, llegando a ser difícil incluso terminarla, pues falla a la hora de mantener el interés del espectador. Muchas veces se desdibuja dónde termina un episodio y empieza el siguiente…

A pesar de todo, si el espectador gusta de este género, encontrará la producción interesante, y con algunos giros curiosos. Y, solamente por el planteamiento, merece aunque sea darle una oportunidad al piloto.