Chernobyl: Radiografía de una catástrofe

· Las elipsis, los flashback y los flashforward tejen el re­lato de Chernobyl con un realismo estremecedor que cuida los conflictos internos, de acción y de relación de manera anto­ló­gica.

La serie mejor valorada en lo que llevamos de año se ro­dó en la central nuclear lituana de Ignalina, que no es­tá operativa y es conocida como la «hermana de Cher­nóbil». Los hechos que tuvieron lugar aquel fatídico sá­bado 26 de abril de 1986 a la 1:23 de la madrugada son el eje de una producción de Sister Pictures, The Might Mint y Word Games para Sky y HBO. El creador es el guio­nista, Craig Mazin.

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Una prueba de seguridad, un conjunto de errores humanos y un engranaje plagado de fallos provocaron la ex­plosión del reactor cuatro de la central, cuyo núcleo se vio afectado liberando a cielo abierto una nube radio­ac­tiva, con una radiación equivalente a la emitida por 400 bombas de Hiroshima. Las poblaciones cercanas se vie­ron muy afectadas: 116.000 personas tuvieron que ser evacuadas de sus hogares.

Inicialmente el gobierno se preocupó más en desmentir la tragedia que en buscar soluciones, hasta que la situación se torna descontrolada y comienzan a luchar contra un terror invisible al ojo humano. De­sinformación, enfermedad y confusión llegaron a sentirse en todo el continente europeo.

Mazin no parecía el guionista adecuado para una historia así. Sus trabajos más relevantes son Resacón 2 y 3 y Superhéroe Movie… El director es Johan Renck, un pro­fesional con experiencia en publicidad y videoclips que había dirigido capítulos sueltos de Breaking Bad, Vikingos, Bates Motel, Halt and Catch Fire y The Last Pan­thers. Mazin vio claro que cinco capítulos eran suficien­tes y se lanzó sobre el libro de Svetlana Alexandrievitch, a quien se pidieron derechos pero que no aparece en los créditos.

El extraordinario trabajo de la cellista islandesa Hildur Guðnadóttir (que también participa en Joker, de Todd Phillips) combina el tono sombrío de su música con sonidos reales de la central nuclear de Lituania. Existe así un acompasado sonido diegético, ese so­nido que interactúa con los personajes y elementos de la historia, que subraya la intensidad dramática. No hay ar­gucias en Chernobyl que, sin embargo, engancha (mu­cho) e instruye desde el primer momento.

Chernobyl: El precio de la verdad, el de la mentira

«No importa lo que queramos creer, y no importa qué his­toria queremos que el mundo crea, la verdad es la ver­dad», reconoce Mazin cuando se le pregunta sobre la ve­racidad de su trabajo. Existe una visión moral que no de­bilita el punto de vista del espectador y provoca el in­te­rés por seguir ampliando información sobre lo sucedi­do en aquella madrugada.

Una planificación y un montaje precisos y dinámicos lo­gran captar la atención del espectador que tiene facili­dad para empatizar con la atmósfera que se ha creado gra­cias a un soberbio trabajo de diseño de producción.

«Lo más hermoso de Chernobyl es que, incluso en tiem­pos de desastre, las personas se ponen de pie y siguen adelante de manera ejemplar y noble», dice Mazin so­bre los personajes de la serie, entre los que ocupan un lu­gar central los limpiadores, los 600.000 volunta­rios que participaron en los trabajos para aislar el núcleo. Una historia de honor, generosidad y valentía que con­vi­ven con el miserable comportamiento de las autoridades comunistas. Lo compendia el personaje del cien­tífico Va­lery Legásov, que lidera y participa en las ope­raciones ini­ciales y preside el comité que investiga las causas de la catástrofe: «Antes temía el precio de la ver­dad. Ahora so­lo me pregunto: ¿cuál es el precio de la mentira?».

La fotografía mate de Jacob Ihre da al relato una so­briedad inolvidable. En el ámbito actoral, Jared Harris da vida al científico nuclear Legásov con una solvencia ina­pelable, similar a la que tiene el trabajo de Stellan Skarsgard personificando al viceministro Boris Shcherbin. Emily Watson luce en el personaje ficticio de la científica Ulana Khomyuk.

Las elipsis, los flashback y los flashforward tejen un re­lato de un realismo estremecedor que cuida los conflictos internos, de acción y de relación de manera anto­ló­gica, evitando la fragmentación del relato que podría de­sorientar al espectador que no conozca bien los hechos. La escritura bascula entre el heroísmo trágico de hé­roes anónimos y el servilismo amoral y mezquino de unos funcionarios que quieren encubrir la dimensión de la catástrofe ante la dura reprimenda de las autoridades gubernamentales de entonces, absolutamente responsables de la catástrofe. Se entiende que se hayan pro­ducido algunas quejas sobre este último extremo: es evi­dente que Gorbachov y su gobierno fueron mucho más responsables de lo que la serie cuenta. Pretender lo con­trario es un insulto a la inteligencia.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU., Reino Unido, 2019
  • Dirección: Johan Renck
  • Fotografía: Jakob Ihre
  • Música: Hildur Guðnadóttir
  • Duración: 1 temporada (5 capítulos de 60 minutos)
  • Emisión en España: HBO
  • Público adecuado: +16 años
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