Crítica Press

Crítica Press: Periodismos enfrentados

Mike Bartlett y Tom Vaughan, que unieron fuerzas en Dra. Foster hace cinco años, se ponen a los mandos de es­ta miniserie de la BBC que gustará al gremio periodístico. Hacía tiempo que no veíamos una ficción televisiva so­bre la profesión y, aunque no estamos ante The News­room, en estos tiempos de ‘clickbait’, ‘fakenews’ y con­versión digital, un drama sobre el tema bien puede ser útil como ejercicio de masoquismo o incluso de catarsis.

Press contrapone dos diarios ficticios, el progresista ‘The Herald’ y el tabloide sensacionalista ‘The Post’. Físicamente, pues se ubican frente a frente en la misma plaza de la ciudad -lo que ofrece interesantes posibilidades al tratamiento visual y a la historia-, y desde el punto de vista de la línea editorial: ambos comparten las mismas noticias pero desde enfoques muy diferentes.

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La narrativa es similar a la de series como La ciudad y la ciudad o Counterpart, pero llevada al terreno del ejer­ci­cio periodístico. Son dos formas de ver el mundo en due­lo, en el que se baten una serie de personajes. Los prin­cipales, Ben Chaplin, que da vida a Duncan Allen, el cí­nico y mercantilista director de ‘The Post’, publicación que se caracteriza por sus polémicas portadas, y Charlotte Riley, intérprete de Holly Evans, la inteligente jefa de redacción de ‘The Herald’, que lucha por de­fender la verdad en un periódico que encarna el rigor pe­riodístico.

Los dos llevan con solidez la tensión dramática, acom­pa­ñados por buenos secundarios como Priyanga Bur­ford, Sujaya Dasgupta, David Suchet o Al Weaver. Tra­di­cionalmente, se ha dicho que la profesión periodística se caracterizaba por las “3D”: dipsómanos, depresivos y di­vorciados, y en esta serie hay una buena galería de seres que sufren en sus carnes las consecuencias de la lucha en­tre los ingresos económicos y los principios mo­rales.

Bartlett dedicó tiempo a documentarse para la escritura del guion. Visitó varias redacciones, habló con periodistas freelance y contó con el consejo del analista de me­dios de The Guardian, Roy Greenslade. Quería conseguir una serie atemporal, que mantuviera su actualidad con el paso del tiempo, «buscar esos temas que siempre fas­cinan a los periodistas y los obstáculos con los que siem­pre tropiezan».

Esta voluntad de atemporalidad, unida a la mentalidad postmoderna, lastran la historia de falta de síntesis y de cierta visión fatalista, como sugiere la escena con la que abre la serie. El mundo real es algo más que mani­queís­mos contrapuestos. Muchas redacciones trabajan hoy por aunar conversión digital, ética profesional y sos­tenibilidad. No hay otro camino.