Dime quién soy

Dime quién soy: Espías por el mundo

La esperada adaptación a la pantalla de la novela más po­pular de Julia Navarro ha culminado en una miniserie de 9 capítulos producida por Movistar+. La serie, co­mo la novela, aunque cambia el personaje narrador y con él el punto de vista, cuenta la historia de Amelia Ga­yarroa des­de que, siendo joven, se enrola en el movimiento comunista en la España de 1934. El largo periplo vi­tal de Ga­yarroa le servía, primero a la novela, después a la serie, pa­ra recorrer la convulsa historia del siglo XX en Europa.

La producción de series en España vuelve a demostrar, con este título, que le ha perdido el miedo a la com­plejidad y al tamaño. En ese sentido, la serie puede pre­sumir de ser una superproducción con una puesta en es­cena, una recreación histórica y un vestuario a la medida del mejor cine. El propio argumento de la historia, que ha­ce viajar a nuestra protagonista por dos continentes y numerosos países a lo largo de siete décadas, obli­gaba a este esfuerzo de producción. A esto hay que aña­dir el plus de que la serie incorpore un aspecto políglota muy importante y que da empaque a una película de espías que se mueven por el mundo.

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Junto con estos méritos de producción, la serie puede presumir también de unas interpretaciones notables li­deradas por Irene Escolar, una de nuestras actrices más solventes.

Sin embargo, Dime quién soy no brilla tanto como de­biera. El problema es un argumento excesivamente am­bicioso que no termina de cocinarse con el desarrollo ne­cesario. Y no me refiero a un tema de falta de tiempo (9 capítulos de 45 minutos son mucho tiempo), sino que no terminamos de entender las motivaciones de la pro­tagonista para emprender su larga y compleja odisea. O, mejor dicho, se entiende el arranque (mucho menos ejem­plar del que se le pide a un héroe o heroína) pero no se entiende del todo el resto del viaje. Falta trabajo de guion para dar consistencia al personaje. Este escaso de­sarrollo, unido a los aspectos más culebronescos de la tra­ma -un culebrón contado con bastante contención, pe­ro culebrón al fin y al cabo-, hacen que la serie se que­de a medio camino entre la brillantez del envoltorio y lo deslavazado de la historia. Una producción notable pe­ro no sobresaliente.