Don Matteo: Costumbrismo oxigenante
· Don Matteo es un producto bien confeccionado, escrito y realizado con oficio. La puesta en escena y el montaje son sencillos, no rehúye los clichés ni los mecanismos propios de la comedia tradicional.
Don Matteo es un cura de sotana, boina y bicicleta, que resuelve crímenes y trata de convertir al culpable. Interpretado por Terence Hill, Don Matteo es el protagonista de la homónima serie que en Italia lleva emitiéndose 14 años, con un share siempre por encima del 20% y unos índices de audiencia entre los 5 y 8 millones. Las tres primeras temporadas estaban compuestas por 13 episodios; las sucesivas por 24, excepto la última, que contiene 26 (siempre de unos 50 minutos). La acción transcurre en Gubbio, pueblecito de la provincia de Perugia, en el centro de la península, si bien en la última temporada se ha trasladado a Spoleto, dentro de la misma provincia. El cambio de localización no ha mermado la acogida, pues los primeros episodios de la nueva temporada han obtenido un share del 30% con más de 8 millones de espectadores. Don Matteo está producida por la Lux Vide en colaboración con Rai Fiction, y en Italia la emite RAI 1 en prime time. La serie, que ya había sido exportada a Francia, Eslovaquia y Polonia, desde el pasado octubre se emite también en España, por La 2.
Sería injusto atribuir su éxito a la idiosincrasia de la audiencia italiana y su gusto por la ficción televisiva basada en personajes religiosos o en vidas de santos, como atestiguan las cifras de audiencia alcanzadas por algunos títulos de Lux Vide. Puede que esta sea una razón, pero no es la única ni la más importante.
Don Matteo es un producto bien confeccionado, escrito y realizado con oficio, aunque se aleje de los cánones habitualmente afirmados para juzgar la calidad de la ficción audiovisual. La puesta en escena y el montaje son sencillos, no rehúye los clichés ni los mecanismos propios de la comedia tradicional, como las coincidencias y equívocos. Los subrayados musicales son constantes y enfatizan las actuaciones y los frecuentes momentos sentimentales. La estructura narrativa es previsible. Uno sabe lo que se va a encontrar. Sabe que el primer sospechoso nunca será el culpable, que la resolución llegará acompañada de un flashback explicativo y que al final Don Matteo conseguirá convertir al reo. Porque, además, Don Matteo es moralizante. Pero todo esto es precisamente lo que gusta a sus seguidores. Triunfa porque reconforta, porque evita los sobresaltos y es positiva, porque ganan los “buenos” y a los “malos” se les ofrece una posibilidad de redención. Por el camino se pasa un rato agradable, con un poco de intriga y abundantes golpes de humor.
El problema es que, dicho así, se corre el riesgo de infravalorar un producto que ha mantenido durante tantos años semejantes índices de audiencia. Por ejemplo, es verdad que su estructura resulta repetitiva, pero ésta se ve compensada por la evolución de líneas narrativas en tono romántico o de comedia, así como por un grupo de personajes secundarios habituales muy bien caracterizados, entre los que destacan los carabinieri que rivalizan con el sacerdote en la resolución de los casos: el capitán Anceschi, que intenta siempre mantener al sacerdote apartado del caso, pero que al final no tiene más remedio que recurrir a él, y su segundo, el maresciallo Cecchini, amigo de Don Matteo, de quien busca disimuladamente el consejo a espaldas de su jefe. En las cinco primeras temporadas, los carabinieri estaban interpretados respectivamente por Flavio Insinna y Nino Frassica, dos actores de indudable vis cómica, muy populares en Italia gracias a la serie. Desde la sexta temporada, Insinna ha sido sustituido por el actor Simone Montedoro, menos célebre y divertido, pero la serie aguantó el tirón. Lo que dice mucho a favor de la solidez del producto.
Paralelamente a la trama del crimen, se desarrolla en cada capítulo una subtrama que implica normalmente a uno de los carabinieri, ofrece más espacio al humor y prosigue a veces durante varios episodios, mientras que el caso de la trama principal se resuelve siempre en cada capítulo. El montaje es ajustado y esencial, el ritmo se mantiene, los episodios resultan compactos y, en definitiva, funcionan. Quizá no siempre entusiasmen, pero tampoco aburren. Difícil vaticinar si Don Matteo triunfará también en España, pues las historias y el tipo de humor están bastante radicados en la realidad italiana.
La popularidad de Don Matteo ha llevado a la Lux Vide a repetir la fórmula, de nuevo con óptimos resultados, como muestran en los últimos años la aceptación de las series Che Dio ci aiuti (con una monja que resuelve casos policíacos) o Un passo del cielo (con Terence Hill como guardia forestal y ocasional detective). También las dos temporadas de Ho sposato uno sbirro, mezcla de comedia familiar y thriller e interpretada por el mencionado Flavio Insinna, gozaron de altos índices de audiencia. Pero ninguno de estas series iguala en repercusión y penetración social a Don Matteo, caso único si tenemos en cuenta que los 14 años de emisión no parecen haberle provocado ningún desgaste.
En opinión de Armando Fumagalli, director del Máster de Guión de la Universidad Católica de Milán, su éxito se debe a varios factores, empezando porque “propone, en tono ligero y positivo, una visión del hombre profunda y esperanzadora”. Para Fumagalli, “Don Matteo muestra el deseo que los espectadores tienen de historias abiertas a la dimensión religiosa de la vida, a la reconciliación y el perdón”. A la vez, “prueba la existencia de una ancha franja de público que, tras una dura jornada de trabajo, siente la necesidad de un producto televisivo tranquilizante”. Además, la serie está escrita por gente joven, de menos de cuarenta años, lo que ayuda a conectar con un espectro de audiencia amplia y diversificada.
Por último, habría que añadir que probablemente Don Matteo no existiría sin el carisma de Terence Hill. El actor italiano (su verdadero nombre es Mario Giroti), famoso en otro tiempo por Le llamaban Trinidad y por algunos éxitos hollywoodianos en compañía del también italiano Bud Spencer (Carlo Pedersoli), a punto de cumplir los 75 años pero que aparenta unos diez menos, da vida con garbo a este sacerdote de talante sereno, a caballo entre el Padre Brown y Don Camilo, que habla sin empacho de la misericordia divina, el perdón, la oración y la gracia.
Enrique Fuster
Ficha Técnica
- Creador: Alessandra Caneva, Alessandro Bencivenni, Domenico Saverni, Alessandro Jacchia, Enrico Oldoini,
- Guion: Mario Ruggeri, Carlo Mazzotta, Francesco Arlanch, Mauro Graiani,
- Intérpretes: Flavio Insinna, Nino Frassica, Terence Hill, Natalie Guetta, Francesco Scali, Pietro Pulcini, Pamela Saino, Simone Montedoro,
- País: Italia, 2000
- Fotografía: Fabrizio Lucci, Marco Carosi, Giovanni Brescini, Giovanni Galasso, Massimo Lupi
- Música: Pino Donaggio
- Producción: RAI
- Duración: 12 temporadas (255 capítulos de 50 minutos)
- Público adecuado: +12 años