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Érase una vez

Como todo buen cuento, Érase una vez toca teclas universales que hacen pensar al espectador adulto sobre la importancia de la filiación, el sentido de la fábula y la búsqueda de la felicidad por medio de la aper­tura a los demás

Érase una vez (2011)

Érase una vez: La vida es cuento

Las relaciones entre el mundo real y el de la fantasía siempre han dado mucho juego en el cine y la televisión. Desde que Geor­ge Méliès rodase en 1900 la primera versión de Cenicienta, las adaptaciones de cuen­tos que juegan con la presencia de lo má­gico en la vida corriente han sido muy nu­merosas. Sin embargo, sólo algunas pocas han logrado transmitir el hechizo del cuen­to original. No se puede decir por tanto que es una tarea fácil ya que grandes direc­tores como Steven Spielberg y Tim Bur­ton (especialmente acertados al tratar el género fantástico) han defraudado en sus gélidas versiones de dos obras maestras de la fantasía como Peter Pan y Alicia en el País de las Maravillas.

Érase una vez es un ejemplo de cómo la televisión se acerca cada vez más al cine, y cómo se puede modernizar un cuento sin per­der su original grandeza. Ya lo hemos vis­to en la últimas tres versiones de Blan­ca­nieves, cada una de ellas muy diferente pe­ro todas ellas respetuosas de la versión ori­ginal. Si en los años 80 Shelley Duvall pu­so de moda la teatralización de los cuentos de hadas (Faerie Tale Theatre), el siglo XXI ha intentado rejuvenecer este género con la serie Grimm (una mezcla del thriller con la fantasía bastante poco sugerente) y, sobre todo, con Once upon a time.

Érase una vez tiene la gran ventaja de que se toma en serio los cuentos para llegar a todo tipo de públicos. Hay diferentes ni­veles de lectura de la serie que hacen que sea inteligente y a la vez inocente, en el me­jor sentido de la palabra. La acción se cen­tra en Blancanieves y la famosa maldición de la bruja, pero esto no es más que el ini­cio. Hay otros personajes que intervienen en un cuento (Pepito Grillo, Caperucita Roja, el Rey Midas, Hansel y Gretel) que relaciona el mundo real y el mundo de la fanta­sía. Este collage resulta muy entretenido, con una producción generosa y, sobre todo, con un guión y unos actores muy acertados.


Los creadores de la serie son los mismos que, junto con J.J. Abrams, produjeron Lost. Y una vez más, demuestran que saben có­mo mantener el ritmo televisivo. Quizá la tem­porada sea demasiado larga (22 capítulos), pero tiene la ventaja que se pueden ver algunos de ellos sueltos sin perder el hi­lo narrativo.

La música es de Mark Isham, un composi­tor neoyorquino que se prodiga mucho en el cine. Algunos de sus trabajos son magnífi­cos (El río de la vida, Crash o La niebla), pe­ro habitualmente no deja una huella dema­siado personal. Es el caso de Érase una vez. Aun así, hay que reconocer que la músi­ca de Isham tiene una gran virtud: respe­ta los silencios, algo que habitualmente no su­cede en series en las que hay un hilo musi­cal más propio de un centro comercial que de una ficción televisiva.

La fantasía de la serie es creíble y atracti­va por el acierto en el casting. Jared Gil­mo­re (el hijo mayor de Don Draper en Mad Men) tiene un papel esencial, porque guía a los personajes de la realidad al cuento. Su voz consigue que la serie desprenda el encan­to de las fábulas sin caer en la ñoñería que tienen muchas producciones Disney (la ca­dena ABC pertenece a Disney).

Por otro lado, funciona muy bien la mezcla de actores reconocidos como Robert Car­lyle (Full Monty, 28 semanas después) con otros menos conocidos como Ginnifer Good­win (Algo prestado) o Jennifer Mo­rri­son (House).

Como todo buen cuento, Érase una vez toca teclas universales que hacen pensar al espectador adulto sobre la importancia de la filiación, el sentido de la fábula y la búsqueda de la felicidad por medio de la aper­tura a los demás. No es una moraleja in­sertada a golpe de martillo para lograr que el cuento parezca profundo. Es más bien un conjunto de imágenes y diálogos muy sugerentes. El niño que mira cómo el re­loj que llevaba años parado se pone en fun­cionamiento cuando regresa su madre y con ella la fantasía, ese diálogo entre las dos brujas (“Hay límites que ni siquiera noso­tras deberíamos traspasar”), la petición de un hijo a su madre para que le devuelva la infancia que le ha robado (“Tú vas a volver a traer los finales felices a este mundo”) en unos columpios abandonados en la orilla del mar. Todos estos detalles hacen que el cuento crezca y trascienda más allá de las aventuras, persecuciones y hechizos.

Después del éxito en Estados Unidos, ABC ha confirmado que habrá segunda temporada. En España, Antena 3 emitirá en abierto la serie este verano y prepara una “versión” na­cional que pretende seguir la estela de Érase una vez o Grimm. O al menos así han que­rido venderla. Pero las noticias que llegan sobre esa versión española son de­salenta­doras. Nada que ver con esta deliciosa serie norteamericana para todos los públicos.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (Once Upon a Time), 2011
  • Fotografía: Stephen Jackson, Steven Fierberg
  • Música: Mark Isham
  • Duración: Primera temporada (22 capítulos de 45 minutos)
  • Producción: ABC
  • Emisión en EE.UU.: ABC (23.10.2011 – 13.5.2012)
  • Emisión en España: Antena 3 (estreno en julio de 2012)
  • Público adecuado: Todos
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