Informer

Informer: La soledad del chivato

· Informer es un drama que engancha por­que cuenta con una narrativa original. Cada capítulo arranca con los sucesos que rodean a un tiroteo en una cafetería y el juicio posterior, y se centra en alguno de los personajes que viven el su­ceso.

Uno de los géneros más utilizados y que más adeptos tiene en la ficción seriada es el thriller policiaco. Y en ese marco, co­mo subgénero, sobre todo desde la caída de las Torres Gemelas, el argumento de la amenaza terrorista y las dificultades de las autoridades para investigar en el in­trincado nido de las células extremis­tas islámicas en Europa.

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Por eso, ver enfoques diferentes, como en Bodyguard o Informer, es una alegría. Tan­to, que el sexto y último capítulo de és­ta mantuvo paralizada a media Inglaterra. Informer coloca el punto de mira so­bre un informante y las circunstancias que le obligan a proporcionar datos comprometedores a la Policía a cambio de pro­tección de aquellos a quienes traiciona, en un círculo vicioso sin solución que su­pone un alto precio para él.

Si, además de esto, la serie es emiti­da por la BBC, la eficacia está servida. En es­te caso la producción corre a cargo de Neal Street Productions, compañía crea­da por Sam Mendes, Pipa Harris y Ca­ro Newling, que produce cine, series y tea­tro y ha sacado adelante películas de no­table reparto y cierto éxito: Revolutiona­ry Road, con Kate Winslet y Leonardo Di Caprio, Jarhead: el infierno espera y Un chico listo. O las series Stuart: una vida al revés, con Tom Hardy y Benedict Cum­berbatch, Penny Dreadful y Llama a la comadrona.

Informer es un drama que engancha por­que cuenta con una narrativa original. Cada capítulo arranca con los sucesos que rodean a un tiroteo en una cafetería y el juicio posterior, y se centra en alguno de los personajes que viven el su­ceso. El resultado es un rompecabezas con cortes y saltos de tiempo y perspecti­va, del que poco a poco vamos viendo la imagen que se forma aunque no tengamos claro el resultado hasta colocar la pieza final so­bre la autoría del atentado.

La trama principal sigue los pasos de un joven inglés pakistaní de segunda ge­neración, Raza Shar (casi desconocido Na­bhaan Rizwan, solvente y convincente en su papel), a quien pillan con droga en el bolsillo y recibe la oferta de ser informante a cambio de evitar la cárcel y la deportación.

Raza se mueve entre dos mundos: su fa­milia y su entorno vecinal, y la unidad terrorista para la que trabaja a las ór­denes de Gabe Waters (Paddy Considi­ne), casado pero con un pasado oculto que le tiene atenazado e inmerso en una do­ble vida. Los perfiles de los personajes son creíbles y están muy bien trabajados, así como las relaciones entre ellos y las tramas de cada uno de los contextos (la comisaría, las familias, etc.) y de los pro­tagonistas y secundarios, como Holly Mor­ten (Bel Powley), novata en el departamento antiterrorista, o Emily, la mu­jer de Gabe (Jessica Raine).

La serie, que terminó con una resolu­ción formidable, y de la que se espera una segunda temporada, aunque todavía no hay datos que lo confirmen, está dirigida por Johnny Campbell (realizador de algunos capítulos de Westworld, Doctor Who o Shameless) y ha sido rodada en el East End, un barrio que se caracteriza por su diversidad racial, cultural y religiosa, donde la municipalidad procura la in­tegración y la lucha contra los guetos. Fue nominada a los BAFTA a la mejor serie dramática.

Se trata de un drama que remueve con­ciencias y hace pensar sobre la dificultad de frenar el extremismo islamista, la vulnerabilidad de muchos chicos que vi­ven en este entorno y los métodos en oca­siones dudosos de la Policía para obtener resultados.

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