La Guardia

La Guardia: El Mundodisco de Pratchett

La historia comienza con Sam Vimes, capitán de La Guardia de Ankh-Morpork, hablando con la muerte, quien le hace recordar -un largo flash-back– cómo llegó a su morada y, de paso, cómo La Guardia se convirtió en lo que es, es decir, en el cuerpo de seguridad más inútil del multiverso. Cuando Vimes está dispuesto a aceptar su final, la muerte le indica que su historia no ha hecho más que comenzar.

Si conoces la obra de Terry Pratchett, esta presentación es más que suficiente; bastaría indicar que esta miniserie no trabaja un libro concreto de la saga de Mundodisco, sino que construye una historia (poco) original a partir de diversas aventuras de La Guardia que aparecen en al menos, cinco de los libros, principalmente en Ronda de noche y Guardia, Guardia.

Si eres nóvel, o casi, en las cosas del Mundodisco, conviene decir que te van a explicar lentamente y en detalle quienes componen el singular cuerpo de policía de su capital: Sam Vimes -criminal antes de ser policía-, un troll inmenso de gran corazón, una mujer lobo, un enano gigante y un/una forense. La Guardia depende de Lord Vetinari, regente de Ankh-Morpork, una ciudad en la que el crimen es legal. Los gremios, sobre todo el de asesinos y el de ladrones, pagan impuestos y levantan acta de sus actuaciones. La Guardia sirve para… rescatar gatos, hasta hoy. Esta aventura, en la que se juega el destino del mundo (disco), cambiará primero el carácter del grupo.

Si eres fan de Mundodisco, muchas de las elecciones que ha hecho el guionista y creador de esta serie, Simon Allen, te molestarán. Aunque no hace falta ser experto para darse cuenta de que esta historia es una pobre aproximación al Mundodisco: hay demasiado mundo Allen y poco Pratchett; hay momentos acertados -los Pratchett– y otros que no lo son tanto.

Las adaptaciones anteriores (especialmente Going Postal y Papá Porco) no dejan de recordar qué es el Mundodisco y muestran el disco sobre los cuatro elefantes que a su vez se apoyan en la gigantesca tortuga; tampoco olvidan la absurda y desternillante lógica que gobierna el mundo y la magia; ni que la ambientación general es muy victoriana. El espectador reconoce desde el principio el Mundodisco y el disparatado pero lógico espíritu de Pratchett. En el caso presente Allen y los suyos lo rediseñan y, por lo que aparece en pantalla, podría ser esférico, sin elefantes ni tortuga. Ankh-Morpork se parece bastante a alguna ciudad cochambrosa de las que aparecen en La Guerra de las Galaxias, es decir, sucia, decadente y con tipos raros actuando con normalidad.

Falta ingenuidad y locura, todo es demasiado serio, especialmente el discurso inclusivo. El aspecto general del equipo tiende a punk, también la música. Y Sam Vimes está demasiado tiempo en pantalla para ser un hombre con poco carisma, sucio y andrajoso y con un puro en la mano (o tras la oreja) todo el tiempo.

La Guardia queda reducida a una curiosa y simpática historia policiaca, la búsqueda de un objeto mágico que puede evitar la destrucción del mundo; el equipo resulta entrañable, pero su líder no es demasiado carismático. El primer capítulo resulta bastante interesante, los demás pierden interés gradualmente. Es una pena, tiene buenos actores, buena producción y parte de un material excelente -de hecho, los momentos Pratchett funcionan siempre-, pero el creador ha fallado.