La línea invisible: Aclarar no es blanquear
Ante la multitud de series que se estrenan al año (aproximadamente unas 500), y la inmediatez epidérmica que muchas veces exigen las redes sociales, los críticos de televisión tienen la tentación de escribir sobre una ficción antes de terminar de verla. Entre las primeras reseñas de La línea invisible, varias hablaban de esta serie como un intento de blanquear ETA. Era un titular que, probablemente, buscaba provocar el morbo del espectador, y además echaba más leña al fuego sobre la supuesta idolatría que la televisión actual promueve hacia villanos reales y ficticios (Pablo Escobar, Joker, Walter White). Sin embargo, esta miniserie de Movistar tiene una campaña de promoción que despeja muchas dudas: “Cuando ETA eligió matar”. La serie es coherente con este lema: hay una claridad meridiana entre los que pasaron una línea invisible, y los que no.
El 20 de octubre de 2011 la banda terrorista ETA anunció el cese definitivo de su actividad criminal, 43 años y más de 800 víctimas después. La línea invisible recrea los comienzos de esta agrupación a finales de la década de los 60, cuando se inició con jóvenes de la izquierda abertzale y antifranquista guiados y apoyados por algunos miembros de la burguesía y el clero vasco.
No es la primera vez que ETA protagoniza series, películas o documentales. Los filmes del francés Miguel Courtuis (El Lobo, GAL), las recientes parodias de Borja Cobeaga (Negociador, Fe de etarras) o los numerosos y fallidos intentos de Imanol Uribe (El proceso de Burgos, La muerte de Mikel, Días contados, Lejos del mar), no llegaron a calar en profundidad en la tragedia y la violencia vivida en el País Vasco. Hay algunos títulos muy valiosos que, desgraciadamente, no tuvieron la repercusión que merecerían: Sombras en una batalla (Mario Camus, 1993), Todos estamos invitados (Manuel Gutiérrez Aragón, 2008), o Santuario (Olivier Massett-Depasse, 2015).
Esta miniserie casi coincide en el tiempo con la docuserie ETA, el final del silencio. Quizás sea el mejor momento para este tipo de ficciones, cuando el tiempo clarifica la verdad de los hechos históricos y facilita el análisis. Mariano Barroso (Éxtasis, Todas las mujeres), un cineasta y dramaturgo con una habilidad incuestionable en la dirección de actores, es el realizador de los 6 capítulos de esta serie; una de las ficciones nacionales más interesantes de los últimos años. Con un material dramático en permanente estado de incandescencia, ha cuidado cada detalle para que el espectador observe y opine con libertad, sin forzar juicios apresurados o retratos maniqueos.
Entre el color y las balas
La línea invisible tiene bastante continuidad con la serie anterior de Mariano Barroso: El día de mañana (2018). Se repite una recreación de los años 60 en el que se muestran el desgaste del franquismo, pero también una considerable bonanza económica expresada en el diseño de vestuario y una fotografía preciosista que pinta los paisajes con acentuados colores pastel. Pero si en El día de mañana se caía en la erotización habitual del cine de Barroso, y en una dispersión argumental que no acababa de funcionar, en esta ocasión la trama y los personajes están mejor medidos y trazados. Aunque en el desarrollo del personaje de Melitón Manzanas que borda Antonio de la Torre hay excesos innecesarios, pero también una cierta ternura, humanización y matices dramáticos. Por otro lado, muestra con sensibilidad y talento cómo el odio y la violencia carcomen el alma humana, algo que se echa de menos en muchas ficciones protagonizadas por criminales.
El guion de Alejandro Hernández (Caníbal, Criminal) y Michel Gaztambide (Gigantes, No habrá paz para los malvados) tiene tempo, ritmo e inteligencia para hacer pensar y conmover sin mitificar. En solo 6 capítulos de apenas 45 minutos se hace un retrato cercano y complejo que llega a sugerir con mucha sensibilidad e ingenio. La música y el diseño de producción aportan brillantez a esta gran historia facilitando la inmersión del espectador en la historia.
Mariano Barroso hace brillar un reparto colosal compuesto por actores jóvenes e intérpretes consumados: Àlex Monner (La próxima piel), Enricq Auquer (Quien a hierro mata), Anna Castillo (Viaje al cuarto de una madre), Patrick Criado (Vivir sin permiso), Asier Etxeandia (Dolor y gloria), María Morales (Todas las mujeres), Joan Amargos (La vida sin Sara Amat).
La línea invisible demuestra que la senda marcada por películas como Celda 211 (2009), No habrá paz para los malvados (2011) o Grupo 7 (2012) tiene su continuidad en la ficción española. Si en 2019 destacaron en nuestro país las series policíacas Hierro y Criminal, en 2020 la miniserie de Mariano Barroso coincide con La Unidad, extraordinaria producción de Dani de la Torre (El desconocido). Y en los próximos meses llegarán Patria, la esperada serie de HBO España basada en la novela de Fernando Aramburu, y Antidisturbios, la primera ficción televisiva de Rodrigo Sorogoyen (El reino). El thriller ha pasado a ser un género asumido con naturalidad y talento por la industria y el público de nuestro país. Una gran noticia.
Ficha Técnica
- Creador: Mariano Barroso,
- Guion: Alejandro Hernández, Michel Gaztambide, Abel García Roure,
- Intérpretes: Antonio de la Torre, Anna Castillo, Àlex Monner, Patricia López Arnaiz, Enric Auquer, Asier Etxeandia, Patrick Criado, María Morales, Joan Amargós Rubert,
- País: España, 2020
- Fotografía: Marc Gómez del Moral
- Montaje: Jaume Martí, Pablo Mas Serrano
- Música: Vicente Ortiz Gimeno
- Producción: Sentido Films, Corte y Confección
- Duración: 1 temporada (6 capítulos de 45 minutos)
- Emisión en España: Movistar+
- Público adecuado: +18 años (VXD)