La Unidad

La Unidad: Terrorismo yihadista

La unidad. En las series como en cualquier otra creación audiovi­sual un crítico (que no es lo mismo que un articulista o un aficionado) atiende al lenguaje audiovisual en sus dis­tintos apartados, al contexto (las series que han precedido a la que corresponde comentar) y a la tematización de la historia que se quiere contar. Perdonen que lo recuerde pero es que los españoles, por lo general, ten­demos a pensar que lo que analizamos no existía o que lo hemos descubierto nosotros.

La Unidad es una producción de Vaca Films pagada ín­tegramente por Movistar. Los creadores son Dani de la Torre y Alberto Marini. De la Torre dirige los seis episodios. Los guiones son de Marini y Amelia Mora. Con un formato 6×50 nos cuentan el trabajo de un grupo de la Policía Nacional con sede en Madrid que se ocupa del te­rrorismo yihadista. Lo comanda una inspectora, Carla, cerca de los 50.

Con foto del experimentado Josu Inchaustegui, un ve­terano en distintos géneros incluyendo el thriller de acción, la puesta en escena de la serie tiene muy buen nivel y los dueños de Vaca Films, Emma Lustres y Jorge Pena, vuelven a demostrar que saben sacar partido a localizaciones resultonas en Madrid, Gerona, Galicia, Má­laga, Melilla, Nigeria y Francia (Toulouse y Perpiñán). Es­ta vez, los planos aéreos sirven una y otra vez para cambiar de escenario y están bien rodados. Fueron 18 se­manas de rodaje con dos equipos trabajando simultáneamente, uno dirigido por De la Torre y otro por Oskar Ale­gría. Esa puede ser la explicación de que la trama de Marian Álvarez (que interpreta a Miriam, apodada Pepinillo) parezca de otra serie.

El hombre de Movistar y dos parecidos

El hombre de Movistar, Fran Araujo, está presente y se nota. A la vez, controlaba Antidisturbios, miniserie de también seis episodios que dirige Rodrigo Sorogoyen con su productora Caballo. No hay que olvidar que Hierro y La línea invisible son series Movistar.

La Unidad se parece mucho a dos series de 2018: la británica Informer y la coproducción danesa-sueca GreyZo­ne (2018). En las tres hay tres núcleos temáticos: po­licías, infiltrados y terroristas. Los conflictos de rela­ción son similares, el de acción y el interno también. Pe­ro eso, a mi juicio, no es un demérito, más bien lo con­trario. Las tres series europeas están a años luz de pro­ducciones norteamericanas como Homeland (que fue pri­mero israelí) y Jack Ryan.

El guion de La Unidad podría haber sido el extraordinario cartel de la serie, pero por desgracia no lo es. El gru­po policial que trabaja con Carla se relaciona con mucha me­nos interacción de la que cabría esperar. Sorprende mu­cho el personaje de Marcos y la decisión de que sea Michel Noher -un actor argentino con acento argentino- quien lo interprete. En realidad, no es sorprendente, es incomprensible.

La trama principal está bien y se sigue con interés. Hay buen ritmo en un relato que decide cargar la mano en el conflicto personal (no profesional) de la inspecto­ra que le lleva a una decisión que es lo más flojo de la serie, tan flojo que podría haberla hundido. Ahí que reconocer que los guionistas han sabido pasearse por la cuer­da floja y no se caen.

Debilidades y fortalezas

Zahera en el primer capítulo está encantado de cono­cer­se, sobreactuando en plan Los Hombres de Pa­co; luego cuando se calma, mejora: en parte, la cul­pa es de la escritura de su personaje, que deja mucho que de­sear, porque parece un tipo que dirige boy scouts. Y no: los que dirige son gente con mucha experiencia y mucha valía. Esa gente no está para aguantar a un pa­yaso desatado: le hubieran partido la cara.

Es absoluta­men­te inverosímil el retrato del GEO, casi insultante. Si han tenido asesoramiento (dicen que sí) han debido per­der los apuntes o los han guardado en un cajón: la en­trada en la casa de Melilla es de Club de la Comedia… y alguna otra cosa operativa -que callo para no estropear visionados- es sencillamente inverosímil: eso lo ve un miembro del GEO o de la UIP y se está riendo un mes… Pero bueno, eso pasa en series de médicos, de abo­gados, de militares, de profesores, de periodistas… Les hubiera bastado imitar a la sensacional Fauda, impe­ca­ble en lo que a protocolos e intervenciones armadas se refiere.

La Unidad tiene más allá de estas debilidades, fortale­zas elogiables. Es capaz de acercarse a un asunto complejo y hacerlo sin frivolidad. Y eso es de agradecer. En el trabajo policial la información es vital y aquí, eso se cuen­ta relativamente bien. Los políticos siempre están ahí para hacerse fotos, colgarse medallas, perorar ante la prensa y complicar la vida del que se la juega. Y algo de eso está en La Unidad. Viene bien en estos tiempos don­de gente muy competente está a las órdenes de gente muy incompetente.

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