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Marvel – The Defenders

Sin mallas, ni calzoncillos de colores, ni mastodónticos edificios repletos de naves vo­ladoras, The Defenders bebe de cuatro series previas de Net­flix: Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage y Iron First

The Defenders

Marvel – The Defenders: La ciudad es para mí

The Defenders es uno de los subproductos habituales de la Marvel. Es el marco de mis comentarios, que quie­ren ayudar a lectores que tienen acceso a una oferta am­plísima y un tiempo limitado para ver películas o se­ries. Porque trabajan, cuidan su familia, leen, hacen deporte… Los críticos de cine y series olvidamos que nues­tro consumo es infinitamente mayor que el de un es­pectador convencional.

Me lo recordaron hace poco en un coloquio y es un plan­teamiento razonable… hasta cierto punto: porque al­gunos de los quejosos asistentes a ese cordial coloquio, pudiendo hacerlo, no leen buenas críticas de series an­tes de sentarse con la tablet o el portátil enchufado a la tele o la tele con acceso a Netflix, Filmin, Amazon, HBO o Movistar.

Porque lo que parece claro, por un lado, es que en la te­le convencional no ve series ni Perry. Y por otro, que quien hoy y ahora se queja de que no hay co­sas buenas pa­ra ver es porque no quiere verlas o porque le gusta que­jarse.

The Defenders es algo parecido a lo que hacen algunos ba­res que ofrecen el postre especial de la casa. Cuando pre­guntas en qué consiste, te contestan que se trata de ponerte juntos en un plato todos los postres que se ofre­cen en la carta. Y cuando mezclas un poco de tocino de cie­lo con tarta de queso, dices algo así como «está rico, in­cluso más que por separado…».

Seríamos injustos si dejásemos de señalar la di­fe­ren­cia entre esta serie de Netflix y películas como Los Vengadores. En The Defenders no hay mallas, ni calzoncillos de colores, ni mastodónticos edificios repletos de naves vo­ladoras. Los superhéroes de la serie de Marvel-Netflix no vuelan ni dan saltos kilométricos. No hay rayos para­li­zantes ni mandangas futuristas. Eso sí, se reparten mam­porros a base de bien y hay un sindicato criminal que manda centurias de luchadores dispuestos a machacar al que se ponga por delante.

Y ustedes pensarán: vale, más de lo mismo, pero con su­perhéroes sin capa y vestidos de calle, y diálogos me­nos tontos que los de las películas. Sí, hasta cierto pun­to. The Defenders bebe de cuatro series previas de Net­flix: Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage y Iron First.

La estrategia de Netflix

Los creadores son listos y saben que crear un equipo con estos cuatro personajes requiere tiento, no solo por­que son distintos sino por el dispar atractivo de cada uno de ellos. El primero, DaredevilMurdock, es un personaja­zo; Jones tiene su punto como heroína desencanta­da siem­pre agarrada a una botella; el tercero, Cage, es un for­tachón monocarril salido de un experimento que te can­sa al tercer capítulo; y RandIron First es un pasmarote soso desde el minuto uno hasta el postrero, sin el me­nor rastro de carisma.

Sigourney Weaver en The Defenders (2017), de Douglas Petrie y Marco Ramirez

Así las cosas, la primera temporada de The Defenders em­pieza mal: los tres primeros capítulos son un leño que rueda al tran-tran donde no dejan de darte explicaciones y van apareciendo personajes de las cuatro series no­driza, todos diciendo unas estupideces muy solemnes del estilo cómo se llama en élfico el dueño de un bar hi­jo de un repartidor de butano. Pues sí, se llama Eldelbar, hi­jo de Eldelgas, pero no me castigues con más rollos y pre­sentaciones y que pase algo…

Los que tengan aguante, llegarán al capítulo cuatro don­de ir a peor era difícil. Y la cosa se anima (dentro de un orden). Hay varias peleas tumultuarias por capítulo y la trama archisabida se despliega: salvemos Nueva York, que unos tíos muy malos de una multinacional del crimen llamada La Mano la van a arrasar.

La villana Alexandra, que encarna muy profesionalmente Sigourney Weaver, está bien, como la luchadora Elek­tra y el maestro Stick. Hay sobredosis de retórica comiquera, con un exceso de fraseo de bocadillo que hace que algunas secuencias no necesiten parodia porque ya na­cen paródicas.

El diseño de producción es contenido. El vestuario ni les cuento. Salvo Alexandra, el resto no se cambia en ocho capítulos. Los secundarios de ambos bandos están meramente bosquejados. Las formas de paso son un quie­ro y no puedo, con esas ráfagas de Nueva York. Los cré­ditos y la música se limitan a remedar ideas previas.

Hay un poco de humor y secuencias resultonas. Lo de las artes marciales sigue gustando (me pregunto por qué, pero tengo claro que encandilan) y aquí hay para dar, vender y regalar. Por lo demás, lo del protagonismo co­lectivo amplía las posibilidades de enganchar seguido­res. Y es un gran acierto hacer temporadas cortas. La secuencia sexual del primer capítulo es tan estúpida, que se debieron dar cuenta y no vuelven a hacerlo.

Los de Netflix son listos: con series como esta suman suscriptores y mantienen a los que ya estaban.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (The Defenders, 2017)
  • Dirección: S.J. Clarkson, Uta Briesewitz, Peter Hoar
  • Fotografía: Matthew J. Lloyd
  • Música: John Paesano
  • Duración: 1 temporada (8 capítulos de 60 minutos)
  • Emisión en España: Netflix
  • Público adecuado: +16 años (V)
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