Reyes de la noche

Reyes de la noche: Juego sucio

La nueva serie de Carlos Therón se atreve con un te­ma familiar en la cinematografía española, pero no de­ma­siado «visual»: el mundo de la radio. Reyes de la no­che re­coge la disputa radiofónica entre dos comentaris­tas de­portivos que pasan de ser compañeros a convertirse en rivales entre emisoras. La historia entremezcla reali­dad histórica y ficción y el resultado es un híbrido en el que los aficionados al fútbol, y los nostálgicos de los no­venta, disfrutarán reconociendo los guiños y las referen­cias a toda una época.

El guion de Cristóbal Garrido y Adolfo Valor no termina de cobrar fuerza a lo largo de los seis capítulos de la serie. Parece que se queda atascado en la sátira al­go co­rrosiva del mundo del fútbol, de las grandes estre­llas de la radio y de las dos cadenas en liza (que el es­pectador identificará rápidamente, como al resto de per­sonajes). El tono cómico que caracteriza a las producciones de Carlos Therón acaba dibujando unos personajes algo estereotipados (la psicóloga «barata», la pe­riodista frustrada metida en asuntos del corazón, el pro­fesor «abusón», el cómico, el pedantillo…), se salvan los personajes de Paco Maldonado y Jota Montes en sus pa­peles de adversarios. Javier Gutiérrez (Bajocero, Campeones) mantiene su estilo al encarnar al histriónico y todopoderoso «Cón­dor», que también tiene su lado humano. Miki Esparbé (Las distancias, El rey tuerto) es más moderado y aporta un punto de solidez al con­junto de los personajes, al reflejar las sombras, las du­das y la dignidad de la profesión en un escenario de lu­cha salvaje por el poder.

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Toda la serie está empapada de un humor grueso que no mejora la sensación de estar ante algo demasiado ca­ricaturizado y forzado. La historia se salva por la tensión de la pelea entre los dos locutores, que acaba por ser una reflexión sobre los límites a los que se puede o no llegar para conseguir audiencia, y sobre todo por las pin­celadas nostálgicas que aportan algunos elementos co­mo las canciones de la época, el vestuario y la ambientación de la España nocturna y algo esperpéntica que es ya un tópico en nuestro imaginario audiovisual.