She-Hulk: Abogada Hulka

She-Hulk: Abogada Hulka | Show verde

La abogada Jennifer Walters sufre un accidente de tráfico cuando viaja con su primo Bruce Banner, alias Hulk. Sobrevive gracias a la sangre de su primo, lo que al mismo tiempo la convierte en una versión femenina del gigante verde de Los Vengadores. Como corresponde a nuestra época, Jennifer no sólo tiene la fuerza de Hulk, sino que mantiene un control absoluto sobre su otro yo, y se empeña en seguir ejerciendo su trabajo en una firma de abogados.

El gran Stan Lee fue el padre de la criatura, hace ya más de cuarenta años. Los episodios de esta serie están más inspirados en la reescritura de las historias de poco antes de la pandemia, en la que Jennifer es contratada por una firma de abogados para dedicarse a casos legales que tengan que ver con superhéroes, supervillanos, mutantes y otras especies. La creadora y guionista de este «show», Jessica Gao, le ha dado el tono de comedia -mejor de farsa-, centrada en los problemas de una abogado en la treintena, soltera, algo tímida y -de repente- empoderada. Jennifer, al modo de reality show, no deja de hablar al público, de contarle sus penas y sus gracias, de poner el mundo del revés.

She-Hulk va a la deriva y, tras una sucinta presentación de «cómo me convertí en un monstruo verde», oscila entre lo gracioso, lo «podría ser interesante» y lo de vergüenza ajena. El capítulo tres prometía una línea cómica interesante con casos jurídicos extraños a los que se puede dar una solución original en un contexto atípico. El capítulo siguiente fue de vergüenza ajena para todos los fans del Universo Cinematográfico de Marvel, que incluye además el ridículo de los ligues de Hulka gracias a una app de citas. El capítulo cinco no mejora, aunque vuelve a prometer una sorpresa de algo mejor.

En definitiva, una serie de ideas que podrían funcionar en un contexto más marveliano, no en el de una Jennifer Walter simple abogado moderna y liberada, que antes era tímida pero que gracias a la sangre de su primo se atreve a ligar, a emborracharse en público y a dar una bofetada si se presenta la ocasión.