Sunny

Sunny: Robots domésticos

Sunny es el nombre del robot doméstico «McGuffin» de la serie, pero ésta podría haberse llamado Suzie, nombre de la protagonista, cuya historia se nos revela poco a poco: Sunny comienza en Navidad, en el aeropuerto de Kioto, donde Suzie se despide de su marido e hijo que parten de viaje. Pocas horas después le informan de que ha habido un accidente y que su marido e hijo han fallecido. Sus cadáveres no han sido recuperados. La empresa de electrónica en la que trabajaba su marido le regala Sunny, un robot doméstico de última generación, y con ello arranca de verdad la historia. Descubrimos cómo y por qué Suzie se trasladó a Japón, cómo conoció a Masa Sakamoto, su marido, y lo que éste le contó de su trabajo; todo mentiras. Descubrimos que después de 10 años Suzie no habla japonés, y que Sunny fue diseñado por Masa especialmente para su mujer. Suzie tiene una misión que cumplir, oscuros secretos empresariales y políticos que sacar a la luz, y su vida correrá peligro. También descubriremos que casi nada es lo que parece, y por qué su suegra la detesta.

Sunny es una serie curiosa, basada en una novela de Colin O’Sullivan, autor irlandés que vive en Japón, lo que explica, en parte, el sorprendente tono de esta historia: mezcla de comedia de intriga, comedia de personas, comedia social y comedia negra con elementos de thriller. Tiene, además, un toque de ciencia ficción: estamos en un futuro muy próximo donde los robots domésticos altamente sofisticados están por todas partes y tienen gran protagonismo.

El tono puede resultar desconcertante por el desenfado del guion, que se vale de cualquier cosa con tal de sorprender, hacer reír y hacer avanzar la historia: curiosos tipos humanos, situaciones y lugares pintorescos. Por lo general, a pesar de que «vale todo», el guion no busca chocar, sino hacer gracia de modo bastante inocente, pero es evidente que no tiene criterio alguno. En más de una ocasión los mayores descubrirán gags y situaciones próximas a las de Superagente 86, dicho sea como un elogio. También es evidente que ese tono puede no gustar a todo el mundo.

Lo mejor de esta serie es, sin duda, Rashida Jones, que da vida a Suzie -personaje harto complejo- y carga con el peso de la historia. A continuación viene el diseño de producción, especialmente el concepto de Sunny, altamente expresivo. Finalmente  es notable el empeño por mostrar una sociedad japonesa próxima, a pesar de la barrera idiomática para los occidentales.

Conviene decir que cuando la historia se cerraba los productores decidieron que hubiera segunda temporada e hicieron lo necesario para no concluir. Se trata de una decisión legítima, pero hubiera preferido la finalización de la historia.