The Americans: Los americanos que surgieron del frío
Philip y Elizabeth Jennings son el típico matrimonio americano de clase media de Washington: dueños de una pequeña agencia de viajes, tienen dos hijos entrando en la adolescencia y una bonita casa en un barrio residencial. Una familia normal. Bueno, o eso piensan sus vecinos y allegados. Nosotros, sin embargo, hemos conocido a esta pareja en otro contexto muy ajeno al de la tranquilidad del típico hogar americano de la era de Reagan. Estos “Americans” juegan a las apariencias desde el primer instante, no sabemos bien quiénes son y, desde luego, no son quienes dicen ser. Pelucas, identidades falsas, peleas, secuestros y secretos de estado… Una pareja de agentes soviéticos encubiertos, con una sólida tapadera de normalidad americana con familia incluida.
Entre la realidad y la ficción
Durante las 6 temporadas de la serie, que arrancó en 2013 y finalizó en 2018, The Americans desarrolla una elaborada trama sobre las complicadas vidas de estos agentes encubiertos y la inmensa red de contactos y relaciones -amigos y enemigos- que rodean a la pareja. Una serie interesantísima, centrada no tanto en el espionaje, sino en los propios espías. Sin omitir los conflictos habituales del género, The Americans profundiza en cuestiones complejas sobre la verdad, las apariencias, el compromiso y la lealtad siempre en dos planos: el político y el personal. La serie, creada por Joseph Weisberg, arranca con un tagline provocador que enfrenta al espectador y a los propios protagonistas en cada capítulo: “All’s fair in love and Cold War”, todo vale en el amor y en la Guerra Fría.
Weisberg, el creador de la serie, trabajó en la CIA durante una temporada. Una de las cosas que más le impresionó en aquella época era que muchos de sus compañeros no habían contado nunca a sus hijos a qué se dedicaban. La gran carga dramática de esa decisión fue determinante a la hora de crear la serie, afirma Weisberg. Ese aspecto poco explorado en la ficción sobre espías se convirtió en uno de los ejes narrativos de The Americans, influida también por varias detenciones de agentes encubiertos soviéticos, o “ilegales”, que tuvieron lugar en 2010. Así, cuando ofrecieron a Weisberg la oportunidad de desarrollar una serie sobre espías soviéticos encubiertos, decidió aceptar, pero introduciendo un giro narrativo: los héroes de la serie serían los agentes de la KGB infiltrados en Estados Unidos durante la Guerra Fría, no los agentes del FBI. ¿El resultado? Una serie original y plagada de conflictos internos que atrapan al espectador más allá de la tensión propia de un thriller de espías.
The Americans se une a la larga tradición cinematográfica en la que las películas de espías y agentes secretos han proliferado no solo durante la Guerra Fría, sino también con historias sobre la Guerra Fría. Clásicos como El espía que surgió del frío (Martin Ritt, 1965), Cortina rasgada (Alfred Hitchcok, 1966) o películas recientes como La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006), El caso Farewell (Christian Carion, 2011), El puente de los espías (Steven Spielberg, 2015), son ejemplo de este rico filón, en el que podemos incluir excelentes miniseries sobre la verdad en el mundo soviético como Chernobyl (Craig Mazin, 2019), sobre la dificultad de no ser lo que vives como El espía (Gideon Raff, 2019), o sobre la espectacularidad de las misiones secretas como la aclamada Homeland (Alex Gansa y Howard Gordon, 2011-2020). Sin embargo, como veremos, con The Americans no estamos ante “la típica” historia de espías.
La serie, por otra parte, es una interesantísima hibridación de géneros, que va desde la acción y el misterio del espionaje hasta el drama íntimo, y que también se adentra a pasitos en lo histórico. No podemos decir que sea una serie histórica, ya que las exigencias del guion hacen que sea necesario ficcionalizar al máximo cada una de las espectaculares misiones de los protagonistas, pero sí que es la Historia su escenario. Un escenario marcado por los últimos años de la Guerra Fría: 1980-1989, años tan intensos que no en vano fueron calificados como una “segunda guerra fría” ya que el protagonismo de Reagan, el cambio en las políticas de las dos superpotencias y la llegada de Gorbachov al poder generaron nuevas tensiones desconocidas hasta el momento.
La carrera armamentística, Sudáfrica, la “guerra” por Latinoamérica, la sangría soviética en Afganistán, la guerra química y biológica, los sectores reaccionarios comunistas ante el deshielo soviético y, sobre todo, la realidad de los espías “ilegales” que la KGB siguió tratando de infiltrar en EE.UU. hasta la década de los 80 son algunas de las realidades históricas sobre las que se construye la serie. Los casos reales de Jack Barsky, infiltrado de la KGB en New York que acabó dejándose seducir por el American Dream, o el caso de Elena Vavilova y su marido, infiltrados en Canadá, que fueron descubiertos y deportados a Rusia junto con sus dos hijos adolescentes, son también algunas de las historias reales que han inspirado a la serie. Elena Vavilova, en una entrevista concedida a los medios tiempo después de su detención, explica que lo más duro de sus años como infiltrada fue sin duda el criar a sus hijos tan rodeados de secretos.
¿Cómo combinar la maternidad con el espionaje?, ¿es posible o es demencial ver cómo tus hijos crecen en un mundo que te han enseñado a aborrecer?, ¿cómo mantener las mentiras y fachadas en la intimidad de tu hogar durante más de veinte años?, ¿acabas pensando como vives cuando no puedes vivir como piensas? Éstas son algunas de las cuestiones más íntimas e interesantes de esta peculiar profesión, cuestiones que afectan de lleno a la naturaleza humana y a su moralidad, y que son precisamente las que se desarrollan y las que más envuelven al espectador de The Americans a medida que van pasando las temporadas. The Americans es una serie de personajes, capaz de combinar el ritmo y la acción de las secuencias más trepidantes de la vida del agente secreto, con la calma, las conversaciones y el tiempo que requiere la creciente madurez de cada uno de sus protagonistas.
Personajes y conflictos
Muchas veces pensamos que las series tan extensas como The Americans suelen venir con un fallo narrativo de fábrica: los giros que tan solo buscan los ratings. Sin embargo, The Americans opta por la línea recta, las tramas paralelas y las distintas velocidades narrativas para llegar sana y salva a su última temporada. Un viaje apasionante, plagado de personajes secundarios con arcos narrativos interesantísimos que orbitan alrededor de Philip y Elizabeth.
Hablábamos sobre la originalidad de la serie, que no se debe tan solo a sus peculiares protagonistas asentados en la doble, triple o cuádruple vida, y la continua contradicción entre los ideales soviéticos y la comodidad del American Dream. Nuestros héroes son esta peculiar familia (con tantos dilemas morales incluidos por ese matrimonio laboral y unos ingenuos e ignorantes hijos 100% americanos) y eso ya nos sitúa en una posición moral incómoda. Pero Weisberg, creador y guionista, y Joel Fields, productor y guionista, evitan caer en el maniqueísmo con otros elementos que equilibran los conflictos morales a lo largo de la serie. Por una parte, ya en el primer capítulo percibimos el riesgo constante de ser descubiertos, miedo acentuado por el nuevo vecino de los Jennings: el agente del FBI Stan Beeman que trabaja precisamente en contraespionaje. Por otra parte no podemos olvidar de dónde vienen nuestros protagonistas, por lo que la serie desarrolla también la parte soviética del conflicto, con los trabajadores de la embajada soviética y los agentes que coordinan a sus compañeros encubiertos.
Weisberg y Fields entienden ese paralelismo o duplicidad narrativa que muestran ambos lados del telón no como una equivalencia moral, sino como ellos mismos afirman, como una equiparación en humanidad. La serie no rehúye preguntas incómodas sobre lealtad, conciencia, identidad, verdad, amor. A pesar de enfrentarnos a personajes políticamente antagónicos, The Americans busca universalizar lo humano, con un acento claro en el tema del matrimonio.
La serie va desarrollando numerosas subtramas y presenta toda una galería de personajes secundarios de lo más variado, consiguiendo solidez y unidad al mantenerse siempre fiel al núcleo de la historia: las intrigas geopolíticas afectan a la educación de los pequeños Jennings, Paige y Henry; los avances del FBI embrollan el corazón de Beeman y su lealtad con su amigo Philip y su informante Nina; los desencuentros matrimoniales empañan y obstaculizan complicadas tramas de espionaje, las decisiones tomadas por los dirigentes de la embajada salpican las conciencias de Philip y Elizabeth… La Historia parece cocerse en la cocina y el lavadero de nuestra peculiar familia.
Historias convincentes amplificadas por unos intérpretes excepcionales y una inmersión en los 80 sin excesos estilísticos como los de Stranger Things. Keri Russell da vida a una gélida Elizabeth, movida por el amor a la Patria; Matthew Rhys borda con sutilidad a un Philip consciente de esas tensiones entre identidad y verdad en su vida, sutilidad que también dominan Noah Emmerich como Stan y Margo Martindale como Claudia. No se puede dejar de mencionar a Martha, increíble y conmovedor personaje interpretado por Alison Wright, o el soviético de gran corazón que es Oleg Burov, interpretado por Costa Ronin. Unos secundarios que atrapan tanto como Philip y Elizabeth y que encuentran eco en los grandes éxitos musicales ochenteros introducidos en la trama con suma precisión.
Luces y sombras
La serie, estrenada en el canal americano de suscripción FX, sigue su tono general cuyo eslogan es “Fearless” (sin miedo). FX ha apostado siempre por contenidos dirigidos a un público adulto y maduro, empujando los límites de lo que se puede mostrar en televisión. Teniendo como principal competidor a HBO, también FX ha optado por los contenidos explícitos tanto de violencia como de sexo. Ese afán por llegar al límite de lo representable en The Americans no alcanza los niveles de Juego de Tronos, pero resulta una apuesta poco ingeniosa que plaga la serie de muchos momentos desagradables y, en su mayoría, totalmente prescindibles.
El tono de la serie queda claro ya desde los primeros minutos y opaca ligeramente, a fuerza de zafio espectáculo, la gran carga dramática que la historia narrada tiene en sí misma. Es quizá el aspecto más lamentable de esta grandísima producción. Lo explícito de sus escenas sexuales le ha hecho también adquirir fama por lo transgresor de sus interpretaciones, que llegan hasta el soft porno, como también por su apabullante violencia, capaz de reflejarse tanto en una improvisada extracción de muelas como en la quiebra impasible de huesos humanos.
Una lástima, efectivamente, porque la serie es interesantísima sin necesidad de tantas luces de artificio y atracción. De hecho, The Americans va ganando en solidez (y despojándose del exceso de espectáculo barato) con el paso de las temporadas hasta llegar a uno de los finales más memorables de televisión. Es curioso comprobar cómo el alto contenido sexual que rodea la vida matrimonial de los Jennings va reduciéndose a medida que el amor, como afecto y compromiso sólido entre ellos, aumenta y se consolida. La carga sexual de la serie se focaliza entonces en las relaciones “laborales” de Philiph y Elizabeth, el sexo se manifiesta así como violencia y cebo para atraer a sus víctimas con un resultado brutal, en el sentido más etimológico del término.
Lo interesante del caso es de nuevo el dilema moral que todo esto va generando en el matrimonio y que es el auténtico nudo gordiano de toda la serie. Los actos no son amorales y acaban dejando su huella en ese lugar tan íntimo que es la conciencia. Va a resultar que no todo vale en la Guerra Fría ni en el amor. Philip, y después Elizabeth, acabarán por darse cuenta de ello, y se darán cuenta precisamente cuando acepten que la vida encierra mucha más verdad que la ideología. La educación de Paige y Henry, la sólida amistad con Stan, la compasión hacia víctimas con las que habían llegado a crear lazos profundos, el evidente sinsentido de muchos de sus métodos y misiones hacen que los Jennings acaben descubriendo lo que implica ser persona, algo que el brutal materialismo soviético había mantenido muy soterrado hasta el momento. La familia y la amistad resultan ser los lugares donde la verdad quiere emerger, arrolladora y sin tapujos, en contraste con la hipocresía y falsedad que han de mostrar fuera. Este hecho es particularmente hermoso en la serie y se logra expresar de manera conmovedora en muchas de sus escenas. También sin moralinas, a través de la normalidad de la vida y de la reflexión sobre los hechos, es como la serie refleja también las luces y las sombras no solo de la ideología soviética sino también del sistema capitalista americano. Esta capacidad de llegar a reflejar los anhelos íntimos del ser humano, en los que todos nos reconocemos, en medio de circunstancias extremas y al mismo tiempo cotidianas, es sin duda lo que la hace ser una de las mejores series de la televisión para todos aquellos que se han adentrado en ella.
Ese camino hacia conflictos verdaderamente maduros y profundos tuvo al final su recompensa: The Americans, que había cosechado varios premios por sus interpretaciones en el inicio de la serie, logró alzarse en los últimos años con el Emmy a mejor escritura de serie dramática (2018), el premio del Sindicato de Guionistas a la mejor serie dramática (2019) y el Golden Globe a la mejor serie dramática (2019), entre otros. La verdad, una vez más, acaba por emerger. Más allá de los premios, The Americans deja una interesantísima historia, una serie sólida y convincente que cala tanto en el corazón como en la cabeza del espectador.
María del Rincón, Gema Pérez Herrera
Ficha Técnica
- Creador: Joseph Weisberg,
- Guion: Joseph Weisberg, Joel Fields, Joshua Brand,
- Intérpretes: Noah Emmerich, Matthew Rhys, Keri Russell, Frank Langella, Costa Ronin, Annet Mahendru, Lev Gorn, Holly Taylor, Keidrich Sellati, Kelly AuCoin,
- País: EE.UU., 2013
- Dirección: Daniel Sackheim, Adam Arkin, John Dahl, Thomas Schlamme, Kevin Dowling, Alex Chapple, Holly Dale, Jean de Segonzac, Chris Long
- Fotografía: Richard Rutkowski, J.B. Smith
- Música: Nathan Barr
- Duración: 6 temporadas (13 capítulos de 50 minutos cada una)
- Emisión en España: Amazon Prime Video
- Público adecuado: +18 años (XVD)