The Bear

The Bear: Un restaurante de Chicago

The Bear se desenvuelve a ritmo de thriller sin ser un thiller; imprime en sus cocinas la solemnidad de un drama sin ser un drama; y a ráfagas dispara situaciones cómicas sin definirse como una comedia. The Bear pertenece a un género anticanónico, es anárquica, se impone un nivel de exigencia sobresaliente, y triunfa. La serie supone un arriesgado experimento entre fogones: innova en su narrativa y en sus formas tal y como hacen sus personajes en la cocina, atreviéndose con ingredientes de alto standing, que a unos desagradarán, pero que nos deja el regusto del plato elaborado artesanalmente.

The Bear tiene como protagonista a Carmen “Carmy” Berzatto, apodado Bear, un prometedor chef en uno de los mejores restaurantes de Estados Unidos. Cuando su hermano se suicida y le deja en herencia el cutre restaurante familiar de Chicago, Bear abandona su prestigioso puesto para tomar las riendas y ennoblecer el restaurante, aunque su estilo de altos vuelos contrasta con la dejadez del personal. Nos hallamos ante un relato de contrastes, de tensión entre la familia y los compañeros, entre estilos y gustos culinarios, entre lo caduco y lo perenne, el pasado y el futuro.

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A su vez, es una historia de pocos personajes: apenas están presentes la plantilla del restaurante, unos familiares y varios secundarios. Una plantilla de cocineros entrañable, resultado de un magnífico estudio de personajes, quienes presentan conflictos verosímiles e interesantes. Se muestran muy bien las dificultades para construir un equipo, y el arco dramático de cada uno es significativo.

En cuanto al estilo en la narración, puede desconcertar al espectador, sobre todo su arranque. El piloto, sin duda, es el más confuso en su forma, cuesta adaptarse y acostumbrarse al ritmo narrativo. Posteriormente, discurre por moldes más convencionales, permitiéndose de vez en cuanto virguerías de lo más deliciosas. A caballo entre el falso documental y una sitcom, los planos secuencia para relatar la experiencia entre fogones resultan portentosos. Jamás se vivió con tal intensidad la tensión por servir a tiempo la comida al cliente ni se filmó un primer plano de unas verduras troceadas. En las escenas en las que, aparentemente, parece flaquear su ritmo dramático, es cuando da el do de pecho y conquista al espectador, resolviendo sus tramas de manera coherente y dejándonos perplejos ante los giros de la situación.

La conjunción de dramas familiares y profesionales, las buenas intenciones en contraste con los defectos de carácter y el choque entre lo nuevo y lo viejo son los ingredientes temáticos de esta fantástica serie culinaria.