The Newsroom: La televisión soñada

En junio se estrenará la segunda temporada de The Newsroom. La crítica de la 1ª T y un vídeo sobre la 2ª T descrita por Sorkin.

No parece necesario explicar quién es Aaron Sorkin. No­ en una revista de crítica de cine y TV. The Newsroom su­pone su vuelta a la pequeña pantalla tras ganar el Os­car por el guión de la película La red social (2010) y aspirar a otro por su trabajo en Moneyball (2011). Y tras la cancelación de su penúltima serie, Studio 60 (2006-2007), retirada por la­ Warner tras la primera temporada.

Studio 60, no hay que olvidarlo, contaba la producción de un programa de entretenimiento televisivo. Tam­poco hay que olvidar que Studio 60 contenía algunos de los mejores textos creados por Sorkin, que ya ha­bía escrito una tercera serie sobre programas de TV, Sport nights (1998-2000). En Studio 60 también se apreciaba una carga ideológica, un discurso llamativamente in­tenso, sobre lo que estaba bien y mal en la sociedad nor­teamericana.

The newsroom es la primera serie de Sorkin con el se­llo HBO. Se trata de un dramedy sobre el día a día en la re­dacción de un informativo de televisión. Al igual que en series precedentes, Sorkin escribe una historia sólida y sugerente, con un grupo de personajes que comparten un ideal, en este caso, el de hacer buen pe­riodismo. Aun­que los protagonistas sean muchos, están liderados por el director-presentador, Will McAvoy, y la productora eje­cuti­va, Mackenzie MacHale.

La serie se ha emitido con éxito en Estados Unidos, con audiencias similares a las de Juego de tronos y Board­walk Empire, los productos más seguidos por los clien­tes de la cadena de pago HBO. Concluida la prime­ra temporada, de 10 episodios, ya hay confirmación de que habrá segunda.

The Newsroom no es lo mejor de Sorkin. El ala oeste de la Casa Blanca y Studio 60 son series muy superiores. Pe­ro Sorkin se mueve en unos estándares de calidad bas­tante altos y, cuando falla, está siempre por encima del 7 sobre 10.

Lo explico de manera sencilla, porque cualquiera que vea un capítulo de The Newsroom comprobará que es una se­rie de calidad, pero también una serie fallida, que acumula un buen número de defectos, muchos de ellos técnicos (guión, tramas, cambios de tono del drama a la co­media, casting, dirección de actores) y otros ideológi­cos. Sí, he escrito ideológicos. Lo explico.

No es nuevo -lo mencioné al principio de este artícu­lo- que Sorkin es un hombre al que siempre ha gustado ex­presar en sus productos de ficción sus ideas sobre la so­ciedad americana. Es más, Sorkin, y lo escribo sin malicia, es un sermoneador. Detesta los lobbies­ pero él hace lobby, no con las armas con­vencionales, sino con armas de destrucción masiva.

Capra & Wilder, sermones, lobby

Expertísimo dominador del walk & talk, es un escritor ex­celente que bebe de la mejor comedia clásica norteamericana y de una muy sólida formación teatral. Este ju­dío neoyorquino de 51 años, sintetiza el idealismo de un Capra con el cinismo corrosivo de un Wilder para lo­grar series adictivas, con personajes carismáticos que pe­lean contra el sistema para lograr que triunfen… las ideas de Sorkin.

Lo que acabo de exponer camina con un extraordina­rio equilibrio en El ala oeste, pasa al salto de vallas en Studio 60 y en The Newsroom se convierte en un verdadero concurso de triple salto (el presentador es un ex fis­cal, declaradamente republicano, empeñado en convencer a los republicanos de que han perdido las esencias y se despeñan hacía el fondo del abismo fun­damentalista de raíz cristiana).

Cualquier persona inteligente que se siente a ver The Newsroom pensará en las grandes obras maestras del ci­ne de propaganda. Porque Sorkin se ha sacado la espina de la cancelación de Studio 60 para volver a un ám­bito que le apasiona (la manufactura de programas de no ficción) y poder predicar semanalmente sobre cuestiones de actualidad de la política estadounidense, mientras ca­mufla los intensos mítines con unas tramas cu­le­bró­ni­cas de amores cruzados en una redacción que se pare­ce poco a la de una TV. Es la manera para que el es­pectador se ol­vide de que el programa informativo que ela­boran y emi­ten los protagonistas tiene tanto conteni­do editorial que podría competir con el mismísimo y sui ge­neris noti­cie­ro del fallecido Hugo Chávez…

Insisto. A Sorkin lo que es de Sorkin. Nadie hasta la fe­cha, en un programa de ficción, había introducido cues­tiones tan contemporáneas al momento de la emisión: valga los ejemplos de la elección de Paul Ryan co­mo candidato republicano a la vicepresidencia o la le­gislación migratoria de Arizona.

Pero, capítulo a capítulo, las fobias de Sorkin quedan al descubierto de una manera cada vez más patente. No es de recibo la manera de ridiculizar al Tea Party (el clímax del capítulo final es bochornoso, se les llama los Ta­libanes Americanos). No lo son sus diatribas contra el cris­tianismo (que incluyen en el capítulo 10 una grotes­ca invención de unas palabras que se atribuyen a Jesucristo para arremeter contra los que defienden las raíces cris­tianas de Estados Unidos).

Tampoco su descarado em­peño por marcar la agenda del debate ético y deonto­ló­gico con unas dosis de populismo maniqueo que produce vergüenza ajena, especialmente cuando se piensa que la serie se ha emitido en plena cam­paña electoral, una de las más abiertas en cuanto a­ resultados de los úl­timos años.

Buena audiencia… y críticas afiladas

Podría parecer que soy muy duro con Sorkin. No lo creo. No tengo el menor reparo en señalar que es el autor de la mejor serie dramática de la historia de la televisión. Tampoco para afirmar que es un grandísimo dia­loguista y un excelente guionista. Pero The Newsroom, que me alegro mucho de haber visto, merece -a mi juicio- muchas de las críticas que ha recibido en Esta­dos Unidos.

Me parece lógico que muchos comentaristas, profesionales de los medios y espectadores se irriten con las maneras que gasta Sorkin en una serie que cada cinco mi­nutos da lecciones de periodismo, con unos aires de su­perioridad moral, que causan verdadero sonrojo a alguien que sepa de qué va esta fiesta, o mejor dicho, es­tas fiestas. Sorkin podría preguntarse quién manda en los medios de comunicación norteamericanos, en la industria del entretenimiento. Y por la presión tremenda que ejer­cen sobre los medios otros lobbies de gente que a Sor­kin le cae mejor. Pero no lo hace. Está demasiado ocu­pado dando una clase a los espectadores sobre el bien y­ el mal en la manera de hacer política y periodis­mo, se­gún su manera de ver las cosas.

The Newsroom recupera a un Jeff Daniels que nunca es­tuvo mejor. Pero desaprovecha a una excelente Emily Mor­timer, obligada a un recital histriónico demasiado lar­go y reiterativo. Hay demasiados personajes ridículos o­ casi ridículos como los de Alison Pill, Dev Patel, Sam Wa­terston y Jane Fonda.

Los problemas de tono de la historia, sus excesos de gran­dilocuencia se salvan por el tremendo talento que tie­ne Sorkin para sorprenderte con secuencias admirables,­ después de otras realmente mediocres.

La música de la cabecera es del gran Thomas Newman. Y esa melodía, con tonos de grandeza épica y derroche altruista, es capítulo a capítulo el recordatorio de los aciertos y los errores de una serie con vocación po­lémica, de un producto de una llamativa elegancia en el reino sórdido, por lo general, de la HBO, de una hermosa realización en la que brillan las dotes de un dramaturgo brillante. Porque Sorkin empezó escribiendo tea­tro y sigue siendo muy teatral.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU., 2012
  • Duración: 10 capítulos de 60 minutos
  • Producción: HBO
  • Emisión en España: Canal+ (11.9.2012)
  • Emisión en EE.UU.: HBO (24.6.2012 – 26.8.2012)
  • Calificación: +16 años
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