¡Vaya familia Claus!

¡Vaya familia Claus!: Con espíritu navideño

Hace ya casi tres décadas, en 1994, Scott Calvin (Tim Allen) se convertía en Santa (Claus). ¡Vaya Santa Claus! tuvo un éxito espectacular y dos secuelas menos logradas, simplemente apañaditas. El año pasado alguien tuvo la idea de recuperar a Tim Allen y realizar una nueva secuela, esta vez en forma de miniserie. El punto de partida sería la continuidad: Scott lleva casi 30 años haciendo de Santa y no puede dejar de notar que cada año la Navidad pierde popularidad y la magia desaparece. Además, él está envejeciendo. Ha llegado, piensa, la hora de retirarse y ceder el puesto a otro. Hay que reconocer que esa miniserie -un largo cortado en seis capítulos en realidad- tenía gracia, sorprendió y gustó.

Este año aparece la segunda temporada, que repite fórmula y al equipo creativo e interpretativo al completo: un nuevo largo dividido en seis capítulos, con los mismos productores, guionistas, directores e intérpretes. Vuelve con una nueva historia amable y familiar para un mundo mucho más cínico e incrédulo que el de hace treinta años: hace siglos hubo un Santa Claus del que no ha quedado ningún registro porque se volvió malo. De algún modo, desapareció sin dejar rastro y las navidades pudieron seguir su rumbo habitual. Ahora, accidentalmente, aquel Santa ha regresado y quiere recuperar su puesto y vengarse de quienes usurparon su lugar.

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La historia de ¡Vaya familia Claus! tiene ritmo, hay gags graciosos, situaciones simpáticas y muy buenas intenciones. Los capítulos son breves y plantean temas navideños y temas familiares. Cal, el hijo mayor de Scott, vuelve a interpretar al más tonto de la familia; el resto, algo pasados de rosca, pero excelentes. Destaca la joven Matilda Lawler, sabia y eficaz elfo, mano derecha de Santa, un logro que roba la pantalla en cada aparición.

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