Víctor Ros: Madrid, 1895
Después de escribir Isabel, los hermanos Olivares abordaron la adaptación de varias entregas de la saga de Víctor Ros, el afamado detective de la brigada metropolitana de Madrid rescatado a los catorce años de la calle por un veterano policía, creado por la imaginación de Jerónimo Tristante. La penúltima aventura de los dos hermanos guionistas –Pablo fallecía de ELA en noviembre del pasado año-, El Ministerio del Tiempo, acaba de cubrir el hueco de Víctor Ros en la parrilla de la cadena estatal. De historia del siglo XVI a ficción policiaca del siglo XIX para terminar en ciencia ficción ambientada en diversas épocas históricas. Todo un abanico de géneros, que empieza a ser habitual en la creación audiovisual patria, y que es de celebrar.
Víctor Ros ha tenido una vida corta, tan solo una temporada de seis capítulos, lo que la convierte en miniserie de formato británico. Pero la dignidad del producto y su final abierto pedían más. Y lo merecían. TVE la ha emitido dos años después de ser grabada por problemas de recortes (previamente fue estrenada en Movistar TV en abril de 2014), y no ha realizado la deseable campaña de promoción; razón, en parte, de unos datos de audiencia discretos pero no del todo satisfactorios, aunque por encima de la media de la cadena: 11,7% y poco más de 2,3 millones de espectadores. Y digo en parte porque la serie arrancó con mejor share de lo que terminó.
“Elementalmente” no estamos ante Sherlock -tampoco se pretende, aunque la comparación es inevitable por la fuerza icónica del personaje- pero sí ante una propuesta de entretenimiento familiar que debutó con ciertos titubeos y subió hasta alcanzar su primera altura de meseta. Es comprensible el enfado de Jerónimo Tristante por la decisión de TVE de cerrar en falso con las tramas abiertas y una última escena demencial.
Víctor Ros tiene luces y sombras, pero se deja ver. Hay un interesante esfuerzo de documentación histórica -marca Olivares– que regala buenos momentos, como la incorporación a la investigación policial de las huellas dactilares o las conversaciones sobre la Guerra de Cuba, y que se ha desarrollado en los programas posteriores de La España de Víctor Ros. El vestuario es acorde con la época, las persecuciones, peleas y enfrentamientos armados resultan creíbles, aunque conviven con efectos especiales menos pulidos.
Algunos escenarios, como las casas de la burguesía madrileña de finales del XIX, el café o la comisaría de policía, así como una calle ficticia del Madrid de la época donde se desarrollan varios episodios, han sido recreados en plató con mayor o menor fortuna, otros son enclaves naturales acertados de los alrededores de la capital, pero las infografías sobre cromas de vistas aéreas sobre la Plaza Mayor o la Puerta del Sol y las vistas desde las ventanas, con coches de caballos, personajes de cartón paseando y pajarillos revoloteando constantemente parecen sacadas de un videojuego y restan verosimilitud. Cosas del bajo presupuesto. Tampoco convence la iluminación, excesiva y poco natural tantas veces.
En cuanto a la historia, los hermanos Olivares y el resto del equipo de guionistas plantearon diversas tramas que hacen funcionar la maquinaria aunque podían haber estado mejor engrasadas. A la personal de Víctor Ros le falta a veces emotividad y credibilidad, aunque quizá no sea problema de guión sino de la interpretación de un Carles Francino que resulta plano, pasmado e inexpresivo de tan profesional. La amorosa, que divide a Ros entre la acomodada y revolucionaria niña bien Clara y la inteligente y aguda prostituta de lujo Lola “la valenciana”, no logra encender la mecha, posiblemente por carencia de profundidad biográfica y por la amistosa y cándida relación entre ambas que dificulta la rivalidad, aunque evita una subida de temperatura que hubiera dejado fuera a una parte considerable de la audiencia.
Como corresponde al género, hay tramas autoconclusivas de casos policiacos resueltos a veces con intuición y otras con puerilidad, pero sobre ellas, dándoles continuidad y relieve, hay una más profunda que quizá sea la aportación más sorpresiva e interesante de la serie, y que no vamos a desvelar.
Víctor Ros cuenta con un elenco de actores solvente. Algunos secundarios sazonan y dimensionan las historias, como el policía Armando Martínez, Tito Valverde; el oscuro agente Carballo, interpretado por Juan Codina, o Helio Pedregal, en el papel de Roberto Aldanza, el hombre noble, instruido y adelantado a su época al que Víctor admira y que le ayudará a solucionar los casos con sus métodos científicos.
Pese a la cal y la arena, estamos ante un producto elegante, quizá no a la altura de Isabel o El tiempo entre costuras, pero por encima de la media de producción televisiva de ficción, una incursión en el género policiaco de época que merecía una segunda oportunidad para dar de sí y desarrollar todo lo que prometía.
Ficha Técnica
- Creador: Javier Olivares,
- Guion: Javier Olivares, Pablo Olivares, Anaïs Schaaff, Jorge Díaz, Paco López Barrio,
- Intérpretes: Nacho Fresneda, Alberto Berzal, Juan Fernández, Raúl Peña, Pablo Viña, Megan Montaner, Juan Codina, Joel Bosqued, Fernando Valverde, Carles Francino, Esmeralda Moya, Helio Pedregal, Tomás del Estal, Lola Marcelli,
- País: España, 2014
- Dirección: Carlos Navarro Ballesteros, Gracia Querejeta, Jorge Sánchez-Cabezudo
- Duración: Miniserie de 6 capítulos (70 minutos cada uno)
- Producción: New Atlantis (Secuoya) para TVE
- Emisión: Del 12.1.2014 al 16.2.2015
- Público adecuado: +16 años (VS)