White Heat: Retrato a brochazos de una generación
· Deja la sensación de que con materiales tan buenos y menos dosis de ideología podía haberse logrado un retrato más poderoso de una generación.
La revolución social de mediados del siglo pasado ha dado un buen puñado de películas y series de televisión más y menos afortunadas: Mad Men o The Hour, ambientadas en los años 50; o Nuestros amigos en el norte y White Heat en los 60, con su aura intocable de liberación, su aroma de marihuana y sus consignas flower power de “haz el amor y no la guerra”.
Siete estudiantes que compartieron comuna en Londres, en Tufnell Park, durante varias etapas de su vida estudiantil y profesional, se reúnen a la vuelta de cuarenta años en la casa que les acogió con motivo de la muerte repentina de uno de ellos. El luctuoso suceso es ocasión para enfrentarse al paso del tiempo, medir la resistencia de los lazos que les unieron y la evolución de los ideales que enarbolaron, comprobar si las heridas siguen abiertas y recordar, sobre todo recordar y tratar de comprender, a través de los flashbacks sucesivos que plantea el guión. En este sentido, comparte tema con películas como Los amigos de Peter, Pequeñas mentiras sin importancia o Reencuentro.
Cada capítulo de la miniserie se desarrolla en un año diferente: 1965, 1967, 1973, 1979, 1982 y 1990, como ya hizo Nuestros amigos en el norte. Como todo producto del sello BBC, White Heat está documentada y cuidada al detalle. Su guionista ha escogido hitos que marcaron época y conectan con la nostalgia del espectador medio: la muerte de Churchill, que para Paula Milne (The Politician’s Wife, Angels) supone un cambio sísmico, la subida al poder de Margareth Thatcher, el conflicto de las Malvinas, el descubrimiento del SIDA, la guerra fría, etc. Es decir, las vivencias personales se desarrollan en un contexto de eventos históricos y políticos, de manera que no es solo un relato de sus vidas, sino el retrato de una generación.
Milne ha querido que su drama se distinga haciendo hincapié en logros feministas como la liberación sexual, el derecho al aborto y a la anticoncepción desde la mirada de la mujer activista que fue, y que se concentra en la mirada clara de Charlotte, una de las protagonistas, la más lograda. Pero está tan enamorada de su idea que no se ha percatado de que el tema está muy manido. Y sus ideas y experiencias vividas se reparten entre todos los personajes de la historia, dando la sensación de artificio y de experimento social.
Junte bajo el mismo techo chico blanco de familia bien que se rebela contra su estatus social; niña buena que inicia su vida sexual tras abandonar el nido; chica liberal y artista, de vida bohemia; chico de origen indio y orientación gay; joven jamaicano de color, honrado y pacifista; gordita católica irlandesa, paño de lágrimas de todos, y británico conservador de pura cepa. Añada un variado abanico de carreras y oficios, espolvoree unas cuantas relaciones paterno-filiales, dominadas a menudo por la inmadurez y desequilibrio de los progenitores, remueva todo a lo largo de diversas décadas y -voilà!- el cóctel de tópicos y de posibles conflictos está servido.
La ambientación es exquisita, gracias al trabajo de documentación marca de la casa, al diseño de vestuario, a los decorados y a una magnífica banda sonora que atraviesa cuatro décadas con música de Jimi Hendrix, The Who, The Pretty Things, Pink Floyd, David Bowie, Queen, Culture Club, etc.
También enganchan los personajes y sus relaciones en el tiempo, a menudo dramáticas y tormentosas, pero llenas de camaradería y amistad, sobre los que planea una mirada comprensiva, tolerante y confusa. La simpatía que provocan en el espectador en las décadas pasadas contrasta, sin embargo, con la frialdad de la época presente, concentrada únicamente en la espera de la llegada por cuentagotas de todos a la casa. Se ha optado por utilizar actores diferentes, buenos actores pero que resultan desconocidos y que hacen lo que pueden con un argumento hueco. Es otra de las debilidades de White Heat, que se palia por la sorpresa del capítulo final en que se desvela al espectador la identidad del difunto y de las circunstancias que rodearon su muerte, un hecho que arroja luz sobre toda la historia aportando una visión algo más humana y esperanzada, ma non troppo.
White Heat -que podría traducirse como “al rojo vivo”- toma su título de una expresión utilizada por el líder del Partido Laborista Harold Wilson en la proclamación de la revolución tecnológica. Y deja la sensación de que con materiales tan buenos y menos dosis de ideología podía haberse logrado un retrato más poderoso de una generación.
Ficha Técnica
- Creador: John Alexander,
- Guion: Paula Milne,
- Intérpretes: Sam Claflin, Tamsin Greig, Claire Foy, Lindsay Duncan, David Gyasi, Myanna Buring, Jessica Gunning, Lee Ingleby,
- País: Gran Bretaña, 2012
- Fotografía: Matt Gray
- Música: Adrian Johnston
- Intérpretes: MyAnna Buring, Sam Claflin, Lindsay Duncan, Claire Foy, Tamsin Greig, Jessica Gunning, David Gyasi, Lee Ingleby
- Duración: Miniserie. 6 capítulos de 45 minutos
- Producción: BBC TV
- Emisión en España: Filmin
- Emisión en Gran Bretaña: BBC canal 2
- Calificación: +18 años (X)