007 en el cine: preparado para la acción
En la última entrega de 007 en el cine, que finalmente se estrenará el 1 de octubre de 2021 -tenía previsto su llegada a las salas en abril de 2020-, el último Bond (Daniel Craig) se despide de su personaje (a la quinta va la vencida).
La figura de 007 en el cine ha sido, quizás, el mayor invento después de la electricidad y aunque algunos piensen que mi afirmación pudiese ser exagerada, otros estarán totalmente de acuerdo en que todos hemos soñado con proceder de forma similar, en algunas circunstancias, tras la lectura o visionado del espía más representativo del siglo XX, James Bond.
Comencemos por un año emblemático, 1917, y un acontecimiento que construiría los cimientos de este personaje. Su autor, Ian Fleming, sufre un duro golpe con la muerte de su padre durante la primera Guerra Mundial, y decide encauzar la vida bajo una senda en la que el sentido patriótico toma protagonismo absoluto. Por ello, en 1921, ingresa en la Academia Militar Real de Sandhurst.
Su formación no solo se centra en lo marcial, sino que como buen caballero (recordemos que ya en el siglo XV, el canon venía marcado por Baltasar de Castiglione y su obra El Cortesano) y, gracias a que su situación socio económica se lo permite sobradamente, cultiva idiomas y refina su educación en las mejores universidades de Francia, Alemania y Suiza. Todo esto le permite desempeñar labores de traducción en la Sociedad de Naciones (antecesora de la ONU).
Más tarde, por su carácter inquieto, se introduce en el mundo del espionaje por un suceso acaecido en Rusia, que es seguido por la Agencia Informativa Reuters, la cual le confía la cobertura del mismo.
Tras esto no hay marcha atrás y entra en una espiral que lo sumerge en diversos viajes y desempeños diplomáticos y militares, que le permiten moverse en un mundo de estrategias y glamour, llevándolo a países como Portugal (y en concreto en el Casino de Estoril), donde nace la idea para su primera obra: Casino Royale (1954).
A partir de ahí, comienza una saga literaria donde el agente 007 será el hilo conductor de una serie de episodios, en los que Fleming da rienda suelta a su creación, basando los relatos en sus propias experiencias.
Tras Casino Royale surgieron una serie de títulos como Vive y deja morir (1955), Moonraker (1956), Diamantes para la eternidad 1956), Desde Rusia con amor (1957), Dr. No (1958), Goldfinger (1959), Solo para tus ojos -colección que incluye varios títulos- (1960), Operación Trueno (1961), El espía que me amó (1962), Al servicio de su majestad (1963), Solo se vive dos veces (1964), El hombre de la pistola de oro (1965) y Octopussy -que reúne varios títulos en su interior- (1966).
Curiosamente, también es autor de una novela que nada tiene que ver con el mundo del espionaje: Chitty Chitty Bang Bang, también llevada al cine y protagonizada por Dick Van Dyke, una deliciosa película familiar.
Tras la muerte de Ian Fleming, otros autores serán los elegidos para prolongar la saga. En todos había un denominador común: ese protagonista masculino, con un toque machista, cosmopolita y fetichista, que siempre estaba al tanto de resolver cualquier enigma al servicio de su Majestad.
Lógicamente, esta colección de novelas atrajo a la industria cinematográfica y fue el comienzo de un personaje mítico, tanto odiado como amado por hombres y mujeres, donde no solo era importante un buen guion o un gran actor. De hecho, cada nueva película despertaba el interés del público por descubrir quién firmaría la música o qué diseñador se encargaría del vestuario del famoso espía y el resto de personajes.
Todo esto sin olvidar la importancia de los créditos desde la primera película, con esas siluetas femeninas tan sensuales y llamativas, junto a una gran banda sonora que envolvía la sala e iba adentrando a los espectadores en un mundo glamuroso que les hacía escapar de lo cotidiano. Y de pronto surgía la figura de Bond, tan seguro de sí como distante, con su traje impecable, ceñido a un cuerpo rudo y masculino, capaz de conducir cualquier vehículo que le pusieran por delante, desde una moto a un tanque… y con licencia para matar.
Seguidamente, el espectador esperaba cada uno de los artefactos que le habían fabricado y, tras su consabido flirteo con la señorita Moneypenny, comenzaba la aventura.
Más tarde llegaba el momento de la aparición estelar de la chica Bond, un personaje que merecería un artículo aparte. Solo me pararé, por razones obvias, a recordar la escena en la que Úrsula Andress emerge del agua cual sirena y deja boquiabierto a Bond, y a la sala de cine al completo, recreada años más tarde por Halle Berry en las playas de Cádiz.
En lo referente a cuál es el más acertado de los escogidos para desempeñar el papel de Bond, hay opiniones de todo tipo. Personalmente me quedo con Sean Connery (también Fleming sintió predilección por el actor) y en un segundo plano con Pierce Brosnan. Pero el público ha podido encontrar en cada uno de los actores que han encarnado el papel un carisma diferente (George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton y Daniel Craig). Unos son más agresivos y otros más románticos, aunque el denominador común venga impuesto obligatoriamente por guion.


Otra baza importante es el antagonista, que suele darse de bruces contra el suelo en su empeño de crear el caos. Entre ellos encontramos desde el más enigmático, líder de Spectre, de quien vemos solo su mano cuando acaricia a un felino, a la gran villana May Day, interpretada por Grace Jones en Panorama para matar.
En cuanto a los escenarios donde han tenido lugar los distintos rodajes, se ha podido disfrutar de la belleza de diversos rincones del mundo. Mención especial para la representación de nuestro país: en 1981 le tocaba el turno a Madrid en Solo para sus ojos, que curiosamente era representada por un pueblecito griego; así que hubo que esperar a 1999, con El mundo no es suficiente, para conseguir que las cámaras de la saga tomaran tierras españolas, pero esta vez sin trampa ni cartón, en Zaragoza, Cuenca y Bilbao, utilizando como telón de fondo el Museo Guggenheim.


En Muere otro día, Pierce Brosnan simula estar disfrutando de un paisaje cubano en tierras gaditanas, y en 2008 vuelve a aparecer Madrid en los créditos de Quantum of Solace, de la mano de Daniel Craig.
Por último, y como dato curioso, la última entrega está rodada en parte en Jamaica, donde Bond se ha retirado del servicio activo. Casualmente, fue en esa misma isla donde Fleming engendró un personaje que barruntaba en su cabeza desde hacía tiempo y que llamó 007.
La realidad es que si su creador levantara la cabeza, no sé cómo afrontaría el hecho de que su discreto y elegante personaje se hubiese convertido en casi una factoría que mueve importantes sumas.


En esta entrega que está a punto de estrenarse, el último Bond (Daniel Craig) se despide de su personaje (a la quinta va la vencida), acompañado de Ana de Armas y Rami Malek, a las órdenes del director Cary Fukunaga. Así que habrá que esperar pacientemente, saboreando un Vesper Martini, agitado, no mezclado.
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