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1917: la Primera Guerra Mundial, a escena

Sam Mendes, director de 1917, junto a George McKay y Dean-Charles Chapman

Con un gran éxito de crítica y público, y dos Globos de Oro (mejor película dramática y mejor director) bajo el brazo, este pasado viernes llegó a las salas españolas 1917, la nueva película de Sam Mendes protagonizada por George MacKay, Dean-Charles Chapman, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Mark Strong y Colin Firth, que se ha convertido en una de las grandes favoritas para los Oscar 2020.

Aunque todas las películas exigen un gran esfuerzo técnico, el período de preparación de 1917 fue más importante aún que en cintas rodadas de forma más convencional. De hecho, era primordial. Las exigencias técnicas de cómo se rodaría la epopeya suponían que cada paso del viaje tenía que cronometrarse con máxima precisión durante los ensayos.

El propio Mendes admite que los retos de prepararse para esta película supuso multiplicarlo todo por cinco. «Tienes todas las cosas que harías normalmente», indica el realizador, «pero aquí sencillamente tenían que funcionar con mucho más detalle. Por ejemplo, tuvimos que medir cada paso del viaje. Está bien escribir: ‘Descienden por la ladera de una colina atravesando una arboleda, a través de un huerto, rodeando un estanque, hasta entrar en una casa’, pero la escena tenía que ser de la longitud exacta del terreno. Y el terreno no podía durar más que la escena. Tuvimos que ensayar hasta el último paso del viaje, hasta la última línea de diálogo en las localizaciones».


El nivel de detalle exigía que todos los miembros del equipo y el personal creativo clave ensayaran no solo en las localizaciones, sino en un enorme plató de cine de Shepperton Studios. Allí, marcaron en el suelo las dimensiones de los sets de cada escena. En este espacio se ensayó hasta el último paso del viaje. «Estábamos en una inmensa sala, la sala de ensayo, rodeados de cajas de cartón apiladas para darles la forma del set de rodaje», recuerda Chapman. «Sam ya sabía exactamente cómo debería quedar la composición, pero a veces se topaba con algo que no acababa de encajar bien o no tenía buen aspecto. Cuando eso sucedía, se quedaba ahí plantado, cerraba los ojos, pensaba un poco y lo solucionaba. No había visto nunca nada igual. Su capacidad para hacer eso era asombrosa».

A continuación, fueron a las localizaciones para los ensayos técnicos. «Ese mundo tenía que crearse al ritmo que marcaba el guion», explica Mendes. «No puedes saltarte 90 metros en un corte. Si tu localización tiene 90 metros de más, no vas a obtener la escena que dura lo que el viaje; las dos cosas están evidentemente interrelacionadas. Eso hizo la preparación mucho más complicada de lo normal. En muchos aspectos, fue más divertido, porque tuvimos que hacerlo muy pronto y pisar el terreno, y sentir físicamente la realidad de su viaje. Luego, tuvimos que hablar y probar el movimiento y la posición de la cámara para cada momento de cada escena, mucho antes de rodarla».

No hay que olvidar que la visión de Mendes de captar la historia en tiempo real, de manera que se viera como un único plano secuencia, precisa que los espectadores se unan a los personajes y se sumerjan en su turbulento viaje. Para que no quede duda: 1917 no se rodó en una sola toma, sino que se filmó en una serie de tomas largas sin cortes, que se pudieran conectar sin fisuras para que dieran la sensación de un único plano secuencia.

Al no haber cortes dentro de cada escena, los espectadores, al igual que los propios personajes, no pueden distanciarse de la misión que tienen por delante. Aunque Mendes ya había rodado la escena inicial de Spectre en plano secuencia, filmar así una película entera fue una experiencia nueva para todos. «Nunca me había encontrado en una situación en la que empezáramos a rodar un lunes y sabía de hecho que lo que rodáramos ese lunes acabaría en la película», argumenta el realizador británico.

Preparando el papel de soldado

El ex paracaidista Paul Biddiss (Jason Bourne), asesor técnico militar de la película -sirvió en el Ejército británico durante varias décadas- puso a prueba a los intérpretes principales. Para que se metieran en la mentalidad de un soldado, empezó su preparación con largas marchas. Biddiss explica que, una vez que sus hombres se pusieron el uniforme, había normas en cuanto a lo que se esperaba de ellos. También se les inculcó la importancia de cuidar de sus compañeros soldados, así como de la amistad y la vinculación emocional.

1917 (Sam Mendes, 2019)

En Bovingdon, antes del comienzo del rodaje, se hizo pasar a los actores por un campamento de instrucción para prepararlos para las escenas que se filmarían allí. Dado que se trataba de escenas más sedentarias, el propósito del campamento era que aprendieran fundamentalmente cómo era la vida en las trincheras. El campamento de instrucción que se realizaría posteriormente en Salisbury exigía un mayor detalle en lo referente a tácticas y agresión, dado que los extras elegidos para participar en la escena de la trinchera tenían que ser más fuertes físicamente.

«Al contrario de lo que la gente cree, los soldados de la Primera Guerra Mundial no salían simplemente de una trinchera y echaban a correr como posesos hacia el enemigo», explica Biddiss. «Tenían objetivos de sección. Teníamos que enseñar a nuestros intérpretes a moverse por secciones, a las órdenes de sus comandantes de sección, además de cómo operaban las ametralladoras Lewis y las ametralladoras Vickers para ofrecer cobertura».

Se enseñó al reparto principal y a los extras a manejar armas con seguridad, así como a llevar sus cinchas -cómo se ajustan- y desde la munición a las máscaras, a las cantimploras… dónde va cada pieza de equipo. Biddiss también se encargó de recalcarle al reparto principal la importancia del cuidado de los pies. «Fue la primera lección que les enseñé. Como los verdaderos soldados de la Primera Guerra Mundial, no estaban acostumbrados a trabajar con botas militares, había que evitar las dolorosas ampollas por todo el ejercicio de piernas que se les exigía cada día».

La producción también recurrió a la pericia del historiador militar Andrew Robertshaw (War Horse (Caballo de batalla)), antiguo funcionario del Ministerio de Defensa que pasó muchos años excavando trincheras y cráteres de minas en Francia y Bélgica. Robertshaw y Biddiss colaboraron estrechamente con Joss Skottowe (Spectre), armero supervisor y ex militar, y el coordinador de especialistas Benjamin Cooke con el reparto principal y los extras. Los distintos papeles se complementaban unos con otros, desde explicar las complejidades de la guerra, a la necesaria forma de actuar de los soldados, pasando por cómo cargar, disparar y recargar armas, y poner vendajes, además de cómo afrontar la realidad de pasarse de la raya y lo que eso podía suponer.

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