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3ª Crónica del Sevilla Festival de Cine Europeo 2014. Y se hizo la luz

El Festival de Cine Europeo de Sevilla y su vertiente más vanguardista, dolorosa y arriesgada

Mr. Turner (2014), de Mike Leigh

Festival de Cine Europeo 2014: Y se hizo la luz

Todas las posibilidades y combinaciones que permite el lenguaje audiovisual en el medio cinematográfico se encuentran en el Festival de Cine Europeo de Sevilla en su vertiente más vanguardista, dolorosa y arriesgada. Si los primeros días abundó la denuncia social –como en Silvered water Siria self-portrait, compuesta por filmaciones de 1.001 sirios sobre los horrores de la guerra civil-, el retrato de juventud colombiana marginal de Los hongos, o el sentimiento de desorientación vital en la española Las altas presiones, a partir del miércoles se hizo la luz en la programación, con dos películas capaces de superar la perplejidad o la náusea.

Bird People, de Pascale Ferran, sobrevuela con delicadeza exquisita este mundo nuestro inhabitable con un relato muy original, premeditadamente irregular y juguetón, que combina realismo y fábula, y donde un peculiar gorrión se cruza con un sorprendido y atribulado Josh Charles en una cinta transportadora de aeropuerto. Con esto está dicho casi todo y casi nada. Dos personajes humanos -una camarera de piso francesa que hace horas extra en un hotel próximo al aeropuerto y un alto ejecutivo de Silicon Valley en tránsito a Dubai que desembarca en ese hotel-, y uno animal, el pájarillo, que ha requerido un esforzado trabajo de rodaje y postproducción. El objetivo lo marcaba su directora: dar claves para cambiar la mirada. Y el trasfondo, la necesidad de echar freno, el valor del servicio, el mundo interior de la persona.

Y La Sapienza, coproducción franco-italiana dirigida por Eugène Green, un proyecto ambiciosísimo sobre la búsqueda de lo elevado que inician –a través de un viaje físico y vital- un matrimonio sumido en el tedio y el dolor no superado y dos hermanos adolescentes, a partir de un encuentro fortuito que cambia sus vidas. Todo un compendio del pensamiento, la historia y el arte europeos está contenido  en esta película de estilo exageradamente teatral -Green es fundador del Teatro de la Sapience-, y expuesto bellamente por una cámara que alterna la arquitectura de Borromini con los paisajes piamonteses.


Le meraviglie, de la joven directora italiana Alice Rohrwacher, ha sido también un maravilloso descubrimiento. «Una película personal, no autobiográfica» -dice la realizadora, ambientada en el microuniverso de una familia de apicultores de la Toscana que se ve amenazado por esa modernidad capaz de reducir todo lo auténtico a mero parque temático. Muchos registros lleva adelante con asombrosa fluidez esta historia aparentemente sencilla: el choque tradición-modernidad, la convivencia multicultural en zonas de inmigración, la influencia de la televisión configuradora de valores sociales vaciados de cultura, la iniciación al mundo adulto, los choques generacionales. Las actrices que encarnan a las hijas de la familia son un milagro de espontaneidad, además de mostrar una osadía asombrosa en el contacto con las abejas.

La tónica de denuncia o de retrato marginal ha continuado en estos últimos días, en películas como Heaven knows what, de los hermanos Safdie, basada en las memorias de Arielle Holmes, homeless de 19 años adicta a la heroína que además protagoniza con grandes dosis de energía y realismo la película. También ha tenido cabida la biografía de corte más clásico, como Mr. Turner, de Mike Leigh, con una ambientación de diez pero un guión que dejaba que desear por falta de historia. Y dramas insanos e inquietantes -carne de sección de sucesos-  como The kirdergarten teacher, profesora de guardería obsesionada con un alumno de cinco años virtuoso poeta. En este capítulo, Hungry hearts, italiana de Saverio Costanzo, resulta interesante por la perspectiva inusual desde la que se aborda, la magnífica fotografía y por combinar sin fisuras en la continuidad dos géneros –comedia romántica y thriller doméstico- gracias a unas convincentes interpretaciones de la pareja protagonista, sobre todo Alba Rohrwacher.

En general, las películas españolas no han destacado en la programación. Ni la inaugural La ignorancia de la sangre, ni La fosa, ni El camino más largo para volver a casa, de Sergi Pérez, boceto desdibujado de un duelo que, por falta de soporte humano y exceso de metraje, acaba por ser irritante y gratuitamente violento, ni tampoco Las altas presiones, de Ángel Santos, retrato de crisis y desencanto vital con no lugares como escenarios y un Gertrúdix desubicado que cansa. Sí gustó, y mucho Negociador, de Borja Cobeaga, meritoria comedia catártica que ficciona con pericia un tema tan complejo como las negociaciones entre el presidente del PSE vasco y ETA.

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