Festival de San Sebastián 2003: Sorprendente Concha de Oro

The Station Agent
The Station Agent

Festival de San Sebastián 2003: Sorprendente Concha de Oro

Festival de San Sebastián 2003, edición 51º | 10 días de proyecciones. 176 películas. Mucho material, ruedas de prensa a manta. Un poco de polémica y ninguna pegatina. Dos enviados especiales de Fila Siete visionando varias películas diarias para cubrir una oferta desbordante: 19 oficiales (3 fuera de concurso), 35 en Zabaltegui, 45 en Horizontes Latinos (18 españolas), 21 en Preston Sturges, 33 de cine magrebí, 17 de Winterbotton, y 3 preestrenos en el Velódromo (Finding Nemo, Deep Blue, The italian job).

Schussangst, película alemana dirigida por el georgiano Dito Tsintsadzese, se ha llevado (con abucheos del respetable asistente a la lectura y el casi unánime enfado de la crítica especializada) la Concha de Oro de la 51 edición del Festival de San Sebastián, cuyo descabezado Jurado ha visto en la tristeza de un esperpéntico e inexorable camino hacia la venganza, más y mejores muestras de talento que en las 15 restantes películas de una irregular Sección Oficial.

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En la SO hubo títulos de fuste (Suite Haba­na, Camino de las nubes, La joven de la perla, Memorias de un asesino, The station agent, Te doy mis ojos, Verónica Guerin), junto a algunos de un nivel sonrojante (Grimm, La historia de Marie y Julien, Supertex).

Y los premios fueron para…

La galardonada fotografía del brasileño Eduar­do Serra es el pilar principal de La joven de la perla, una película británica que hace buen cine con la luz y el color de la pintura del gran Vermeer. Un ambiente de misterio envuelve a esta versión cinematográfica del bestseller de Tracy Chevalier, una inteligente historia de amor a la pintura.

La nada original historia de un asesino en serie, contada a caballo entre el thriller y la comedia, no presagiaba el éxito de público, crítica y Jurado de Memorias de un asesino, hilarante, desenfadada y bien orquestada sátira sobre el sistema judicial coreano (Concha de Pla­ta al mejor director, Premio al nuevo director Bong Joon-ho, y premio Fipresci).

Sorpresivamente, resultó ganador el guión de La herencia, un irregular drama danés de Per Fly sobre los destrozos que provoca el capitalismo en la vida de la clase dirigente. Si bien alberga buenos momentos en 115 minutos de metraje, tiene enormes problemas para resultar creíble y se cierra con una artificiosidad que lastra todo el conjunto, sin embargo, muy bien interpretado.

Premio especial del Jurado, The station agent es quizás la sorpresa más agradable del Festival. Tom McCarthy, aclamado en Sun­dan­ce, se ha inventado un bellísimo y sensible cruce ferroviario de soledades entre tres trenes inolvidables: un enano de voz portentosa, un cubano cascabelero y una pintora traumatizada. Ningu­na película fue más aplaudida en el Kur­saal, y todo apunta a que volveremos a hablar de este director de 34 años formado en la Es­cue­la de Arte Dramático de Yale.

A casi nadie le hubiese sorprendido que Te doy mis ojos hubiese ganado la Concha de Oro. Pero hubiese sido una peli española la triunfadora por cuarta vez consecutiva. Los dos premios de interpretación y el premio del CEC son el consuelo para Icíar Bollaín, tipa lista donde las haya que ha dirigido una magnífica película.

Premio Signis, Suite Habana es un ejercicio de inteligencia y talento, un documental de creación sobre el día a día de la capital cubana a través de diez personajes comunes.

Telegrama Zabaltegui

Intermission. Debut de John Crowley, es una historia mosaico de barrio obrero dublinés. Con tramas de todos los niveles, disparatada, enrabietada, burra, canalla, alberga un retrato de policía mediático que es la monda.

Uzak. Gran Premio del Jurado y de Interpre­ta­ción ex aequo en Cannes, la película turca ambientada en un Estambul nevado tiene una fotografía y una planificación sencillamente extraordinarias.

Reconstruction. A pesar de un detestable grano (lentejas, oiga), la película del danés Boe es un interesante ejercicio deconstructivo sobre la literatura, el azar y el amor, que brilla a gran altura en algunos momentos, mientras se deja pintura en los quitamiedos de la carretera del pedante cine para cinéfilos.

In this world. Winterbotton, premiado con una retrospectiva, nos cuenta en tono de falso documental el viaje de dos jóvenes afganos que quieren llegar a Londres. Claustrofóbica adrede.

El hombre que copiaba. Un joven brasileño nos cuenta con una insistente y excesiva voz en off su aburrida vida, que atraviesa un sueño: conquistar a su vecina. Personajes divertidos y bien construidos. El final no casa con la sencillez de la cinta.

Nicotina. Historia extrema aunque frecuente en la prensa mexicana. Contrabando y tiroteos en una comedia negrísima en la que cualquiera puede resultar el peor enemigo. Con un ritmo acelerado, la cinta transcurre a tiempo real.

Cuando llegue mi hombre. El mundo es co­mo lo queremos ver. Y la visión de Paula, la protagonista, es divertida, optimista y fresca. Cine alemán, distinto, con personajes diferentes que apelan continuamente al lado divertido del absurdo.

Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera. Un cuento taoísta sobre el aprendizaje. Niñez, juventud, madurez y vejez. Una única localización envuelve a esta historia en la belleza de las cuatro estaciones.

The human stain. A pesar de su aclamado paseo en el Festival de Venecia, el veterano Benton falla en la adaptación de Roth. La rebuscada historia podría haber llegado a buen puerto, pero permanece fría y distante en la pantalla a pesar del buen trabajo de un reparto de ensueño (Kidman y Hopkins, Harris, Sinise).

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