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Festival de Cannes 2015. Round 8. Michael Caine

El gran Gatsby de Jack Clayton

Festival de Cannes 2015. Round 8. Michael Caine

Festival de Cannes 2015. Esperando a Hsiao-hsien Hou. Y de pronto, Michael Caine.

«Vivo agradecido porque después de tanto tiempo todavía amo la belleza». Parafraseando el final de la ultima película de Koreeda vista hace una semana, mi agradecimiento es más limitado. Tras una veintena larga de filmes, todavía estoy impaciente por ver The Assassin, esperadísimo regreso del maestro taiwanes Hsiao-hsien Hou en el pase de esta noche.

Hay muchas teorías acerca del carácter que ha de tener una buena película de festival. Un solido film de genero apropiado para un festival como Sitges puede naufragar en uno mas orientado a la independencia como Gijón. Sin embargo, una mala película lo es en cualquier festival. Parece que hay consenso en que Marguerite e Julien de Valerie Donzelli lo es.


En la tarde de hoy, acudimos a un encuentro con unos productores, en un barco grande, un yate de esos que sale en los anuncios de lotería. La película que han hecho merece la pena, es honesta y duele, ya la glosaremos cuando se estrene. La puesta en escena de la entrevista ha sido un poco a lo Gran Gatsby.

Es quizás lo que diferencia a este festival de otros. Aquí hay glamour en cada esquina. Tambien muchos horteras pero no olvidemos que hace cuatro décadas en un mismo dia estrenaban por aquí Visconti, Antonioni y Louis Malle. De aquellos tiempos queda algún superviviente. Si te los encuentras te transportan a la Edad Dorada.

Y ha pasado. Entramos en el Hotel Martinez a tomar un café. De pronto, Irina, Miley, unos cetreros con halcones… Surrealismo 100% canniano.

Y de pronto, ha aparecido él. Lo que más me ha sorprendido no ha sido el esmoquin, ni compartir la barra con el actor de Lumet, Mankiewiczk o Nolan.

Irina se ha borrado, Miley se esfumó, incluso los halcones volaron. Cautiva el rostro ajado por un millón de whiskies, el pelo blanco como la nieve. Elegancia made in Kensington. Carter, Percy Carnehan, Alfred. Quizas el cine sea eso.

Todos los críticos hemos tenido alguna vez la sensación de que por mucho que alabemos una película, que ponderemos la magia recóndita de un plano, hay algo que se nos escapa y que siempre será inmarcesible.

Michael Caine no es una estrella -la mayoría de los que estaban en el bar ignoraban quién era-, pero es la prueba viviente de ese no sé qué.

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