Capitán Abu Raed: Jordania se abre al mundo
Capitán Abu Raed es el primer largometraje jordano que se exporta al mercado internacional. Amin Matalqa, guionista y director de la película, pasó los primeros años de su vida en Jordania, soñando con convertirse en cineasta. Su mayor inspiración e influencia viene de directores de la talla de Alfred Hitchcock, David Lean, Steven Spielberg, François Truffaut, Giuseppe Tornatore, Charles Chaplin, Akira Kurosawa, Martin Scorsese, los hermanos Coen y Milos Forman. “Nunca me perdía una película”, recuerda. “Iba mucho al cine solo, era mi válvula de escape”.
A pesar de una exitosa carrera en las telecomunicaciones en el estado de Ohio, Amin Matalqa decidió trasladarse a Los Ángeles y hacer realidad su sueño. Escribió y dirigió 17 cortos en dos años antes de ser aceptado en el Programa de Realización MFA del Instituto Americano de Cine. En esa época conoció a otro ciudadano jordano, Laith Al-Majali, montador y uno de los productores de la película.
Después de conocer a Amin Matalqa y a Laith Al-Majali, el productor David Pritchard les pidió que escribieran una historia original que transcurriera en Jordania y pudiera ser producida allí. Les dijo textualmente: “Escribid algo que pudiera protagonizar Charlie Chaplin”.
“Luces de la ciudad es una de mis películas preferidas”, dice el director. “El personaje del mendigo simboliza al hombre bueno de la calle. Siempre me ha interesado la diferencia entre clases sociales. Mi padre y mi hermano son pilotos comerciales, ¿hay un sitio mejor que un aeropuerto para que se encuentren pobres y ricos?” El productor Laith Al-Majali añade: “Los dos empezamos a pensar en un trabajo para nuestro personaje y se nos ocurrió que podría formar parte del personal de limpieza de un aeropuerto. Así nació Abu Raed”. El realizador sigue diciendo: “Después de documentarme, encontré un tema que me permitió dar una textura realista y psicológica al guión. Con cada nueva versión, la mezcla de humor, patetismo, drama y suspense se hacía más orgánica”.
El reparto de la película era otro reto. Desde el principio, pensaron que el actor jordano Nadim Sawalha debía hacer de Abu Raed. El conocido actor reside en Londres, donde trabaja habitualmente para la televisión británica. Ha tenido papeles en numerosos largometrajes, entre ellos dos de James Bond, La espía que me amó y Alta tensión, así como en Syriana, con George Clooney. El productor y montador Laith Al-Majali ya había trabajado con el actor y le mandó el guión. La historia le entusiasmó y aceptó el papel inmediatamente. “Me sentí muy feliz de que me ofrecieran un papel protagonista en la primera película jordana y, al mismo tiempo, me daba un poco de miedo trabajar con un director novel”, explica el actor. “Tampoco estaba convencido de que se pudiera producir una película independiente en Jordania. Sin embargo, el guión tenía mucha fuerza, y después de varias conversaciones telefónicas con Amin, me convencí de que era capaz de dirigir la película”.
Una vez encontrado un actor experimentado para el papel principal, quedaba buscar los intérpretes que se mueven alrededor del capitán Abu Raed. Al tratarse de una película en árabe dirigida a un público internacional, el requisito primordial era que los actores fueran creíbles. Los productores y el director están de acuerdo en que no hubieran podido soñar con un reparto mejor.
Otro personaje principal es Nour, una mujer joven e independiente que pilota aviones comerciales. Los cineastas escogieron a Rana Sultan, la presentadora más famosa de la televisión jordana. Es la primera vez que actúa en una película: “Me sentí muy halagada cuando me ofrecieron el papel. El guión me conmovió profundamente y me gustó mucho el personaje de la mujer piloto. Sabía que sería un reto creativo para mí. Me siento muy orgullosa de haber sido parte de esta maravillosa experiencia”.
Se necesitaba a unos doce niños capaces de seguir las órdenes del director, que no miraran a la cámara y que no armaran jaleo mientras se rodaba. Pero, sobre todo, debían parecer niños sin recursos
La mayor dificultad surgió a la hora de encontrar a los niños. Se necesitaba a unos doce niños capaces de seguir las órdenes del director, que no miraran a la cámara y que no armaran jaleo mientras se rodaba. Pero, sobre todo, debían parecer niños sin recursos. Amin Matalqa quería encontrar niños espontáneos y complejos a la vez que aportasen naturalidad a su interpretación. Con la ayuda de la productora jordana Nadine Toukan, el director recorrió el país visitando campamentos de verano para los menos privilegiados. “Mientras buscaban financiación, nos dedicamos durante meses a buscar a los chicos idóneos para la película”, recuerda el realizador. “Cuando conocí a Hussein Al-Sous, que hace el papel de Murad, le pregunté qué quería ser de mayor. ‘Piloto de aviones’, me contestó sin vacilar. Me pareció una coincidencia asombrosa”.
David Pritchard, que ha producido películas en Rusia y Europa, sabía que no sería fácil rodar una película independiente en Jordania. “El primer obstáculo que debimos superar fue reunir el mejor equipo posible y que pudiera comunicarse fácilmente”, dice el productor. “Acabamos con un equipo de 90 personas de 14 nacionalidades. Diez eran técnicos con mucha experiencia procedentes de Estados Unidos y Canadá. Lo fantástico de un rodaje es que al cabo de unas horas, surge una energía especial, se impone un ritmo y todo funciona”.
Y sigue diciendo: “No hay nada mejor en un rodaje que ver a un maquinista libanés con eléctricos jordanos, y un equipo de sonido tunecino trabajar mano a mano con técnicos suecos y canadienses, mientras el cámara libanés habla con unos estadounidenses. Es importante seguir el calendario previsto y no retrasarse. Cualquier retraso significa más presión y tensión. Por eso, conseguir el objetivo diario es crítico. Habíamos hecho un buen trabajo de preproducción y de localización. Nos ayudó mucho contar con los mejores técnicos jordanos. Algunos habían rechazado salarios más elevados de otras producciones estadounidenses para trabajar con nosotros. Sin ellos, esta película no habría sido posible”.
Amin Matalqa recuerda el primer día de rodaje: “Me sentía eufórico. Ahí estaba, recién licenciado en el Instituto Americano de Cine, a punto de empezar a rodar mi primer largometraje. Ese día teníamos tres tomas con grúas y con doce niños que nunca habían trabajado delante de una cámara. Hablaba con el equipo de cámara en inglés, con los actores en árabe y con el equipo tunecino de sonido en mal francés. A veces tuvimos que recurrir a las señas”.
Originalmente, Laith Al-Majali había planeado montar la película según se iba rodando, pero el equipo sufrió daños durante el transporte y decidió montar a su regreso a Los Ángeles. Eso le dejó más tiempo para dedicarse a la producción. Trabajó con sus numerosos contactos y la con la Real Comisión de Cinematografía para obtener permisos de rodaje. Dice: “La ayuda que nos prestó el príncipe Ali y la princesa Rym, la cooperación del alcalde de Ammán y del personal del aeropuerto internacional de Ammán fue realmente asombrosa. Sin ellos, este rodaje no habría sido posible. Nos permitieron rodar en sitios increíbles el tiempo que quisiéramos”.
El director recuerda, riendo: “Una de las escenas más complicadas transcurre en el aeropuerto. Mi padre tiene un papel de figurante como piloto, su profesión en la vida real. Debía cruzar la terminal con otros pilotos. Nadim Sawalha, el actor principal, estaba de rodillas limpiando el suelo; varios pasajeros esperaban en la sala de aduana y había extras por todas partes. Yo iba de un lado a otro corriendo, coreografiando la acción en medio del caos habitual de un aeropuerto. Por fin grité ‘Acción’ y mi padre apareció sin su gorra de piloto. Uno de los temas de la película es que se define a la gente por la ropa. Entonces grité ‘¡Corten!’. Había que darse prisa porque los pasajeros empezaban a impacientarse. La segunda vez salió hablando por el móvil. A la tercera, el generador hizo de las suyas y se apagó. Por fin lo conseguimos al cuarto intento”.
Las localizaciones fueron muy importantes para dar la sensación de estar en una ciudad árabe contemporánea, moderna, bulliciosa, compleja, y de comunicar las texturas y colores de esta histórica región. Tanto Ammán como Jordania en general se ven bajo un prisma muy variado, elegante, incluso mítico.
Suscríbete a la revista FilaSiete