Cine clásico navideño: La magia del cine en Navidad
Cine clásico navideño | En estos días en que la nostalgia invade nuestros recuerdos y las calles se llenan de viandantes en las tiendas, a la búsqueda del regalo perfecto, encontramos el momento ideal para deleitarnos con alguna película navideña. Así, inundamos nuestra estancia de deseos de volver a la infancia y recordar cada uno de esos instantes, en los que la familia se reunía en torno al televisor para disfrutar del cine, haciendo previamente acopio de turrones y peladillas.
Cuando los operarios comienzan a montar el engranaje de luces por toda la ciudad, va llegando el momento de desempolvar el vinilo de Frank Sinatra y los DVD que están en un apartado muy especial de la videoteca. El frío y el olor de las castañas asadas anuncian que hay que ir preparando los teatros de Navidad en el colegio y seleccionar las mejores adquisiciones de aquellas bolas para el árbol que se rompieron el año pasado al embalar los adornos.
Es un buen momento para ver Pesadilla antes de Navidad, de Tim Burton, y de ese modo hacemos doblete, cumpliendo con el ritual de Halloween, tan de moda en nuestro país en los últimos tiempos.
Desde que en 1898 George Albert Smith, operador de linterna mágica, estrenara el cortometraje Santa Claus, hay una serie de tópicos que se han ido repitiendo en el mundo del celuloide.
Es indudable que hay dos términos estrechamente ligados y recurrentes en cada proyección, Navidad y Familia, y es que no hay celebración completa sin estar reunidos en la mesa, rodeados de seres queridos, sean o no consanguíneos; algo que aprendimos a la perfección en las escenas de la televisiva Friends, en torno a la cocina de Mónica.
Hay películas que, de principio a fin, narran peripecias ocurridas en los días más claves de la Navidad y otras que pasan de puntillas por esta temática, pero sus escenas son tan impactantes que enamoran al espectador y permanecen en nuestro recuerdo.
La secuencia en La gran familia (1962) en la que Chencho se pierde en el Mercadillo navideño de la Plaza Mayor de Madrid y como, gracias a las plegarias de sus familiares y amigos, es devuelto con los suyos.
En El Padrino (1972), Michael (Al Pacino) pasea junto a Kay (Diane Keaton) realizando las compras de última hora para celebrar la Navidad, cuando ve en un periódico que su padre ha recibido varios impactos de bala y sale de inmediato en su busca.
Seguimos desgranando “dulces navideños” y no podemos olvidar la saga de Harry Potter, con su sede en el colegio Hogwarts, caracterizado por sus adornos exhuberantes, típicos de estas fechas, dignos de la magia que acompaña la soledad de aquel niño en estos días.
En Hollydays (2016), Kate Winslet cambia la vida de un anciano guionista de cine en una atípica Navidad soleada, al más puro estilo hollywoodiense.
Gremlins (1984) sembraron nuestra infancia de terror, ante la imagen del alter ego malvado, disfrazado de Papá Noel.
No puede faltar una sesión de Mujercitas (1949) y sus múltiples versiones, mostrando la vuelta del padre de la guerra en estas fechas, al calor de la lumbre.
El apartamento (1960), de Billy Wilder, donde Jack Lemon descubre el amor en una de esas famosas fiestas navideñas de empresa.
En Love Actually (2003) encontramos la estructura perfecta de los días previos y los múltiples preparativos. Las diferentes historias que se entrecruzan en ella, pasan de la comedia a la pérdida de los valores esenciales, pero el trasfondo mágico mantiene al espectador en una encrucijada hasta el final.
Podemos continuar el recorrido con la figura de Jack (Nicolas Cage) y su pasión por el poder, que se muestra rivalizando con las vicisitudes de la vida familiar, junto a su antigua novia Kate (Téa Leoni) en Family Man (2000).
Una maravillosa opción es la de ver Canción de Navidad, de Charles Dickens, en sus múltiples versiones, desde la más antigua, dirigida por Walter R. Booth en 1901, y su tenebrismo, pasando por Los fantasmas atacan al jefe, de 1988, con un convincente Scrooge, interpretado por el gran Bill Murray. Asimismo, Robert Zemeckis hizo lo propio con esta historia en 2009, dando protagonismo a un Jim Carrey que se encargó de caracterizar al propio Scrooge y a los tres fantasmas.
Otra opción, muy divertida, es la de disfrutar de Los Muppets (2011) y sus secuelas, junto a Michael Caine, y desternillarnos con los tomates que cantan en el mercado navideño.
Durante los años noventa hubo una proliferación de cine navideño, que se convirtió en una de los momentos más esperados de las vacaciones escolares: poder disfrutar del cine en familia o con amigos, para comentar luego estos estrenos en las consabidas reuniones de los días más señalados.
En esta índole, encontramos títulos como Solo en casa (1990) y su secuela, donde un actual malogrado Macaulay Culkin era olvidado por sus padres durante un viaje y le tocaba defender el patrimonio familiar. En 1993 llegó el estreno de Los amigos de Peter, con una reunión cargada de sueños frustrados, aunque la interpretación de su elenco de actores es de un valor incalculable.
Un padre en apuros (1996), con Schwarzenegger en una faceta opuesta a la habitual, en la búsqueda del muñeco que ansía su hijo para esas navidades, fue otra de las alternativas de aquella década.
También, Mientras dormías (1995) nos muestra la soledad de una Sandra Bullock deseosa de encontrar el amor con el hombre equivocado o, en un lado totalmente opuesto, La jungla de cristal (1988) presenta a un guerrillero Bruce Willis dispuesto a salvar un grupo de rehenes de las garras de unos terroristas en plena Navidad.
Años más tarde, nos subíamos al tren de la fantasía conducido por Tom Hanks en Polar Express (2004).
Pero, el broche final, son los grandes clásicos para esas largas tardes de invierno, en las que la penumbra se une al grisáceo tornasol de las antiguas imágenes de cinemascope, que alimentan los recuerdos del ayer.
En 1942, suena por primera vez el oscarizado tema White Christmas, de la mano de Bing Crosby, bajo los pasos de baile de nuestro adorado Fred Astaire en Holiday Inn (Quince días de placer).
Unos años más tarde (1944), Maureen O’Hara y John Payne participaban, junto a Natalie Wood, en la triplemente oscarizada Milagro en la calle 34, con un Papá Noel que consigue recuperar el espíritu navideño en una pequeña de nueve años (en 1994 se realiza un remake, con Richard Attenborough en el papel de Kris Kringle).
También en 1944, Vicente Minelli nos encandilaba con Cita en St. Louis y, tres años más tarde, un ángel (Cary Grant) llega a la tierra para ayudar a un matrimonio en apuros en La mujer del obispo, que posteriormente, una malograda Whitney Houston protagonizaba, junto a Denzel Whashington, en La mujer del predicador (1996).
En España tuvimos una Navidad en clave de parodia, cuando Berlanga nos enseñó el artificio de traer un indigente a la cena del 24 de diciembre, de comienzos de los años 60, en Plácido (1961).
He esperado hasta el final para hablar de la joya de la corona: Qué bello es vivir (1946), de Frank Capra, donde James Stewart, desesperado por las deudas y en el límite de sus fuerzas, comparte reparto con la dulce Donna Reed. Esta lo acompaña en sus más amargos momentos, para demostrarnos el significado del amor verdadero.
Aunque no están todas las que son, sí son todas las que están, con idea de pasar una agradable velada en unos días llenos de amor y magia, que aunque para muchos cargados de recuerdos, para otros llenos de esperanza.
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