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Cine clásico navideño: La magia del cine en Navidad

Una maravillosa opción es la de ver Canción de Navidad, de Charles Di­ckens, en sus múltiples versiones, desde la más antigua creada en 1901

¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra (1946)

Cine clásico navideño: La magia del cine en Navidad

Cine clásico navideño | En estos días en que la nostalgia in­vade nuestros recuerdos y las ca­lles se llenan de viandantes en las tien­das, a la búsqueda del regalo per­fecto, encontramos el momento ideal para deleitarnos con alguna pe­lícula navideña. Así, inun­damos nues­tra estancia de deseos de volver a la infancia y recordar cada uno de esos instantes, en los que la familia se reunía en torno al televisor para dis­frutar del cine, ha­ciendo previamente acopio de turrones y peladillas.

Cuando los operarios comienzan a montar el engranaje de luces por to­da la ciudad, va llegando el momento de desempolvar el vinilo de Frank Sinatra y los DVD que están en un apartado muy especial de la vi­deoteca. El frío y el olor de las cas­ta­ñas asadas anuncian que hay que ir preparando los teatros de Navidad en el colegio y seleccionar las mejores adquisiciones de aquellas bolas pa­ra el árbol que se rompieron el año pasado al embalar los adornos.

Es un buen momento para ver Pe­sadilla antes de Navidad, de Tim Bur­ton, y de ese modo hacemos doblete, cumpliendo con el ritual de Ha­lloween, tan de moda en nuestro país en los últimos tiempos.


Desde que en 1898 George Albert Smith, operador de linterna má­gica, estrenara el cortometraje San­ta Claus, hay una serie de tópicos que se han ido repitiendo en el mun­do del celuloide.

Es indudable que hay dos términos estrechamente ligados y recurrentes en cada proyección, Navidad y Familia, y es que no hay celebración completa sin estar reunidos en la mesa, rodeados de seres queridos, sean o no consanguíneos; algo que apren­dimos a la perfección en las es­cenas de la televisiva Friends, en tor­no a la cocina de Mónica.

Hay pe­lí­culas que, de principio a fin, narran pe­ripecias ocurridas en los días más cla­ves de la Navidad y otras que pa­san de puntillas por es­ta temática, pe­ro sus escenas son tan impactan­tes que enamoran al es­pectador y per­manecen en nuestro recuerdo.

La secuencia en La gran familia (1962) en la que Chencho se pierde en el Mercadillo navideño de la Plaza Mayor de Madrid y como, gracias a las plegarias de sus familiares y ami­gos, es devuelto con los suyos.

En El Padrino (1972), Michael (Al Pa­cino) pasea junto a Kay (Diane Kea­ton) realizando las compras de úl­tima hora para celebrar la Navidad, cuando ve en un periódico que su padre ha recibido varios impactos de bala y sale de inmediato en su bus­ca.

Gremlins (1984)

Seguimos desgranando “dulces na­videños” y no podemos olvidar la sa­ga de Harry Potter, con su sede en el colegio Hogwarts, caracterizado por sus adornos exhuberantes, típi­cos de estas fechas, dignos de la ma­gia que acompaña la soledad de aquel niño en estos días.

En Hollydays (2016), Kate Winslet cambia la vida de  un anciano guio­nista de cine en una atípica Na­vidad soleada, al más puro estilo hollywoodiense.

Gremlins (1984) sembraron nues­tra infancia de terror, ante la ima­gen del alter ego malvado, disfrazado de Papá Noel.

No puede faltar una sesión de Mu­jercitas (1949) y sus múltiples ver­siones, mostrando la vuelta del pa­dre de la guerra en estas fechas, al calor de la lumbre.

El apartamento (1960), de Billy Wil­der, donde Jack Lemon descubre el amor en una de esas famosas fies­tas navideñas de empresa.

En Love Actually (2003) encontra­mos la estructura perfecta de los días previos y los múltiples prepara­ti­vos. Las diferentes historias que se entrecruzan en ella, pasan de la comedia a la pérdida de los valores esen­ciales, pero el trasfondo mágico man­tiene al espectador en una encrucijada hasta el final.

Love actually, de Richard Curtis

Podemos continuar el recorrido con la figura de Jack (Nicolas Ca­ge) y su pasión por el poder, que se mues­tra rivalizando con las vicisitudes de la vida familiar, junto a su an­tigua novia Kate (Téa Leoni) en Fa­mily Man (2000).

Una maravillosa opción es la de ver Canción de Navidad, de Charles Di­ckens, en sus múltiples versiones, desde la más antigua, dirigida por Walter R. Booth en 1901, y su tenebrismo, pasando por Los fantasmas atacan al jefe, de 1988, con un con­vincente Scrooge, interpretado por el gran Bill Murray. Asimismo, Ro­bert Zemeckis hizo lo propio con esta historia en 2009, dando pro­tagonismo a un Jim Carrey que se encargó de caracterizar al propio Scroo­ge y a los tres fantasmas.

Otra opción, muy divertida, es la de disfrutar de Los Muppets (2011) y sus secuelas, junto a Michael Caine, y desternillarnos con los tomates que cantan en el mercado navi­deño.

Durante los años noventa hubo una proliferación de cine navideño, que se convirtió en una de los momentos más esperados de las vacaciones escolares: poder disfrutar del ci­ne en familia o con amigos, para co­mentar luego estos estrenos en las consabidas reuniones de los días más señalados.

En esta índole, encontramos títulos como Solo en casa (1990) y su se­cuela, donde un actual malogrado Ma­caulay Culkin era olvidado por sus padres durante un viaje y le tocaba defender el patrimonio fami­liar. En 1993 llegó el estreno de Los ami­gos de Peter, con una reunión car­gada de sueños frustrados, aunque la interpretación de su elenco de actores es de un valor incalcula­ble.

Un padre en apuros (1996), con Schwar­zenegger en una faceta opues­ta a la habitual, en la búsque­da del muñeco que ansía su hijo pa­ra esas navidades, fue otra de las al­ternativas de aquella década.

También, Mientras dormías (1995) nos muestra la soledad de una Sandra Bullock deseosa de encontrar el amor con el hombre equivocado o, en un lado totalmente opues­to, La jungla de cristal (1988) pre­senta a un guerrillero Bruce Wi­llis dispuesto a salvar un grupo de rehenes de las garras de unos terroristas en plena Navidad.

Polar Express

Años más tarde, nos subíamos al tren de la fantasía conducido por Tom Hanks en Polar Express (2004).

Pero, el broche final, son los gran­des clásicos para esas largas tar­des de invierno, en las que la penumbra se une al grisáceo tornasol de las antiguas imágenes de cinemascope, que alimentan los recuerdos del ayer.

En 1942, suena por primera vez el oscarizado tema White Christmas, de la mano de Bing Crosby, bajo los pa­sos de baile de nuestro adorado Fred Astaire en Holiday Inn (Quince días de placer).

Unos años más tarde (1944), Mau­reen O’Hara y John Payne par­ti­cipaban, junto a Natalie Wood, en la triplemente oscarizada Milagro en la calle 34, con un Papá Noel que con­sigue recuperar el espíritu navideño en una pequeña de nueve años (en 1994 se realiza un remake, con Richard Attenborough en el papel de Kris Kringle).

También en 1944, Vicente Mine­lli nos encandilaba con Cita en St. Louis y, tres años más tarde, un án­gel (Cary Grant) llega a la tierra para ayudar a un matrimonio en apuros en La mujer del obispo, que posteriormente, una malograda Whitney Houston protagonizaba,  jun­to a Denzel Whashington, en La mujer del predicador (1996).

Plácido (1961), de Luis García Berlanga

En España tuvimos una Navidad en clave de parodia, cuando Berlanga nos enseñó el artificio de traer un indigente a la cena del 24 de diciembre, de comienzos de los años 60, en Plácido (1961).

He esperado hasta el final para ha­blar de la joya de la corona: Qué be­llo es vivir (1946), de Frank Capra, donde James Stewart, desespe­ra­do por las deudas y en el límite de sus fuerzas, comparte reparto con la dul­ce Donna Reed. Esta lo acompaña en sus más amargos momentos, pa­ra demostrarnos el significado del amor verdadero.

Aunque no están todas las que son, sí son todas las que están, con idea de pa­sar una agradable velada en unos días llenos de amor y magia, que aun­que para muchos cargados de re­cuerdos, para otros llenos de espe­ran­za.

⇒Las 10 mejores películas sobre la Navidad

⇒Todas las versiones cinematográficas de Cuento de Navidad, de Dickens

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