De qué va El Código Da Vinci
Para los que no tuvieron -o no tendrán- tiempo y/o ganas de leer la novela de Dan Brown, un resumen de su argumento y de sus peregrinas afirmaciones. De qué va El Código Da Vinci.
Casi todo lo que se nos ha dicho sobre Jesucristo es falso. Él no era Dios, sino un simple hombre. Y además, no permaneció soltero, sino que se casó con María Magdalena, a quien quería por delante de los Apóstoles y confió la Iglesia tras su muerte. De esta forma, quiso devolver a su lugar en la religión al ‘femenino sagrado’. Jesús fue, por así decirlo, el primer feminista.
Pero san Pedro se habría opuesto a la voluntad de Cristo. Tras la muerte de éste en la Cruz, apartó a María Magdalena de la cabeza de la Iglesia y usurpó el poder. Ella, encinta tras su relación con Jesús, huyó a Francia ayudada por José de Arimatea, uno de los seguidores de Jesús. Allí dio a luz una niña, primera de una línea sucesoria jamás interrumpida.
Conspiración del silencio
La Iglesia, desde entonces, ha hecho todo lo posible para acallar tal hecho. Ahogó la realidad del ‘sagrado femenino’ –la fundamentación de la Iglesia sobre la mujer- e hizo de María Magdalena una prostituta. En la Edad Media, esta campaña alcanzó su apogeo: al menos, 5 millones de mujeres murieron quemadas bajo acusación de brujería.
En el año 325, el emperador Constantino el Grande (280-337) convocó el Concilio de Nicea e hizo que los obispos allí reunidos “votaran” mayoritariamente la divinidad de Jesús, cuestionada hasta entonces por los creyentes. Con el fin de sostener esta nueva doctrina, editó una nueva Biblia. De los 80 evangelios existentes en aquella época, escogió cuatro en los que Cristo aparecía como verdadero Dios. Además, algunos pasajes fueron reescritos.
El resto de escritos -en los que quedaba clara la humanidad de Jesús, y en especial su relación con María Magdalena- fueron desprestigiados, confiscados y quemados.
Femenino sagrado, merovingios, templo de Salomón
Con todo, algunos adeptos permanecieron fieles a Jesús y María Magdalena. Continuaron venerando el ‘femenino sagrado’, especialmente con ritos que exaltaban la fertilidad. En el siglo V, formaron la dinastía de los Merovingios, que llegaron a conquistar el trono francés.
Una rama lateral de los merovingios sobrevivió a su extinción. Uno de sus descendientes, el cruzado Godofredo de Bouillon, conoció todo el “secreto de familia”. Para evitar que el secreto se perdiese con su muerte, fundó en 1099, tras la conquista de Jerusalén, la orden del Priorato de Sion. Esta hermandad secreta debía velar por la perpetuidad de la sagrada dinastía. Con la excusa de proteger a los peregrinos que marchaban a Jerusalén, el Priorato fundó un grupo militar: los caballeros del Temple, más conocidos como Templarios.
Estos caballeros encontraron en las ruinas del Templo de Salomón otros documentos que comprometían el futuro de la Iglesia. La posesión de estos documentos les permitió, en tiempo récord, lograr una inmensa fortuna, gozando así de un extenso poder. La Iglesia decidió entonces acabar con ellos.
En 1312 el Papa Clemente V, con una orquestada operación, hizo arrestar a todos los Templarios. Fueron torturados hasta arrancarles la confesión de delitos como el satanismo, la sodomía o la blasfemia. De esta forma, pudieron ser condenados y quemados por herejes. El Papa ordenó arrojar sus cenizas al Tíber. Pero los documentos de este juicio se le escaparon.
El Priorato de Sion
A pesar de estas violentas persecuciones, el Priorato de Sión logró salvaguardar a lo largo de los siglos el secreto de Jesucristo. Sus Grandes Maestros han sido a menudo personalidades culturales célebres: Sandro Botticelli, Léonardo da Vinci, Isaac Newton, Victor Hugo, Claude Debussy o Jean Cocteau (La Bella y la Bestia), entre otros. La lista de líderes del Priorato se encuentra en viejos pergaminos, en ‘Dossiers secretos’ descubiertos en 1975 en la Biblioteca Nacional de Francia.
Algunos de estos miembros del Priorato hicieron en su vida veladas alusiones al “secreto”, especialmente Leonardo da Vinci, en sus obras pictóricas y sus libros (de ahí el título del libro).
A lo largo de los siglos, el Priorato se ha encargado además de transportar los restos mortales de María Magdalena de una tumba a otra para alejarlos de la Iglesia. Únicamente los más altos cuatro miembros del Priorato saben su ubicación itinerante y dónde se encuentra la ‘llave maestra’: una caja con una combinación secreta que indica la localización de la tumba.
En realidad, el verdadero Grial tan buscado a lo largo de la historia, no es el cáliz que utilizó Jesús en el Cenáculo y que luego usó José de Arimatea para recoger la sangre de Cristo. El Grial es María Magdalena, ella misma, y sus descendientes, cuya sangre sigue siendo sangre real. De esta forma, el nombre “sangre real”, ha evolucionado a sang-rial y finalmente Santo Grial, uniendo así los dos conceptos.
El Priorato de Sión no tiene ninguna intención de revelar su gran secreto. Pero Leigh Teabing, un británico sabio y rico -que, sin pertenecer al Priorato, es uno de quienes mejor conoce la institución- no es de esa opinión: ahora, con motivo del final de la era de Piscis y el comienzo de la era de Acuario (la “New Age”) es absolutamente necesario revelar la mentira y los métodos criminales de la Iglesia, para destruirla. Acusa al Priorato de cobardía. A su vez, el Gran Maestro del Priorato –Jacques Saunière– ve en la muerte de su mujer y sus hijos en un misterioso accidente de coche, un “aviso” intimidatorio de la Iglesia.
El Opus Dei, Andorra y una subasta
Teabing, que posee una enorme mansión cerca de Versalles, espía a la Iglesia y al Priorato con los métodos más modernos. Así, establece un complejo plan para apropiarse de la ‘llave maestra’ que da acceso al secreto. En este plan, se aprovecha de la situación desesperada en la que se encuentra una institución católica, la Prelatura del Opus Dei.
Un Papa muy liberal quiere cepillarse al Opus Dei y le da un ultimatum a su jefe, el Obispo Aringarosa para que se larguen al espacio exterior. Teabing, siempre al acecho, aprovecha la oportunidad. Haciéndose pasar por un ‘maestro’ que se desvive por la Iglesia y el Opus Dei, y hablando inglés con un cierto acento francés, contacta con Aringarosa por teléfono y le promete, a cambio de 20 millones de euros, darle en posesión el secreto del Priorato. Una información así daría tal poder al Opus Dei que el Vaticano no osaría molestar a esta institución.
Aringarosa acepta la oferta. Para realizar la transacción, cuenta con Silas, un monje albino que en su juventud había asesinado en varias ocasiones y que había sido encarcelado en Andorra. Tras evadirse gracias a un terremoto, se refugió, muy malherido, en España. Allí fue recogido por Aringarosa, que le cuidó y terminó aceptándole como miembro del Opus Dei.
El monje albino
Bajo las órdenes del “Maestro”, Silas mata en una sola noche a los cuatro poseedores del secreto del Priorato. Todos, antes de morir, le revelan la misma información: la ‘llave maestra’ que da acceso al secreto se encuentra en la Iglesia de San Sulpicio, en París. Cuando llega allí, Silas se da cuenta de que ha sido engañado. Al darse cuenta de que la religiosa que custodia el templo está al tanto de los secretos del Priorato de Sión, la mata. Para reparar estos horribles crímenes, el monje albino se autocastiga, si bien en el fondo de su conciencia cree estar ya perdonado ya que todos estos asesinatos los realiza por una causa santa: la defensa de la Iglesia y de la “Obra de Dios”.
Jacques Saunière, Gran Maestro del Priorato y conservador del Museo del Louvre, es el último guardián del secreto en morir asesinado por Silas, que le deja agonizante en el museo parisino, permitiendo que deje algunas pistas escondidas. Los destinatarios serán Robert Langdon (profesor de ‘Simbología’ en Harvard, con quien ese mismo día Saunière había quedado citado) y Sophie Neveu (sobrina del conservador y criptóloga de la Policía criminal francesa).
Langdon investiga
Langdon y Neveu llegan al lugar del crimen, encuentran las indicaciones que misteriosamente ha dejado Saunière y comienza una investigación que les lleva de un lugar a otro. En esta particular búsqueda, deben además huir de la policía, que les cree sospechosos del asesinato. Para lograr descifrar uno de los mensajes con los que se topan, Langdon y Sophie llegan a la casa de Teabing, que cuenta a Sophie toda la historia del Priorato y del Secreto. Silas, quien persigue a los dos investigadores por orden de Teabing, es detenido y maniatado por el mayordomo del propietario.
Teabing, Langdon y Neveu descubren que hay una segunda “clave” escondida en una iglesia de Londres. A bordo del jet privado de Teabing, se trasladan a Londres. Una vez encontrada esa “llave maestra” Teabing revela sus propósitos: apuntando a los dos jóvenes con una pistola, exige a Langdon la entrega del misterio. Pero, con un golpe de efecto, Langdon invierte los papeles.
Fin de fiesta
Mientras tanto, tras ser alertada por el obispo Aringarosa, la policía localiza a Silas en Londres. En el momento del arresto, Silas dispara contra Aringarosa, a la vez que él mismo es tiroteado por un policía y muere. En la misma operación policíaca, Teabing es arrestado.
La segunda “llave” conduce a Robert Langdon y Sophie Neveu a una Iglesia de los Templarios situada en Escocia. Allí, Sophie se reencuentra con su hermano y su abuela, a quienes creía muertos desde un terrible accidente de coche. En ese momento, comprende que ella es la última descendiente de Jesucristo.
De regreso a París, Langdon sigue dándole vueltas al misterio y descubre que la tumba de María Magdalena se encuentra en realidad bajo la famosa pirámide del Louvre, que construyó el presidente francés Mitterrand -de quien se decía que frecuentaba ambientes esotéricos-. De rodillas ante la tumba de María Magdalena, Langdon cree escuchar la voz de una mujer: es la Voz de la Sabiduría que le habla desde la noche de los tiempos.
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