Festival de Cannes 2016. Días 2 y 3. Woody Allen, Jodie Foster
· Cannes 2016 prosigue su marcha, llegaron las estrellas del cine americano y eso es normal. Pero no lo es tanto que películas americanas centren la jornada.
Día soleado en Cannes y jornada propicia para el cine americano que ha desembarcado con toda su artillería de estrellas –están por aquí todos los que son- y músculo financiero. Lo que no es tan habitual es ver películas norteamericanas centrando la jornada del Palais.
La primera de ellas pertenece a alguien que está por encima de modas; Woody Una Película Buena Al Año Allen continúa su serie de filmes retro –Midnight in Paris, Magic in the Moonlight– con su Café Society. La película trata la época dorada de Hollywood –los años treinta- con el habitual tono desmitificador del neoyorkino, y un reparto brillante –ojo a Steve Carell de mogul– y aún con alguna caída de ritmo regala planos maravillosos de un recuperado Vittorio Storaro.
La otra cinta americana que ha copado el día es Money Monster de Jodie Foster una fábula moral, un cuento redentorista que vuelve a unir a George Clooney y Julia Roberts los cuales encarnan esforzadamente unos papeles tal vez más adecuados para otro tipo de intérpretes sin tanto aura. La película es brillante pero no llega a convencer como relato crítico.
En la Sección Oficial el rumano Puiu rueda cine casi director con su Sieranevada una película condicionada por la actualidad –el terrorismo islámico llegado al corazón de Europa- que funciona como documento pero quizás se atasca en su condición de artefacto político. Sin embargo es cine grande y por ahora lo mejor del festival.
Muy simpática y divertida es sin embargo la propuesta de Victoria, una comedia centrada en una joven abogada hedonista y descocada que sin embargo encuentra su razón para vivir y una buena actriz –Virginie Efira-.
Otra intérprete magnética es Berenice Bejo que tiene doble representación en el festival. La inolvidable protagonista de The Artist destila simpatía al tiempo que belleza. Su presencia rescata el despropósito del veterano Marco Bellochio que con su Fai Bei Sogni se columpia con una adaptación grotesca, con alguna idea válida y siniestra, pero ridícula en la caracterización y maquillaje de los actores.
Clash de Dieb resume a la perfección esta jornada de Festival donde se aprecia la voluntad de los programadores y cineastas de plantear personajes que sienten que el sistema político y económico va a aplastarlos toman conciencia y devuelven el golpe. En la película egipcia un retrato personal y humano de la primavera árabe deviene en universal y metafórico.
Para seguir vivos parece enunciar Fremaux –supremo programador del festival- hay que seguir luchando. Mañana más cine.
Cannes 2016 – Día 3: El día del timo
El Festival coge velocidad y empiezan a caer los grandes nombres uno tras otro. Hoy era el día para dos clásicos del mayo francés: Ken Loach y Bruno Dumont.
La mañana empezó con otro de los bodrios del siempre indigesto Bruno Dumont. Es curioso lo de este tipo cuyo cine adoran los franceses y que lógicamente no tiene ningún eco fuera de las fronteras galas. Ésta era una especie de Romeo y Julieta gay entre dos familias disfuncionales y más bien taradas. Una delicia. El timo era Dumont.
I, Daniel Blake de Ken Loach mantiene los temas clásicos del autor británico. De nuevo una historia centrada en una víctima que sufre los estragos de la crisis; la política de recortes torie se convierte en la pluma del guionista Paul Laverty en un laberinto burocrático de resabios kafkianos. No hay humor, es un filme seco y contundente en el mensaje, sin romanticismos que respira autenticidad aunque con el tiempo el director se haya entregado a estructuras más melodramáticas.
Una historia realista era también After Love de Joachim Lafosse producida por los Dardenne y con muchos de los acentos típicos del cine de la pareja belga: tomas largas, actores precisos y una historia sin sorpresas pero llevada hasta sus últimas consecuencias. La película empieza cuando la pareja protagonista –encarnada por Berenice Bejo y Cedric Khan– ha asumido su fracaso. Tienen dos hijas y una hipoteca y no pueden dejar de compartir la casa donde habitan. Como si Meryl Streep y Dustin Hoffman hubiesen seguido conviviendo durante el metraje de Kramer contra Kramer. La película es seca pero no pierde intensidad y se concentra hasta que la tensión se hace insoportable. Es cine potente.
Personal Affairs, una cinta palestina sin pretensiones convence por su simpatía y argumento minimalista. La aventura diaria de una familia de Nazareth atrapa por su aliento costumbrista y poder de observación.
Por ahora el cine del Este con Sieranevada de Puiu postula el más firme candidato a la Palma de Oro.
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