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Disney: el arte de contar historias

Disney. El arte de contar historias

«Desde que el hombre es hombre, vive rodeado de historias, mitos y leyendas que se enriquecen de los sucesi­vos narradores. Es ésta su forma de transmitir valores y principios: la comunidad se reconoce en sus héroes y he­roínas. En el siglo XX, Disney convirtió esas historias al lenguaje universal a través de los dibujos animados». Son palabras de Elsa Durán, directora general adjunta de la Fundación Bancaria “La Caixa” en la presentación de «Disney: el arte de contar historias», una exposición que puede visitarse en CaixaForum Sevilla del 16 de noviembre de 2017 al 18 de febrero de 2018.

Prácticamente no existe hoy día una generación que no tenga a Disney como referente de su infancia o adolescencia: desde Los tres cerditos, película realizada en 1933, cuyas primeras ediciones literarias inglesas datan del siglo XIX; hasta Frozen. El reino del hielo, en 2013, adaptación del cuen­to de Andersen. Ochenta años median entre estas dos películas, toda una vida. Por eso, tenga la edad que tenga, adentrarse en el corazón de la factoría para escu­char el latido artístico que dio vida a cada una de sus pe­lículas es como hacer una viaje de la mano del «yo ni­ño».

La Walt Disney Animation Research Library y la Obra So­cial “La Caixa” han concebido con coherencia, ingenio y cuidado esta muestra -más de un año ha tardado en or­ganizarse- como una aventura en la que el visitante re­corre los géneros literarios que inspiraron las películas: mitos, fábulas, leyendas, tall tales (cuentos norteamericanos) y cuentos de hadas. Sevilla es su punto de par­tida en España, después de haber recorrido Suecia y Di­namarca.

Disney. El arte de contar historias

Si contar las historias oídas e imaginadas en la infancia, adecuando la mejor tradición literaria a los tiempos, era la motivación de Walt Disney, si cada una de sus pe­lículas tiene un emocionante recorrido artístico para lle­gar a cada niño y a cada familia, es lógico que esta ex­posición tenga también su arco argumental, gracias a un diseño escenográfico digno de mención. Incluso el li­bro conmemorativo de la exposición esconde bajo la cu­bierta, en el lomo desnudo, su making of de hilos cui­dadosamente dispuestos para anudar las bellísimas pá­ginas ilustradas. Todo aquí nos cuenta su propia historia.

En ella pueden verse 212 obras de los 65 millones que se custodian en los archivos de la compañía desde 1920. Di­bujos sobre papel, pinturas en acetato, impresio­nes di­gitales de escenarios y personajes, guiones y storyboards permiten seguir el proceso de adaptación de las his­torias tradicionales a la sensibilidad del público desde las primeras películas hasta hoy. Todos ellos creados con una gran variedad de técnicas -acuarela, carboncillo, pas­tel, lápiz graso, grafito, tinta, témpera, acrílicos y pin­tura digital-, que muestran el talento y la creatividad de dibujantes y guionistas, el trabajo en equipo, la ca­pa­cidad de abordar temas universales con un nuevo len­gua­je, la belleza de la animación y la agilidad del re­lato.

«La producción de Disney es un proceso colaborativo de cientos de artistas -señala Mary Walsh, directora de la Walt Disney Animation Research Library y co-comisa­ria de la exposición-. Al seleccionar hemos incluido trabajo de distintas tendencias. Queríamos que viesen la am­plia gama de trabajo artístico, bocetos, arte conceptual, planos esquemáticos, dibujos de animación… Un tra­bajo de bambalinas que solo suelen estar a la vista de los miembros de producción. De alguna manera, noso­tros en esta exposición nos convertimos también en con­tadores de historia».

El recorrido simbólico parte de un espacio dedicado a los «Mitos», que recuerda a los estudios originales de Walt Disney en California, con las mesas inclinadas de los di­bujantes donde descansan esbozos, estudios prelimi­na­res y fondos de La diosa de la Primavera (1934), hojas de personajes y dibujos finales de El Rey Midas (1935), es­tudios para la dirección de arte de Fantasía, la sinfonía pastoral (1940) o guiones de rodaje de Hércules (1997). Desde las ventanas simuladas puede verse lo que se divisaría desde los estudios en los años 30: artistas y trabajadores caminando por las calles aledañas a los es­tudios.

Flanqueada por sendos sellos de la Factoría Disney, las puertas dan paso a una estancia de color rojo y vigas trian­gulares de ladrillos. Es, sin duda, la casa de Los tres cer­ditos, fábula que representa el valor del trabajo y que Dis­ney llevó al celuloide de la mano del diseñador Albert Hurter, para levantar la moral en los tiempos de la Gran Depresión. Todavía cautiva al público.

Junto a ellos y el poco temido lobo feroz, otras películas, la mayoría cortometrajes, basadas en este género alec­cionador: El saltamontes y las hormigas (1934), sobre la fábula de Esopo, La liebre y la tortuga (1935), El sas­trecillo valiente (1938), con un Mickey Mouse aguja en mano como protagonista, o Lo mejor de Donald (1938), que recogió las fábulas de Hoffman a instancias de Eleanor Roosvelt, primera dama de los Estados Uni­dos. En su ya larga historia, Disney ha creado 56 lar­go­metrajes y 500 cortometrajes, muchos de ellos poco co­nocidos para el gran público, pero muy valiosos.

Disney. El arte de contar historias

Superados todos los obstáculos, el visitante se inter­na en los bosques de Sherwood donde puede atisbar a Ro­bin Hood (1973), maravillarse con Merlín el Encantador (1963) y seguirle la pista a los ratones de El flautista de Hamelín (1933). Antes de alcanzar el castillo, en la fron­tera de América del Norte, se pueden conocer las tall ta­les, historias humorísticas y exageradas del folklore y la cultura americana, representadas en Tiempo de melodía, la leyenda de Juanito Manzanas (1948), Tiempo de me­lodía: Pecos Bill (1948) y John Henry (2000).

Para llegar al lugar donde viven las hadas hay que cru­zar el velo de la fantasía. Allí están, bajo las bóvedas, Blancanieves y los siete enanitos (1937), en estu­dios pa­ra la dirección de arte en los que se dibuja rubia e incluso pelirroja, antes de definirse por el negro éba­no; La bella durmiente (1959), La sirenita (1989), Fantasía/2000, Concierto para piano núm. 2, allegro, opus 102 (2000) y Frozen. El reino del hielo (2013).

El recorrido acaba en la zona infantil, donde los más pe­queños pueden dibujar sus historias sobre papel y tea­tralizarlas en un guiñol de títeres. Aunque no termina propiamente ahí, porque «Disney: el arte de contar his­torias quiere ser un acontecimiento familiar con el que la Fundación Bancaria “La Caixa” obsequia a los se­vi­llanos antes de Navidad», como dice Elsa Durán. Pero la «experiencia holística de acercamiento al hecho cultural» -añade Moisés Roiz, director de CaixaForum Sevi­lla-, se extiende a lo largo de estos tres meses con un ci­clo de conferencias sobre narrativa y animación coordinado por el guionista y escritor Sergi Martín, un ciclo de cine familiar Disney, visitas comentadas, visitas con ca­fé tertulia, familiares, educativas, etc. Y aún después del 18 de febrero, continuará contando sus historias en otras ciudades, como Madrid y Barcelona.

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