El cuarteto (Quartet) es la primera película como director de Dustin Hoffman, pero escuchándole se ve el peso que tiene en él la interpretación. En esta producción dirige actores ya mayores en una comedia muy inglesa. Se estrenó en España el 25 de enero.
A sus 75 años y tras actuar en más de setenta películas, Hoffman se lanza a dirigir admitiendo que no ha empezado antes “porque a veces no te lo permites. Estás dispuesto pero no te permites hacer algo para lo que estás preparado. Te impides a ti mismo más que cualquier otra cosa. ¿Por qué tardas tanto en hacer lo que podrías haber hecho hace muchos años? No lo entiendo, pero estoy encantado de que lo haya hecho finalmente”.
La razón de que empezara su trabajo tras las cámaras se encuentra en un guión del que habla así: “encontré un guión que me hablaba. Tenía mucho que ver con la interpretación, llevo toda mi vida tratando de entender qué es, y los cantantes de ópera y los actores tienen un don que de repente desaparece. No creo que la vida de una persona acabe. Cuando pregunté a Billy Connolly (uno de los protagonistas del filme) de qué trataba la película, él me dijo que de ‘no te mueras hasta que estás muerto’, y es cierto. Para mí la película es un ‘no me puedes parar’”.
Lo que nos trae este guión adaptado del teatro es, según Hoffman, “una forma de transmitir. Recuerdo cuando vimos en Nueva York una película de Ingmar Bergman llamada Persona, en la que una mujer que se está muriendo de cáncer y otra mujer que está viviendo con ella en un momento de la película se mete en su cama y le abraza. Había gran parte de la cinta que no entendí, pero en ese momento lo comprendí totalmente. A veces no lo sabes, lo ves”.
La película es un auténtico ejercicio de dirección de actores, hasta tal punto que el mayor objetivo del director a la hora de rodar fue “evitar los errores constantes que han cometido directores con los que he trabajado. Cuando un actor está en el set, siempre tiene razón. Si no puede hacer que la escena funcione no es culpa suya, sino de la escena. Y muchas veces el director fuerza al actor a desdoblarse. Lo único que yo quería era que cada actor se sintiera cómodo”.
Una tarea difícil sabiendo que muchos de los actores eran cantantes o músicos ya retirados. “Prefería tener cantantes de ópera y músicos de verdad -comenta Hoffman– que actores que simulan saber música. Tuvimos problemas con el sindicato porque todos tienen setenta, ochenta y noventa años. Y una vez que nos dieron la autorización, Lucy (Lucy Bevan, directora de casting) buscó por todo el mundo. Fue extraordinario porque son gente que había actuado en La Scala, pero si les vieras ahora en la calle ni siquiera les mirarías. Ya no les llaman para hacer nada, y aunque no estén a su mejor nivel sí que tienen que estar en algún lado”.
Álvaro Flórez
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