Aprender a ver cine: Educar la visión artística a 24 fotogramas por segundo

Una mejor comprensión del mundo del celuloide pasa por la educación artística necesaria, que hoy día es muy deficitaria

Sleepy Hollow, de Tim Burton
Sleepy Hollow, de Tim Burton

Educar a ver cine: Educar la visión artística a 24 fotogramas por segundo

Aprender a ver cine. En las páginas iniciales de la reputada Historia del Cine de R. Gubern reza la siguiente frase a modo de epitafio: «El órgano con que yo he comprendido el mundo es el ojo». J.W. Goethe… Todo un alarde a la comunión entre el conocimiento, la imagen y el saber mirar… De todas maneras, y pese a los exergos más emotivos y metafóricos, existe la tendencia popular a creer en el cine como un exclusivo trabajo de actores, permitiendo así que las dimensiones relacionadas con la dirección artística, sonido, fotografía, vestuario, maquillaje, efectos visuales, etc., aparezcan como secundarias, como categorías menores. No obstante, podríamos entender la esencia del cine -y no descubrimos nada nuevo a estas alturas- como la experimentación de la imagen en movimiento. Y ahora me pregunto: ¿obviar esta consideración, desde un punto de vista extrínseco (espectador) o intrínseco (realización), no mutila la dimensión fílmica?

Una mejor comprensión del mundo del celuloide pasa por la educación artística necesaria, que hoy día es muy deficitaria; incluso una comprensión más global de la realidad pasa por ello. Lo más curioso es que mediante el propio cine es posible adquirir esa oportuna educación. Este arte de la imagen dinámica, en su gran mayoría y tendencia histórica, aporta un inmenso conocimiento significativo sobre cualquier disciplina científica o humanística. Es decir, el universo fílmico, al estar fundamentado, de un modo u otro, en la representación icónica -sea animación, ficción, documental, etc.-, procura un entendimiento de la realidad apoyado en formas familiares, potenciando el grado de aprehensión de la misma. Ello contribuye a que el aprendizaje, a través de un medio audiovisual, sea más completo, o al menos suponga una gran utilidad (y facilidad) pedagógica. En este sentido, y sin ninguna duda, aprender a mirar cine podría entenderse, en nuestro caso, como educar la visión estética.

Aunque parezca un perogrullo eso de que el fenómeno audiovisual se erige como una fuente excepcional de conocimiento, la enseñanza obligatoria u opcional no acaba de digerir bien el concepto, ni siquiera la dimensión de la educación plástica y visual (y estoy hablando fundamentalmente de la práctica). Un ejemplo cercano de uso educativo y científico del asunto lo subraya Julio Cabrera (1999), quien ya realizó su experimento en el terreno filosófico; por medio del cine concibió una interesante introducción a la filosofía (Cine: 100 años de filosofía, editorial Gedisa). Así, hablar de aprendizaje artístico a través del celuloide no resulta ninguna insensatez ni tampoco -vista la experiencia- algo gratuito.

Hoy empieza todo, de Bertrand Tavernier

Aprender a ver cine: Recordando la cita de Goethe

¿Cómo educar entonces la visión artística desde la gran pantalla?… ¿Quizá no podríamos estudiar los distintos movimientos artísticos con la eficaz asistencia de películas como Sleepy Hollow (1999, Burton) para el Romanticismo pictórico, El gabinete del doctor Caligari (1921, Wiene) o Drácula (1992, Coppola) para el Expresionismo, y Romeo y Julieta (1996, Luhrman) para tratar la Postmodernidad? ¿O aprender de la vida y obra de artistas mediante trabajos de otros realizadores plásticos como Schnnabel y su Basquiat (1995)?… ¿No podríamos explicar el color y su teoría a partir de Goya en Burdeos (1999, Saura)? ¿O dilucidar la importancia de la educación artística en el niño y sus conocimientos transversales (educación para la convivencia y la paz, la coeducación, etc.) a través de la cinta de Tavernier Hoy empieza todo (1999)? ¿No serían perfectas lecciones magistrales de planificación y posibilidades fotográficas La lista de Schindler (1993, Spielberg) o 2001: una Odisea en el espacio (1968, Ku­brick)? O incluso, ¿por qué no entender el valor de la multidisciplinariedad e interdisciplinariedad trabajando con las obras de los plurales David Lynch o Warhol?… Preguntas todas con una misma orientación en su respuesta:… atendamos a la cita de Goethe.

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