El cine que inspiró a Alexander McQueen: Hitchcok, Kubrick, Wenders, Gallo, Pollack. No es de extrañar que el cine menos comercial dejase huella en este amante bifronte de la alta costura y la moda callejera.
La imaginación volcánica y la creatividad fulgurante de Lee Alexander McQueen, el hijo pequeño de un taxista de Londres y de una profesora de Ciencias Sociales, hoy es ya una leyenda. Aunque no llegó a trabajar como figurinista en ninguna película, la influencia de su potente imaginario, cuando aún no han pasado seis años desde que su desaparición dejó devastado el mundo de la moda, es cada vez más visible en el cine. Una anécdota más que significativa de este influjo es el caso del traje de novia que Jany Tamine, la diseñadora del vestuario de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2010), creó para el personaje de Fleur Delacour. Inspirado en uno de los modelos de la colección Otoño/Invierno 2008, el parecido es tan bochornoso que el hecho ha sido denunciado como flagrante plagio en la prensa especializada.
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En cuanto a los nutrientes que la sobrealimentada mente de McQueen extrajo del cine -cobrándose así por anticipado una deuda que con el paso de los años no deja de acrecentarse-, hay que admitir que no siempre es fácil detectar las películas de las que provienen ya que la inventiva y el eclecticismo de este protéico diseñador los transforma, hasta tal punto que los vuelve irreconocibles. Por fortuna, aparte de las notas con las que solía acompañar sus teatrales desfiles, él mismo reconoció abiertamente que todas sus creaciones estaban impregnadas del sabor de la música londinense y de sus underground films favoritos, en especial las road movies. No es de extrañar que el cine menos comercial dejase huella en este amante bifronte de la alta costura y la moda callejera, pero sin las pistas que él mismo facilitó difícilmente hubiéramos sabido que entre sus preferidas estaban la inclasificable opera prima de Vincent Gallo, Buffalo’66 (1998), con su fascinante y deslavazada estética retro, y esa otra joya del cine independiente que esParis, Texas, que Wim Wenders rodó en 1984.
Sin embargo, no ha sido ningún cineasta marginal el que más veces ha sido evocado expresamente en sus colecciones, sino un consumado maestro del desasosiego, el reverenciado Hitchcock. Así en la colección Primavera/Verano 2001, para homenajear a Los pájaros (1963), unas águilas disecadas cayendo en picado enmarcaban siniestramente la cabeza de una de las modelos. El hecho de que el desfile fuese ambientado además en un psiquiátrico, recordaba, no sin cierta ironía, que el carácter obsesivo de los personajes del film estaba muy próximo a la demencia. En el pase de Otoño/Invierno 2005, fue El hombre que sabía demasiado (1956) la referencia tanto en las siluetas como en los tejidos, mientras que el llamado bolso “Novak”, diseñado expresamente para esa colección, rendía tributo al nombre de la legendaria actriz que se hizo famosa por su papel en Vértigo (1958).
En la temporada Primavera/Verano 2004, fue Danzad malditos (1969), de Sydney Pollack, el punto de partida para contestar con un enfoque optimista el irrespirable dramatismo con el que la película se acercaba a la era de la depresión americana. McQueen consiguió, gracias a la levedad de las telas y los estampados florales, enfatizar una inesperada y alegre visión romántica que ni la mayor de las adversidades puede desenterrar del fondo del corazón humano donde siempre permanece agazapada. Por último, recordar que en las notas de producción del desfile de Primavera/Verano 2007, además de la influencia de las pinturas del Goya menos atormentado, se cita expresamente a Barry Lyndon (1975), el espléndido film de ese perfeccionista sin remedio que fue Stanley Kubrick. Y si todo esto no bastase para celebrar la pasión que McQueen tuvo por el cine, nos han quedado como estelas en el agua sus poco ortodoxas pasarelas en las que con visionario talento se convocaban escenas, eso sí casi siempre inquietantes como lo es todo en este abismado genio, del cine más imperecedero.
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