A propósito del estreno de El Show de Truman: La manipulación de la vida cotidiana
La interesante historia que nos presenta Peter Weir en su film El Show de Truman nos sumerge de lleno en la influencia de los mass media, y de un modo muy especial de la televisión, de hacernos creer que no sólo la ficción es real, sino que lo real puede reducirse a ficción. Como consecuencia de esto se dificulta la distinción entre lo que se ve y lo que es, y se produce la masificación, la involución y la dependencia.
En esta ocasión, la originalidad radica en convertir en héroe a un personaje que representa lo cotidiano. Los valores que encarna la vida de Truman (la familia, el trabajo, las relaciones de vecindad…) son aquellos que pueden ser vividos por la mayoría, y de ahí su poder de atracción y éxito.
Pero si todo es un montaje, un engaño, se impide el derecho a vivir la normalidad con un sentido de autenticidad, y por lo tanto se inicia un proceso de decepción que conduce a la rebeldía y a elegir la libertad a pesar de sus riesgos -inseguridad, soledad, fracaso-. Sin libertad no es posible una vida verdaderamente humana.
El estreno de El show de Truman nos recuerda que nuestra sociedad se caracteriza no por un exceso de imágenes, sino por una inflación de lo visible. La mirada queda prisionera y se bloquea el ejercicio del pensamiento y de la libertad. Como Truman, hay que apostar por la libertad que mediante el uso del pensamiento nos permite ante la imagen analizarla, disfrutarla, valorarla, criticarla, defendernos de su manipulación.
Frente al “mientras más veo más entiendo”, propagar “mientras más pienso más entiendo”.
Mariano Hernández-Barahona
Psicólogo