Max Lemcke, director de Cinco metros cuadrados
Max Lemcke es el director de Cinco metros cuadrados, mejor película en el Festival de Cine de Málaga.
Director y guionista de cine, Max Lemcke (Madrid, 1967) triunfó en Málaga con su tercer largometraje, Cinco metros cuadrados. La película se estrenará a la vuelta del verano, en otoño de 2011. Hablamos con él de cine español, de sus películas, del trabajo con actores, de producción… Nos conocemos, hemos trabajado juntos este curso: nosotros como alumnos de Comunicación Audiovisual en Villanueva formábamos equipos para producir cortometrajes, Lemcke como profesor de Realización Audiovisual nos ayudaba.
Los premios en un Festival ayudan a una película…
Max Lemcke/ Sí, por supuesto. De hecho, a Málaga fuimos aún sin tener firmado nada con ninguna distribuidora, es decir, que arriesgábamos mucho, pero afortunadamente la película gustó en el Festival y es un aliciente más para que la gente vaya al cine.


Málaga tiene un Festival que ha ido creciendo mucho en los últimos años y hoy día ya es, indudablemente, un referente a nivel nacional.
Pese a los recientes reconocimientos, Cinco metros cuadrados (2011), no ha tenido un camino fácil.
M. L./ Cuando presentamos Casual day (2007), la productora Monfort propuso hacer una nueva película con el mismo equipo: los hermanos Remón como guionistas, Telecinco y conmigo mismo. Sin embargo, por diversos problemas, principalmente de índole económico, se tuvo que aparcar el proyecto indefinidamente.
Contra todo pronóstico, cuando llevábamos tiempo estancados, apareció una productora joven, Isabel García Peralta, que confiaba en la película y estaba dispuesta a arriesgarse. Cinco metros cuadrados es la primera producción de Aliwood, que nos ha brindado la posibilidad de trabajar con total libertad, por lo que les estamos muy agradecidos.
Tanto en Casual day como en Cinco metros cuadrados trabajó con los hermanos Remón. ¿Cómo es la relación, en su caso, entre director y guionistas?
A los hermanos Remón les conocí ya hace muchos años y con ganas de lograr entrar de forma profesional en la industria cinematográfica. Anteriormente había hecho una película, Mundo fantástico (2003), que nunca se estrenó y que se ha editado en dvd hace poco. En esta cinta sí que participé directamente en el guión. A pesar de ello, yo no me considero un guionista, pero sí que me gusta trabajar en ello.
¿Y cómo es su rutina de trabajo?
M. L./ Con Daniel y Pablo trabajo, generalmente, por etapas. Hay una primera fase en la que nos reunimos y sacamos nuestros recortes de periódicos, de revistas, de internet…
Otras veces comenzamos la casa por el tejado. Por ejemplo, en el próximo proyecto que tenemos, hemos empezado por el título, antes incluso de tener la historia.
Cada proyecto es diferente. Nos gustan los mismos temas, las mismas historias, el mismo tipo de cine. Aunque somos generaciones distintas y tenemos unas inquietudes diferentes, nos gusta ver plasmadas las mismas imágenes y el mismo tipo de historias.
Uno de los aspectos que más se aprecia en las películas que dirige es el trabajo de los actores. ¿Existe algún secreto para sacar el máximo provecho del reparto?
M. L./ Es muy fácil dirigir a los actores cuando tienes un buen guión. Así, todo está mucho más claro. Ellos lo agradecen y para mí es mucho más sencillo. Nunca se me ha hecho cuesta arriba trabajar con los actores, es una de las partes favoritas en mi trabajo.
Para sacar todo de los actores no existe nada mágico. Mi metodología es ensayar mucho, lo máximo posible. Primero ensayo con ellos e intento, casi siempre, que se respete el guión. En mi opinión, es muy importante. Aunque alguna vez hemos decidido cambiar ciertos aspectos. Pero, en general, el texto es esencial; para eso ya ha sido tan cuidadosamente perfilado por los guionistas.
Fernando Tejero, protagonista con el papel de Álex en Cinco metros cuadrados, ganó el premio a mejor actor en Málaga. ¿No tuvo cierto miedo por darle un papel tan dramático a un actor acostumbrado a papeles cómicos?
M. L./ ¡Mucho! Cuando eliges a un actor hay que tener en cuenta muchos elementos. Es fundamental que venga bien para el papel, por supuesto, pero por otro lado hay que tener muy presente que la película se tiene que vender. Eso es fundamental. Cuando el proyecto se vende a un productor o canal de televisión, no quieres que se caigan de espaldas… Inevitablemente es así, debes compaginar esta doble cara que tiene el trabajo.
A pesar de la gran devoción que muestra al cine, los inicios fueron muy tardíos…
M. L./ Lo cierto es que nunca me he considerado uno de esos directores a los que el cine les entusiasmara desde pequeños. Empecé con la fotografía, aunque luego quise dedicarme más a la literatura. Tenía mucha inquietud por construir historias sobre el papel.
No adquirí una gran cultura cinematográfica hasta mis años en la universidad, donde me interesó la Nouvelle Vague y el cine mudo. Llegamos incluso a tener una revista a la que llamamos “Intolerancia”, en la que el artículo de Truffaut de “Una cierta tendencia del cine francés” era algo así como nuestra bandera.
Teníamos un espíritu muy analítico y crítico sobre el cine que se hacía en esos momentos en España.
Una película termina su trayectoria cuando se distribuye y llega a las pantallas de cine. ¿Cuál fue la experiencia en su opera prima, Casual day? ¿Qué expectativas pronostica con Cinco metros cuadrados?
M. L./ En España, por lo general, no se cuidan suficientemente las películas. Eso es una tarea fundamental. Los actores y directores estamos dispuestos a movernos donde haya que ir y hacemos las entrevistas que haya que hacer.
Vas porque forma parte de este trabajo, pero nunca hay dinero en ese momento. Tampoco somos una industria tan potente ni podemos competir con otros mercados que sí tienen dinero para hacerlo. Hay pelis buenas y mediocres que logran resultados buenos porque nos las meten por los ojos, y así a todo el mundo le apetece verla. Ojalá tuviésemos esa capacidad porque un elemento fundamental es la promoción de la película.
Respecto a la difícil situación en la que se encuentra el cine en general y el español en particular, ¿cree que se podría llegar a los espectadores más y mejor?
M. L./ Creo que van a cambiar las cosas otra vez, porque las circunstancias siempre están cambiando. Teóricamente, el espectador demanda buena calidad, no un género. Y si ofrecemos películas de calidad y series de calidad, yo creo que vamos a contar con ese público.
Ahora vivimos un momento difícil y complejo. No sabemos por qué se sigue manteniendo que el cine nacional es malo. No lo es. Habrá alguna película mala. Yo estuve trabajando dos años en el Ministerio de Cultura calificando películas, y vi un montón de cintas americanas horrorosas que llegaron a estrenarse sin problemas en España. Había diez obras maestras, eso sí, porque es un país que produce mucho, pero hay también muchas películas muy malas.
Si hay buen cine español, no se termina de entender la falta de apoyo social que parece tener. Está el famoso tema de la cuota del 5% de los beneficios que las televisiones están obligadas a destinar al cine…
M. L./ Las televisiones no quieren, realmente, destinar ese porcentaje al cine, lo hacen porque están obligadas. Yo entiendo que una cadena de televisión esté mosqueada con esta obligación. Pero tendríamos que buscar otras fórmulas que beneficiasen a ambas partes, porque se están agotando las posibilidades.
Por otro lado, están las famosas subvenciones por las que todo el mundo pone el grito en el cielo. Pero es que el cine también es, de alguna forma, una obra cultural para hacernos ver y entender el resto del mundo. Igual que cuando la selección española de fútbol gana un Mundial y todo el mundo está muy contento, también, cuando una película española gana el Festival de Berlín, o cuando vamos a los Oscar y, en definitiva, tenemos españoles recogiendo premios en nuestro idioma, deberíamos enorgullecernos.
Yo creo que hay que lavar un poco esa imagen del cine español. Desde los medios, la industria y la propia sociedad… ¡Hacemos un cine de calidad! Y eso hay que respetarlo y cuidarlo, porque va a hablar de cómo somos o de cómo éramos, dentro de cincuenta años, cuando otros vean las películas que hemos hecho hoy.
En este encuentro con Max Lemcke participaron Leticia Rhodes, Javier Luca de Tena, Javier Alsina, Pablo Piñeiro, Moisés Pérez y Alberto Fijo
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