La Dolce Vita: Hollywood se traslada a Roma
La Dolce Vita: Hollywood se traslada a Roma. Una exposición reúne imágenes de los años dorados de Cinecitta, con los rodajes de grandes películas norteamericanas en la Ciudad Eterna y sus estrellas paseando por las calles romanas.
Roma, a finales de los años cincuenta y durante la década de los 60. Federico Fellini tenía la clave: «Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar de un lugar a otro».
Con la premisa clara y con, todavía, muchos de esos sueños por cumplir, numerosas celebridades del mundo del séptimo arte fueron a hacerlos realidad a la capital italiana. Entonces, Hollywood se trasladó a Roma.
Elizabeth Taylor reinó Egipto en Cleopatra, y vivió una intensa historia de amor junto con su particular Marco Antonio, Richard Burton. Audrey Hepburn, en una visita oficial, decidió escaparse durante la noche y dejar atrás sus obligaciones de princesa para vivir una vida corriente en Vacaciones en Roma. Sophia Loren huyó de la guerra en Dos mujeres. Kirk Douglas promovió y dirigió la rebelión de los esclavos contra la República romana en Espartaco. Charlton Heston fue acusado de atentar contra la vida del nuevo gobernador romano en Ben-Hur. Claudia Cardinale conoció a David Niven en el lujoso hotel donde se hospedaba, en La Pantera Rosa.
Todo eso y mucho más ocurría en Roma. La ciudad del Tiber se convirtió en el gran Hollywood europeo, donde se rodaron escenas míticas del cine. Y como telón de fondo, el lujo, los desfiles y las fiestas acompañaban a una ciudad que brillaba con fervoroso esplendor. Cada lugar, a orillas del Tiber, parecía estar hecho a medida para conseguir la toma perfecta. Cómo olvidarse, si no, del baño de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi con la mirada atenta de Marcello Mastroianni en La dolce vita.
De mosquitos y buitres
La exposición se apoya fundamentalmente en el trabajo de fotógrafos, que comienzan acompañando a las estrellas en sus salidas de ocio por Roma. Se trata de profesionales de gran talento y basta ver algunas de esas fotografías en las que actores y directores son retratados con maestría.
Se aprecia perfectamente la diferencia entre estas fotos pactadas y las que vienen con el nacimiento de los paparazzi, lo que llamamos fotos robadas.
Basta ver el gesto del asalto fotográfico a una Ingrid Bergman que recoge a sus hijas del colegio para comprender el enorme daño que han hecho y siguen haciendo algunos desalmados sin ética profesional.
La exposición, consciente de la repugnancia de algunas imágenes, consagra una sección a actores agrediendo a fotógrafos.
La moda en el Trastevere
Tanto glamour en Roma debía verse reflejado en la moda. Ellas no vestían de cualquier manera. Nada más entrar, la exposición nos deleita con diseños de Balenciaga, Valentino y Bulgari. Piezas originales, bocetos e imágenes que nada tendrían que envidiar a las colecciones actuales.
Ellos, por su parte, dejaban atrás la sobriedad del traje para adentrarse en nuevos diseños. La sastrería italiana Brioni se encargaba de vestir a reputados actores como Cary Grant, Peter Sellers o John Wayne, que no dudaron en ponerse en manos de los modistas de la compañía para lucir trajes totalmente distintos a los que estaban acostumbrados. Blazers rojas o chaquetas de cuero fueron algunas de las piezas que renovaron el armario de éstos y otros personajes.
La exposición «Los años de la Dolce Vita», organizada por la Comunidad de Madrid y comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz, se encuentra en la Sala Canal Isabel II de Madrid, en la calle Santa Engracia, 125. Estará abierta hasta el próximo 6 de enero. En dos meses ya supera los 14.000 visitantes como nos contó Carmen Pérez de Andrés, subdirectora general de Bellas Artes de la Comunidad de Madrid, que se mostró muy satisfecha con el desarrollo de una muestra en la que conviven 160 fotografías, un documental ad hoc, trajes, dibujos y bocetos de vestidos y joyas que retratan una época dulce, en la que Roma se recuperaba de las heridas de la guerra con una de las medicinas más eficaces jamás inventadas: el cine.
Alejandra García Daniel, Sandra Sánchez Merinero