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La Dolce Vita: Hollywood se traslada a Roma

Una exposición reúne imágenes de los años dorados de Cinecitta, con los rodajes de grandes películas norteamericanas en la Ciudad Eterna y sus estrellas pasean­do por las calles romanas.

Aguirre presenta una exposición sobre el glamour y el esplendor de Roma en los años de la ‘dolce vita’7.sep.12.- La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el vicepresidente y consejero de Cultura y Deporte, Ignacio González, presentaron este viernes, en la Sala Canal de Isabel II, Los años de la dolce vita, una exposición que revive el esplendor de Roma durante los años 50 y 60, y que se debió en buena parte al fulgor cinematográfico que vivió la ciudad italiana, y que atrajo a los más famosos intérpretes y directores italianos y americanos. Aguirre estuvo acompañada por David Secchiaroli, hijo del fotógrafo Tazio Secchiaroli, cuyos trabajos se exponen en la sala, y cuya vida inspiró al personaje del Paparazzo en la mítica película de Federico Fellini: La Dolce Vita, estrenada en 1960.

La Dolce Vita: Hollywood se traslada a Roma

La Dolce Vita: Hollywood se traslada a Roma. Una exposición reúne imágenes de los años dorados de Cinecitta, con los rodajes de grandes películas norteamericanas en la Ciudad Eterna y sus estrellas pasean­do por las calles romanas.

Roma, a finales de los años cincuenta y durante la déca­da de los 60. Federico Fellini tenía la clave: «Hablar de sue­ños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar de un lugar a otro».

Con la premisa clara y con, todavía, muchos de esos sue­ños por cumplir, numerosas celebridades del mundo del sép­timo arte fueron a hacerlos realidad a la capital italia­na. Entonces, Hollywood se trasladó a Roma.


Elizabeth Taylor reinó Egipto en Cleopatra, y vivió una in­tensa historia de amor junto con su particular Marco Antonio, Richard Burton. Audrey Hepburn, en una visita ofi­cial, decidió escaparse durante la noche y dejar atrás sus obligaciones de princesa para vivir una vida corriente en Vacaciones en Roma. Sophia Loren huyó de la guerra en Dos mujeres. Kirk Douglas promovió y dirigió la rebelión de los esclavos contra la República romana en Esparta­co. Charlton Heston fue acusado de atentar contra la vida del nuevo gobernador romano en Ben-Hur. Claudia Cardi­na­le conoció a David Niven en el lujoso hotel donde se hos­pedaba, en La Pantera Rosa.

Todo eso y mucho más ocurría en Roma. La ciudad del Ti­ber se convirtió en el gran Hollywood europeo, donde se rodaron escenas míticas del cine. Y como telón de fon­do, el lujo, los desfiles y las fiestas acompañaban a una ciu­dad que brillaba con fervoroso esplendor. Cada lugar, a ori­llas del Tiber, parecía estar hecho a medida para conseguir la toma perfecta. Cómo olvidarse, si no, del baño de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi con la mirada atenta de Marcello Mastroianni en La dolce vita.

De mosquitos y buitres

La exposición se apoya fundamentalmente en el trabajo de fotógrafos, que comienzan acompañando a las estrellas en sus salidas de ocio por Roma. Se trata de profesionales de gran talento y basta ver algunas de esas fotografías en las que actores y directores son retratados con maestría.

Se aprecia perfectamente la diferencia entre estas fotos pac­tadas y las que vienen con el nacimiento de los papara­zzi, lo que llamamos fotos robadas.

El término paparazzo es un derivado del italiano papata­cci (mosquito), y el peligro de una exposición así es caer en la tentación de mitificar la actitud salvaje de quien cree que llevar una cámara y decir «estoy trabajando» es bande­ra suficiente para piratear la vida ajena.

Basta ver el gesto del asalto fotográfico a una Ingrid Berg­man que recoge a sus hijas del colegio para comprender el enorme daño que han hecho y siguen haciendo algunos desalmados sin ética profesional.

La exposición, consciente de la repugnancia de algunas imá­genes, consagra una sección a actores agrediendo a fotó­grafos.

La moda en el Trastevere

Tanto glamour en Roma debía verse reflejado en la mo­da. Ellas no vestían de cualquier manera. Nada más entrar, la exposición nos deleita con diseños de Balenciaga, Valen­ti­no y Bulgari. Piezas originales, bocetos e imágenes que na­da tendrían que envidiar a las colecciones actuales.

Ellos, por su parte, dejaban atrás la sobriedad del traje pa­ra adentrarse en nuevos diseños. La sastrería italiana Brio­ni se encargaba de vestir a reputados actores como Ca­ry Grant, Peter Sellers o John Wayne, que no dudaron en ponerse en manos de los modistas de la compañía para lu­cir trajes totalmente distintos a los que estaban acostumbrados. Blazers rojas o chaquetas de cuero fueron algunas de las piezas que renovaron el armario de éstos y otros personajes.

Además, la exposición muestra el documental Hollywood so­bre el Tíber, dirigida por Marco Spagnoli. Brigitte Bardot, Ingrid Bergman, Marlon Brando o Claudia Cardinale vuelven a ser protagonistas de un filme que muestra, a través de imágenes de archivo, veinte años de la historia del cine.

La exposición «Los años de la Dolce Vita», organizada por la Comunidad de Madrid y comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz, se encuentra en la Sala Canal Isabel II de Madrid, en la calle Santa Engracia, 125. Estará abierta has­ta el próximo 6 de enero. En dos meses ya supera los 14.000 visitantes como nos contó Carmen Pérez de Andrés, sub­directora general de Bellas Artes de la Comunidad de Ma­drid, que se mostró muy satisfecha con el desarrollo de una muestra en la que conviven 160 fotografías, un docu­men­tal ad hoc, trajes, dibujos y bocetos de vestidos y joyas que retratan una época dulce, en la que Roma se recupera­ba de las heridas de la guerra con una de las medicinas más eficaces jamás inventadas: el cine.

Alejandra García Daniel, Sandra Sánchez Merinero

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